Galaiz

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Ludwig, Andrew, Alerión y Galaiz, Aiz...

—¿A qué te refieres con que te llamas Galaiz ahora?—Preguntó Andrew intrigado.

—Soy el mismo que llamabas Galbam, pero los élfos gélidos me mostraron una mejor forma de mi mismo—Explicó Galaiz.

—¿Qué te hicieron?—Preguntó Ludwig.

—¿Recuerdan que les hablé de Alerión y de que nos venía siguiendo?—Comenzó diciendo Galaiz.

—Si, lo mencionaste en un par de ocasiones—Respondieron Andrew y Ludwig a la vez.

—Resulta que Alerión accidentalmente encontró a unos élfos gélidos que habían notado una gran fuerza mágica sin aprovechar—Siguió explicando Galaiz.

—¿Y qué tiene que ver contigo?—Preguntó Ludwig interrumpiendo el relato.

—¡Deja que expliqué!—Le regañó Andrew.

—Los élfos gélidos sintieron que yo había tenido contacto con el usuario de esta magia—Continuó Alerión el relato—Utilizaron un tipo de magia que nunca había visto antes y formaron frente a mis ojos una representación de hielo de el que buscaban, el cual era Galbam, para mi sorpresa.

—¿¡Y qué pasó después!?—Preguntó Ludwig muy interesado, interrumpiendo para molestias de todos.

—Una de los elfos que estaban presentes hablaba más o menos nuestro idioma y le intenté decir lo que sabía, luego me llevaron a Aiz y un grupo salió a buscarlo, a su regreso me pidieron que les dijera a ustedes que esperaran unos días y luego vinieran aquí—Explicó Alerión.

—¿Pero... Por qué?—Dudó Ludwig.

—En ese tiempo, los élfos gélidos me llevaron con una especie de chamán que me dió un brebaje que al tomarlo adquirí entendimiento completo de su idioma por unos momentos—Explicó Galaiz mientras saludaba a un élfo que venía caminando—Incluso ahora sigo sintiendo los efectos del brebaje.

—¿Y luego?—Interrumpió Ludwig mientras las miradas irritadas de sus compañeros se fijaban en el—Está bien, no preguntaré más.

—Luego, mi curioso amigo, el chamán me enseñó muchas cosas que me permitió alcanzar niveles de entendimiento y poder que no había imaginado. Alerión les dijo que esperaran tres días, por que ese era el tiempo que el chamán necesitaba.

—¿Y el cambio de nombre?—Preguntó Andrew.

—¿¡Por qué nadie se queja cuando el pregunta!?—Inquirió Ludwig finjiendo falsa molestia.

—Como había sufrido una transformación total—Comenzó diciendo Galaiz—Decidí hacer un antes y un después, incluso soy diferente físicamente.

En ese momento, Andrew y Ludwig notan algo de lo que no se habían percatado, Galaiz estaba más alto, pálido, tenía los ojos grises, unas ojeras blancas y era más delgado.

Marc, María y Luis, Rumbo al Lago Anrema...

Los tres iban con sus caballos lo más rapido que podían, no sabían si los estaban siguiendo o no.

Luis calculaba que en veinte horas llegarían al lago, pero no tenían idea de como iban a cruzar.

No hablaban mucho porque tenían miedo de que alguien los escuchara.

—No puedo continuar, tengo que descansar—Pidió Marc con ojos enrojecidos.

—Creo que podríamos permitirnos una pequeña parada—Comentó María deteniendo su caballo—¿Qué dices Luis?

—Yo digo que sí—Asintió Luis.

Los tres se detuvieron y se fueron a dormir sin encender fogatas para que nadie que los siguiera.

María estaba sumida en sus pensamientos y no podía conciliar el sueño: Esto no era nada parecido a las aventuras que relataba Ramen mientras ella era su estudiante, en ellas, Ramen y sus amigos salían a defender su tierra, mientras que aquí lo que estaban era huyendo de unos bandidos a la vez que intentaban llegar a el Más Allá. Lo que más se preguntaba era por que había aceptado, existían miles de formas de obtener fama y de hacer el mundo mejor más fáciles que ir al mundo de los muertos a matar el alma de un dragón oscuro. Ni siquiera tenía mucha experiencia.

Luis durmió placidamente, con lo despreocupado que era estaba más bien emocionado por sus aventuras.

En cambio Marc se retorcía en sus sueños. Era un soldado, el mejor, Sesmar le confiaba los secretos políticos y eso le preocupaba, porque sabía que si sobrevivía a esto, tendría luego que sobrevivir a una guerra contra todo un imperio. En sus sueños veía a sus padres, aunque no recordaba bien sus rostros y nombres, los había perdido cuando era pequeño por culpa de Gil-Garald y Sesmar lo había acogido como hijo propio a los diez años.

A la mañana siguiente continuaron el viaje y llegaron al lago como tenían pronosticado.

Ramen, Diego y Pixie, En una pelea contra dos criaturas...

Diego y Ramen se veían en problemas, durante su lucha con un troll, un gólem de piedra había sido atraído por el ruido.

—¡Diego! ¡Coge al hada y vamonos! —Ordenó Ramen mientras retrocedía.

Diego cogió a Pixie con la mano izquierda y se fue corriendo en la misma dirección que Ramen, adentrándose en el bosque. Con las armas que tenían era imposible luchar con un gólem de piedra. Hael los siguió instintivamente aunque el otro caballo huyó en otra dirección.

Corrieron hasta que oscureció, quién sabía a cuales criaturas del bosque habrían alertado mientras huían.

—¿Do-Dónde estamos? —Dudó Pixie mientras despertaba.

—No tengo ni idea —Respondió Diego —Solo corrimos hacia el bosque.

—¿Puedes volar hada? —Preguntó Ramen.

—Me llamó Pixie—Corrigió Pixie con su característico enfado mientras volaba frente al rostro de Ramen.

—¿Reconoces el lugar?—Preguntó Diego.

—Volaré alto para ver—Respondió Pixie.

Tras unos minutos, Pixie volvió.

—No se específicamente donde estamos, pero a un par de kilómetros al oeste hay un templo abandonado que se usaba para adorar a un dios pagano—Informó Pixie.

—Vayamos entonces—Dijo Ramen.

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