Capítulo 43 🎻

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Y si hasta ese momento no había sabido qué hacer, ahí menos. Simón se levantó la cabeza al escuchar que se detenía el auto.

El "ah, bueno" de León.

Yo, hielo.

Simón se paró, se sacudió el jean y dio unos pasos hacia atrás cuando se dio cuenta de quién manejaba.

—Bajá—me dijo León.

—¿Te vas?—por fin lo pude mirar.

Esos ojos.

—¿Qué querés que haga? Bajo y lo cago a trompadas o entiendo que tu silencio tiene que ver esto.

Como que no era ni una cosa ni la otra pero tampoco era el momento para explicar.

—Pero no es eso.

—Bueno, como sea, ustedes tienen una historia y parece que necesitan hablar. Nosotros nos vemos en estos días y hablamos—me dijo. Estaba tan serio.

Me mordí el labio.

¿De dónde había salido León?

La chica con más personalidad del colegio hubiera bajado la ventanilla y le hubiera dicho: "Desaparecé, Simón", hubiera entrado a su casa con León, delante de Simón.

Rafaela Rivera bajó del auto que ni esperó a que diera un paso y arrancó para perderse en la esquina.

  Esa misma Rafaela miró a Simón.

  —Disculpá, no sabía que estabas con él—me dijo.

  —Sí, sabías—lo corté taladrándolo con la mirada—, por eso estás acá. Por eso apareciste.

  Hice una pausa dramática pero me salió, no es que la busqué, y caminé hasta casa. Simón quiso alcanzarme, pero le dije de una:

  —Hoy no.

  Y entré sin mirar atrás ni una vez. Me apoyé en la puerta y me dejé caer hasta el piso mientras me largaba a llorar. Ni sé cuánto estuve llorando pero fue bastante. Cuando me calmé, busqué el celular para ver si tenía algún mensaje de León. Nada. Pero Simón me había mandado un par hacía como quince minutos. Los abrí.

  Sí, es verdad, sabía, por eso vine.
  Y me voy a quedar un rato más afuera por si querés salir. Si no hablamos en otro momento.

  Subí la escalera sin poder creerlo. Sí sabía. Obvio que sabía. ¿Cuánto iba a esperar afuera? Me asomé a la ventana de mi cuarto casi en puntas de pies como si él pudiera escucharme. Ahí estaba, sentado en el cordón de la vereda de casa. Fumaba.

  Se quedó dos horas.

  Yo no bajé.

  Pero tampoco pude dormir.

Intermitente RafaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora