Capítulo 56 🎻

1.9K 94 35
                                    

   Simón. Mensaje de WhatsApp

  Imagen. La abrí debajo del banco. La cabeza apoyada en una de sus manos y mirando a la cámara. Waiting. Día 3.

  Fruncí la boca mientras apagaba el celular. ¿Se la creyó? Se cree que está bueno. Lo sabe. Pero eso arruina todo. Sigue estando bueno, eso no se arruina, pero un chico que se la cree baja mil puntos.

  Hoy sí apareció León. Por fin. Entró casi corriendo cuando el timbre ya había sonado y estábamos todos en el curso. Ni me miró. Y eso que giré medio cuerpo para buscarlo con la mirada. Él se dejó caer en su banco y miró hacía donde yo estaba pero no a mí, a través de mí, como si yo no existiera. No entendí nada.

  Ni eso, ni cuando en el primer recreo desapareció del curso antes de que nadie más saliera, no sé ni cómo hizo. Tuve que ser rápida para alcanzarlo en el segundo recreo, antes de que pudiera volver a desaparecer. Lo agarré del brazo en el pasillo sin pensar en que medio colegio nos podía estar mirando.

  -Ey, León -le dije.

  Giró para mirarme. Frío. Levantó su cabeza haciendo un gesto para que yo hablara.

  -¿Qué pasa? -le pregunté.

  -A mí, nada -me dijo mientras se soltaba-, cuando termines tu película con el pelotudo este me avisás -dijo señalando con su cabeza el curso de Simón.

  Miré hacia el curso de Simón y lo vi ahí parado. Había escuchado todo. Los tres nos vimos. Fue un instante. León dio media vuelta, se encontró con uno de sus amigos del curso de Simón y bajaron juntos las escaleras.

  Yo, petrificada.

  Simón, también.

  Nos miramos un momento. Y se me llenaron los ojos de lágrimas. Dio un paso para acercarse. Y le dije un no tan rotundo que se volvió sobre el paso que había dado. Di media vuelta y busqué a Rosario, que estaba saliendo.

  -¿Qué pasa? -me preguntó cuando me vio.

  -Nada -le dije-, ¿vamos a hablar con el director?

  Me miró como a punto de preguntarme algo más y después se arrepintió.

  -Dale, vamos.

  Bajamos. Pasamos junto al patio. León sentado en un escalón, charlaba con el compañero de Simón. Ni me registró.

  Nos anunciamos con la secretaria del director y esperamos en el pasillo a que nos llamaran. Mirando el piso no podía dejar de pensar en que algo de razón tenía León. Algo, bueno, todo. Lo que menos me hubiera imaginado en el mundo era que iba a reaccionar así. León tan incondicional para mí. Siempre está. Igual que yo con Simón.

  Me quedé helada, mirando el piso, mientras caía sin poderlo creer. Yo era el Simón de esta historia.

Intermitente RafaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora