Conspiraciones en la Noche

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Preocupado por la noticia de que a Valentina la había matado un espía del Imperio, Sesmar ordenó doblegar la seguridad e instó a cada soldado a dormir con un arma cerca.

—Elyosea podría ser un aliado importante. —Les dijo Sesmar a los que tenía a su alrededor, que eran Elemor, Niriliane, Marc, Diego, Galaiz y Alerión.

—Elyosea no "podría" ser un aliado, el ya "es" un aliado. No olvides que Elysium es parte de Efenheim al igual que todas las ciudades élficas. —Les recordó Elemor.

—De todos modos es necesario reunirnos con el para organizarnos mejor. —Aclaró Diego.

—Es necesario que hagamos un acuerdo con la Guardia del Viento para evitar cualquier tragedia o pérdida de recursos en mover tropas. —Opinó Marc.

—No podemos hablar con Miriam de ninguna manera. Los tratos que hace con el Concilio Oscuro fortalece sus filas. Galaiz y yo lo sufrimos al igual que los pueblos cercanos, como el de Onmund. —Se rehusó Alerión.

—¿Y cuál será nuestro próximo movimiento? —Cuestionó Galaiz —¿Bloquear los pasos hacia Páramo Desolado?

—No podemos enfrascarnos en la guerra y olvidar a Gil-Garald. El sigue ahí devastando tierras enanas. —Recordó Diego.

—Simplemente dividamonos en dos grupos, uno para la guerra y otro para el dragón —Resolvió Niriliane.

Miriam se encontraba en lo más alto de la Guardia del Viento. Frist subió y se acerco a ella.

—¿Me hizo llamar mi señora Miriam?

—Asi es. Voy a encargarte una muy difícil misión.

—¿Comandar una batalla?

—No. Más peligroso. Deberás asesinar a alguien.

—¿Quién? ¿Un General Imperial?

—No, al Rey de Bern, Sesmar.

—Pero... ¿El no está en contra del Imperio?

—En efecto, pero el quiere convertirse en el nuevo emperador. Eso sería aún peor.

—¿Y luego de hacerlo que?

—El príncipe Marc obtendría al trono. Si es igual de tiránico que Sesmar lo asesinaremos también.

—Lo haré por la libertad de estas tierras.

—Una cosa más Frist. Pon esta carta en el cuerpo de Sesmar.

—¿Qué dice?

—Esta carta incrimina al Imperio.

Frist partió a Bern a caballo a toda velocidad. Un cambio de emperador no era libertad. Ella aún recordaba con claridad el fuego del dragón arrasando Aire Silbante y matando a su hermano menor. El Imperio no la ayudó.

La noche ya había caído cuando llegó a Bern. Los guardias en la muralla la dejaron pasar al ver que tenía la armadura de la Guardia del Viento.

Frist ya tenía su estrategia planeada. Aprovechando que Sesmar dormía, ella le cortaría el cuello y plantaría la carta, luego, compraría una habitación en alguna posada, asesinaría a un guardia al azar y gritaría que la habían atacado, al ser ella de la Guardia del Viento, parecería que el guardia tenía una lista de objetivos y era un espía.

Con mucha facilidad, Frist llegó al palacio. Los dos guardias que custodiaban la entrada la dejaron pasar sin hacer ninguna pregunta. Solo tenía que encontrar la habitación de Sesmar.

—Me alegro de que ya puedas levantarte Diego —Dijo una voz que se acercaba.

—Si, a diferencia de Sesmar yo si puedo salir de ese cuarto. Es horrible escuchar a los heridos del pasillo gritando y mascullando. ¿Cómo está Andrew? —Miriam se escondió tras una columna al escuchar que se acercaban más.

—Se recuperará. Me da algo de pena. Esta se suponía que debía ser su última aventura y lo involucré en una guerra.

Las voces se alejaron y Frist salió de su escondite. Ya sabía donde estaba Sesmar debido a que desde donde estaba también podía escuchar a los heridos.

Frist esperó hasta que dejó de escuchar a los heridos y supuso que estaban dormidos. Su suposición fue correcta y caminó por el pasillo hasta que llegó a la única habitación cerrada presente. Le extrañó que no hubiera ningún guardia custodiándola, tal vez Sesmar ya no tenía más tropas.

Con un cuchillo, Frist logró forzar la cerradura y abrirla sigilosamente. Sesmar dormía profundamente y boca arriba, eso facilitaría el homicidio.

Con el mismo cuchillo con el que forzó la puerta, Frist colocó su hoja sobre el cuello de Sesmar. Un brillo morado repentino la cegó momentáneamente.

—¡¡¡SESMAR!!! ¡¡¡SESMAR DESPIERTA!!! —Chilló una vocecita.

Antes de darse cuenta, Frist había sido atravesada por la espada de Sesmar.

—Mis más sincero agradecimiento Pixie —Dijo Sesmar guardando su espada. Frist cayó al suelo.

—¡Iré por los demás! —Avisó Pixie antes de irse volando.

En pocos minutos Diego, Ludwig, Yiovenni y Anaid habían llegado.

—¿¡Intentaron asesinarte!? —Exclamó Yiovenni.

—Estoy bien gracias.

—¿El Imperio? —Preguntó Anaid —¿Cómo entraron?

—No fue el Imperio. Fue Miriam, esta mujer es de la Guardia —Aclaró Sesmar.

Diego se sentó con las manos en la cabeza. La impresión fue mucha para el.

—Entonces la Guardia también es un problema —Dijo Ludwig —Genial.

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