Un Merecido Descanso

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Galelor y Agarer estaban conversando en una taberna élfica.

Estaba rebosante de gente de todas las razas existentes en la isla.

—¿Qué te preocupa hermano?—Preguntó Agarer al ver la mirada de Galelor.

—Gil-Garald—Respondió Galelor mientras se llevaba a la boca una copa de vino élfico.

—A todos, pero a ti te molesta algo más—Señaló Agarer bien receptivo.

—¿Es tan obvio?—Cuestionó Galelor—Bueno, Gil-Garald consigue las siete espadas... ¿Y luego qué?

—Pues ataca Darruzal, eso ya lo sabemos.

—Sí pero... No es rival para los dioses, debe tener alguna estrategia oculta.

—Tiene a sus cuatro elementales.

—¿De qué te sirven elementales contra divinidades?

—Hace mucho que no voy a ningún templo... Refréscame la memoria.

—Si mal no recuerdo, en Darruzal hay siete dioses—Explicó Galelor poniendo los codos sobre la mesa—Shâr, Señor de la Justicia y de Darruzal; Mae, Guardián de la luz e hijo de Shâr; Guna Dars, Juez de las Almas; Hyrke, Carcelero del Más Allá; Drea, Esposa de Shâr y Dama de la Verdad y Lekrom, el Guardador.

—Se ha de necesitar todo un ejército para solo vencer a uno—Dijo Agarer tomando un poco de vino.

—Esa es la cuestión hermano—Respondió Galelor—No necesita vencerlos a todos, solo llegar a la Llama Eterna.

Beol y Duran llegaron a la taberna, ambos muy ebrios.

—¡Oye tú!—Dijo Duran a Galelor mientras se tiraba sobre una silla—¡He escuchado que eres bueno con el arco!

—El mejor—Respondió Galelor.

—¡Ja cobarde! ¿¡Por qué no usas una espada o un hacha!?—Criticó Beol.

—Salgamos los cuatro un momento—Ordenó Agarer levantándose de su silla.

—¡Un poco de aire fresco no le hace daño a nadie!—Dijo Duran.

Una vez afuera de la taberna, los cuatro se apostaron en una de sus paredes, la cual daba a un espacio abierto.

—¡Puedes ser bueno tirando flechas! ¡Pero seguramente no lanzando hachas!—Desafió Beol cogiendo un hacha y tirándola verticalmente a un muñeco de paja de los que se usan para entrenar.

El hacha se clavó en todo el pecho del muñeco, el cual estaba a doce metros. Habría sido una herida mortal.

Galelor cogió otra y la lanzó de forma horizontal; el hacha voló rectamente y decapitó al muñeco en un corte firme y preciso.

—¡Incluso mejor que un enano!—Felicitó Beol—¿Sabes qué? Si logras hacer un disparo con arco que nos impresione ¡Te compramos una jarra completa de vino élfico!

—¿Quieres más vino Agarer?—Preguntó Galelor.

—Ya tomé mucho, gánalo y guárdalo para nuestros amigos—Contestó Agarer.

—Hagamos el tiro de la espada.

—¡Pero si ese nos salió muy mal! ¡Casi matamos al cantinero!

—¡Estábamos más borrachos que ahora!

—Bueno.

Agarer se colocó a treinta metros del resto, tomó su espadón y la lanzó lo más lejos que pudo.

Galelor disparó seis flechas con mucha rapidez, las cuales impactaron de tal forma que el espadón quedó clavado verticalmente en el suelo.

—¡Te lo has ganado!—Dijo Duran—¡Vamos por más vino!

Mientras todo eso sucedía, en otro lado de Galalid, una conversación más seria estaba teniendo lugar.

—Supongo que Miriam y Valentina murieron en Bern—Comentó Ramen.

—No—Negó Merkel—Ellas llegaron hasta Hámzterdan con nosotros y fueron enviadas a dar mensaje a el Imperio Varione del ataque de Gil-Garald.

—Supongo que murieron por que el Imperio Varione no ha hecho nada—Supuso Diego.

—Una lástima, ellas y mi hermana fueron amigas—Dijo Ramen—Me imagino que ella murió tambien.

—Anaid está en Páramo Desolado—Respondió Sesmar—Se fue hace meses.

—¡Gracias a Shâr!—Dijo Ramen—¡Mi hermana está viva!

En el palacio del difunto Aluim, Elemor y Anglicabix estaban comiendo con Anmor.

—Elfenheim ha decidido que me quede aquí durante un tiempo junto a una centena de soldados—Comentó Anmor mientras le daba un mordisco a una hogaza de pan—Para asegurarse de que todo marcha bien por aquí.

—Se debe escoger a un nuevo Rey para Galalid—Continuó Elemor cogiendo un tenedor—¿A quién designó Elfenheim?

—Sabes bien que a Elfenheim poco le importa lo que suceda en sus colonias, casi se podría decir que somos algo independiente—Respondió Anmor—Pero si un conflicto bélico o un monstruo poderoso ataca, ahí si intervendría.

—Pues sospecho que dentro de muy pronto va a tener que intervenir aquí—Añadió Anglicabix mientras comía una cucharada de helado—Con un muy gran ejército.

—Lo dudo—Dijo Anmor—Elfenheim seguro piensa que el Imperio Varione se hará cargo, o la unión de enanos que en este momento no recuerdo el nombre. En cualquier caso, en Elfenheim hay monstruos mucho más peligrosos que un dragón, incluso oscuro.

—¿Cómo es Gil-Garald?—Preguntó Elemor a Anglicabix.

—Yo no lo he visto por mi misma, pero lo que me han contado es horrible—Respondió Anglicabix —Pregúntale a alguno de nuestros amigos humanos.

—Posiblemente lo haga—Culminó Elemor mientras untaba queso a un trozo de pan—Pero hasta entonces, solo hemos de comer, disfrutar y relajarnos un rato.

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