Muchas Dificultades

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Alerión, Galaiz, Andrew y Ambarea, en la comitiva de prisioneros...

Los cuatro estaban encerrados dentro de un carruaje tapiado similar al que se usa para transportar a los animales de los circos.

El suelo estaba manchado de sangre y otras cosas que preferían no imaginar que eran.

Los cuatro habían sido encadenados a una pared diferente cada uno y la hediondez en el carruaje era tal que el guardia más cercano era el que estaba afuera del carruaje jalándolo con su caballo.

—Ambarea, ¿Me puedes dar un poco de hielo? —Pidió Andrew desde el otro extremo del carruaje.

—Sí—Contestó ella mientras congelaba el aire cercano a ella y un cubo de hielo perfecto caía a sus pies.

Ambarea pateó el cubo hacia Andrew y este comenzó a lamerlo para tomar agua.

—¿Qué habrá sido de Ludwig?—Preguntó Galaiz.

—Dudo que haya muerto—Opinó Andrew con toda la boca babeada—Pero no creo que esté siguiéndonos.

—Alguien se acerca—Adivirtió Alerión—Lo he escuchado.

Alguien comenzó a girar la manija de la puerta, pero estaba cerrada con llave, así que pareció introducir algo en la ella y pocos segundos después se abrió.

—¡Rápido!—Animó el desconocido—¡Ponganse esto!

El hombre lanzó cuatro paquetes de ropa diferentes al suelo.

—¿Ludwig?—Dudó Ambarea.

—El mismo—Contestó.

Ambarea congeló las cadenas que la ataban y Ludwig las quebró con un golpe de su daga, luego hicieron lo mismo con las de los demás.

Un guardia entró al carruaje extrañado de por que la puerts estaba abierta, pero fue congelado al instante por Galaiz.

Los cuatro salieron con rapidez del carruaje y en pocos minutos escucharon como se armaba un escándalo en la ciudad.

Un grupo de diez soldados se dirigió corriendo hacia ellos con las armas desenvainadas.

—¡Alerión! ¡Teleportémonos!—Dijo Galaiz.

—¡Está bien! —Respondió Alerión antes de hacer un hechizo con rapidez.

Los cinco aparecieron a más o menos ochenta kilómetros de la ciudad, en una estructura abandonada y con un pozo en ella.

—¿Qué es aquí?—Preguntó Ambarea.

—Yo... No lo sé—Contestó Alerión—Solo sentí que debía venir aquí.

Luis, Marc y María, Dæ...

El terremoto había sido devastador, prácticamente no había nada en pie y parte de la falda del volcán había colapsado, ocasionando un derrumbe.

María se levantó con dificultad, tosiendo un poco. A menos de un metro de ella se había abierto una grieta de al menos siete veces su tamaño.

—¿Están todos bien?—Preguntó ella.

—¡Estoy aquí!—Gritó Marc desde un punto que María era incapaz de determinar.

—¿¡Dónde!? ¡No puedo verte!

—¡Tengo algo encima!

María vió una de las piernas de Marc sobresalir de debajo de una pared.

—¡No te muevas!

María cogió la maza de Marc y la dejó caer sobre la pared, fragmentándola.

—No se que hiciste, ¡Pero me dolió mucho!

—Deja de quejarte.

Luis apareció cubierto de tanto polvo que se confundía con la ceniza a unos cuantos metros de donde estaban.

—Parece que se ha acelerado el proceso de erupción—Señaló Luis a la gran cantidad de ceniza que caía.

Diego, Nicole y Pixie, Eiortil...

Nicole y Diego fueron corriendo hasta donde se encontraba el resto después de que Pixie les avisara de Ramen.

—¡Huid lo más lejos qué...!—Gritó el último monje que quedaba antes de ser cortado verticalmente por Ramen.

—¡¡¡ALSUK NAE DRACO GIL-GARALD!!!—Gritó Ramen poseído por quien sabe que cosa.

—¡¡¡RAMEN!!! ¿¿¿¡¡¡PERO QUÉ HAS HECHO!!!???—Le cuestionó Diego horrorizado.

—¡¡¡GIL-GARALD REGRESARÁ A LA VIDA!!!

Ramen cogió sangre del suelo y se realizó un símbolo en el pecho, una línea larga curva y otras tres que la atravesaban de forma vertical.

Diego solo había visto a alguien así una vez en el pasado. A Agarer en la batalla de Hámzterdam.

Nicole atravesó a Ramen con su nanginata, pero este le hizo un tajo en la cintura con la katana tan rápido que el ojo de Diego no lo pudo detectar.

La sangre de Nicole manchó el suelo y ella cayó al suelo. Ramen se acercó a rematarla, pero Diego le saltó encima y lo apuñaló en todo el centro del pecho con la katana que Ramen le había dado antes.

Ramen utilizó un hechizo mágico que paralizó a Diego y luego invocó un espectro para que lo atacara.

Pixie salió del bolsillo de Diego y lanzó un rayo de luz al espectro, extinguiéndolo.

—¡Esta es la magia de las hadas!

—¡¡¡ISHYZKIR NAE DRACO GIL-GARALD!!!

Ramen invocó las almas que les había robado a los monjes que acababa de asesinar e inició un ritual con ellas. Posteriormente, se volteó hacia Nicole, pero ella ya no estaba tirada en el suelo.

—Sorpresa—Dijo ella antes de cortarle un brazo con la espada gancho de un monje.

El hechizo que sometía a Diego se quebró y el pudo liberarse. Aprovechando que Ramen estaba de espaldas lo intentó atacar, pero el reaccionó con rapidez y le cortó la oreja izquierda de un tajo.

Diego cayó al suelo gritando y cubriendose el lugar donde antes estaba su oido.

Las almas que Ramen había invocado giraban a su alrededor, haciendo sonidos que no eran de este mundo.

Nicole intentó atacar a Ramen, pero fue repelida por las propias almas.

—¡¡¡ABEK MON BIT LER DRACO OBSCURUS GIL-GARALD RENAE NAO!!!—Gritó Ramen, posterior a eso, cogió su katana y se la enterró en el corazón, liberando su alma y las de los que había asesinado, todas ellas se enterraron en el suelo y comenzó a temblar. Ahonado a ello, al suicidarse Ramen, una onda expansiva había hecho caer varios árboles y lanzado a Diego, Pixie y Nicole varios metros.

Los tres cayeron inconscientes y el alma de Ramen ascendió al cielo, seguramente a Darruzal, lugar donde le habían prometido que podría descansar para toda la eternidad.

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