Capítulo 63 🎻

1.7K 76 2
                                    

  Y mientras más tardás en hacer lo que tenés que hacer, más difícil se vuelve. Es un hecho. Hoy parecía imposible acercarme a León en el colegio y simplemente hablarle. O sea, ponele que nos estábamos besando hace setenta y dos horas, menos de una semana, y ahora directamente no le puedo hablar. Me pregunté si no me estaré volviendo invisible otra vez. Porque Simón tampoco me mandó ayer su mensaje diario de Waiting. Día 4. Puede haber dos razones. 

     a) Entendió, cuando escuchó a León decirme en el pasillo que lo buscara cuando hubiera terminado mi película con el pelotudo, que me estaba trayendo algún tipo de problema. Y decidió abrirse.

    b) Perdió todo su interés cuando vio que León ya no quiere estar conmigo. Eso sería muy Simón. Y decidió abrirse.

  Dos razones que estarían conduciendo a lo mismo. Como sea, puede que simplemente me haya vuelto nuevamente invisible, que me sale bastante bien. Fue hace dos minutos que era completamente invisible.

  Anoche al final en casa las cosas fluyeron un poco. Me quedé con ganas de mandarle un mensaje a León pero jamás me animé. Cenamos las tres juntas. Algo casi extraordinario. En casa no hay una mesa grande, como para tener una idea de lo que estoy hablando. Tenemos una mesa ratona, canchera, sí, todo bien, pero no muy cómoda. Eso es todo. Pero nos sentamos las tres en el piso, ni siquiera sé cómo se dio, y tuvimos una cena en paz. Bueno, paz tampoco, calma. Tensa calma. Comimos las tres juntas. No me acuerdo muchas veces en las que haya sucedido algo así, solas no.

  Con los abuelos ni hablé. En estos días voy a pasar a verlos. Ya a esta altura se deben haber enterado de que vi a papá. A Manuel. Bueno, como sea. Porque parece que la no-comunicación por años de mamá y papá ahora se recicló en una comunicación fluida. Ahora son los padres que necesitábamos hace doce años. Delay, lo llaman. Me indigna un poco. Mamá se preocupaba ayer por cómo me había caído ver a papá y no recuerdo que se haya preocupado por cómo lidiaba con eso con cinco o seis años. Y no sé cómo se hacía. Creo que al principio pensé que papá se había ido por un tiempo hasta que un día este tiempo fue tan largo que se pareció a siempre. Y pasaron los cumpleaños, las Navidades, Reyes, y papá se había ido para siempre. Igual mamá en ese momento tampoco debía entender mucho, la situación estaba sucediendo en vivo y en directo, tenía una casa, un trabajo y dos hijas de que ocuparse. Como dice Aitana, todos hacemos lo que podemos. Pero nosotras dos no decidimos tener hijos.

  Ellos tienen otra responsabilidad. Es así. Punto. Sé que tengo razón y que soy dura. Todo a la vez. Al final, hoy lo que me queda, como hablé con León, es disfrutar lo que hay. Solo tengo de acá para adelante. Lo sé y lo siento.

  Hoy les conté a Wanda y a Tania que apareció papá. Sus caras. Un fantasma. Y sí, papá es un fantasma. Pero no les pude decir que hablamos. Aunque la verdad es que solo habló él. Ni a Rosario. Todavía no se lo pude decir a nadie. No pude decir en voz alta "estuve con mi papá después de doce años". Lo estoy escribiendo pero no puedo decirlo.

  Todavía sigo adormecida con eso. Me pregunto cómo le habrá pegado a él. Porque algo te debe emocionar. Qué sé yo, uno en un millón. Partamos de la base de que él se fue. Pero igual.

  Y si no lo puedo decir ni siquiera se me ocurre volverlo a ver, o pensar en hablarle. Ciencia ficción para mí hoy. Y sé que se va. Ni siquiera sé adónde. Ni el nombre de la hija-hermana.

  Así, hoy. 

Intermitente RafaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora