Capítulo 28

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Regresar a dónde había ocurrido todo me puso un poco mal. No había en la piso ninguna mancha de sangre, estaba impecable y brilloso. Incluso pude notar cómo todo estaba arreglado en orden, esa mujer creo que hizo demás. Antes de regresar aquí, le hice prometer a Conner que volveríamos—aunque sea—, un fin de semana a ése hotel,simplemente por su playa. Me había enamorado mucho de ese lugar, se convirtió en mi preferido también.

Estaba sola en nuestro cuarto mirando la televisión hasta que de pronto la puerta se abre y de ella, entra Abril. La verdad me sorprende mucho verla aquí, aparte de su rostro demacrado y triste, me da un poco de pena ajena. Recorro mi vista por completa en ella y, me doy cuenta, que no luce ella, ni siquiera en su vestir,he arruinado a la Abril que conocí.

—Quería hablar contigo—masculla. Su voz salió rasposa y algo ronca—. Y a pedirte disculpas—añade.

Me siento en la cama y recuesto mi espalda del respaldo de madera, y cruzo mis piernas cómo un indio. A mi lado, golpeo suave la cama invitándola a subirse conmigo. Ella parece dudar un poco, pero al final cede y se sienta al par de cómo lo estoy yo. Por segundos o minutos, nos quedamos en silencio observando fijamente la cama, quizá ella estaba pensando en encontrar las palabras correctas. Yo por mi parte me sentía consternada y aún dolida. Más que todo, traumada,pero no tanto. Era algo que superaría con el tiempo.

Lo único que sabía aún no se iría, era el momento dónde veía mi vida irse.

—No sé qué lo llevó a cometer una cosa así—habló. Escuché cómo soltó un sollozo fuerte, y no pude evitar atraerla a mí para abrazarla.

No dijo más nada y yo mucho menos. Creo que las cosas ya estaban lo suficientemente habladas, con esto me decía que yo no tenía la culpa de nada y que a pesar de lo ocurrido, seguiría siendo mi amiga. Su cabeza quedó entre mis piernas, mientras que yo acariciaba su cabello en silencio, permitiéndole llorar todo lo que quisiese. A mí, se me salieron un par de lágrimas por verla en este estado tan fructuoso.

Todo se volvió silencio después de largos minutos que Abril llevaba llorando. Yo no sabía que decirle; las palabras no me salían para ser sincera, solamente quería estar en silencio el tiempo más largo posible.

—Su entierro será mañana—rompe el silencio.

Se queda así como está, con su cabeza entre mis piernas y a decir verdad no me incomoda.

—Iré—le susurré.

—Lo siento muchísimo—rompió a llorar de nuevo.

—Hey, no es tu culpa Abril—traté de consolarla.

—Quizá no hubiera pasado si me hubiese quedado con él esa noche en su casa—farfulló dolida.

—No lo sabías—resoplé—, no sabías lo que iba a hacer. Y yo mucho menos. No es tu culpa.

Se quedó en silencio.

—Quisiera no molestar pero, ¿puedo quedarme ésta noche aquí? No quiero estar sola.

Sonreí a medias.

—Está bien, no te preocupes. Puedes contar conmigo para lo que sea—pronuncié mientras acariciaba su cabello.

———🌺———

Veía a las personas irse por la lluvia. Estaba lloviendo a cántaros, el cielo estaba oscuro y parecía que no tenía ganas de parar. A mi lado estaba Conner y del otro, Abril arrodillada mirando un punto fijo de la tumba de su hermano, aún seguía llorando, lo veía por que al igual que ella estaba arrodillada a su lado, sosteniendo su mano. Gracias a Conner el agua no nos caía casi por el paraguas, solamente el aire hacía que algunas gotas nos cayera en el rostro.

Secretaria del sexo©Where stories live. Discover now