Fiebre

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He tenido la semana más estresante desde que papá me delego encargarme del club. Desde que tenía dieciséis habían asistido, a los diecinueve me hice cargo, a los diecisiete había empezado a tocar, ahora tengo veintidós y en todo este tiempo, nunca había estado tan estresada como esta semana.

Esta semana el juego de luces había sido purpura y le echaba la culpa al color por causarme dolor de cabeza, afortunadamente el domingo era el día de descanso y el lunes inició una nueva decoración, esta vez en amarillo, no era mi favorito pero seguíamos una rutina ya establecida.

Los camiones con las bebidas se habían retrasado, congestionando un poco el ambiente del sábado por la noche, cuando por lo general los sábados son mis días. Este no, y sé realmente que empezó desde que me decidí finalmente a escribirle a la pequeña diva y ella me dijo que no iría. Le había mentido en una cosa durante nuestro intercambio, si bien Elena me comentaba algunas cosas, cada noche al llegar a casa, no podía evitar googlear su nombre y ver si había algo nuevo sobre ella, me estaba volviendo su fan ¿Quizá? Pero no iba a admitírselo.

Afortunadamente pude hacer el vídeo para ella, con la ayuda de Santi, mi otro hermano, quien no hizo preguntas cuando le pedí que grabara mientras cantaba.

Para el lunes, los nuevos pedidos que habíamos hecho de licores se retrasaron, haciendo retrasar el trabajo para el martes, el lunes no pudimos abrir, el martes todo se estaba estabilizando, más o menos era un día tolerable sobre todo cuando llegaron los camiones con los licores y se organizó todo el local. El miércoles había despertado ya como si todo estuviese perfecto, se me ocurrió entrar a Internet, a Twitter específicamente, y gracias a las nuevas cuentas que había empezado a seguir, llovían fotos de Alba con Joan en el set de grabación de su película, digamos que me sentí un poquito ofuscada, más ofuscada al darme cuenta de que ver aquello me ofuscaba, estaba siendo una idiota sin sentido. ¿El jueves? A Marta se le ocurrió subir su foto con Alba.

¡La maldita cosa fue viral!

Ella ni siquiera uso un ht para identificar a Alba, solo público la foto.

Los comentarios empezaron a llegar.

¿En qué lugar?

Nadie respondía porque nadie sabía.

Hasta que a alguien se le ocurrió decir que era en el club, añadiendo fotos de otras personas de esa noche para comparar el sitio y las luces.

Eso llevo a que retomaran las fotos de Alba hace semanas entrando al local.

Y eso llevo a que anoche, viernes, en la entrada del club hubiese algún que otro paparazzi intentando conseguir fotos ¿De qué? Alba no iba venir, ella seguía en Nueva York ¿No? Ni siquiera le escribí para decirle algo de esta locura, ella ya debía saberlo, supongo y ni siquiera había sido su culpa, sino de Marta.

Había discutido con ella anoche aun cuando sabía que no tenía la culpa, ella había dejado pasar varios días a propósito para poderla subir y ni siquiera como ya dije, había identificado a Alba en la foto.

Pero era ella, con esos ojos brillantes y una bonita sonrisa. Era ella y cualquiera que la haya visto la hizo viral.

—¡Joder!—gruñí exasperada, levantado unas cajas.

Era sábado, otro de ¡Mis! Sábados y yo estaba frustrada.

Y había visto a un par de fotógrafos afuera, desde muy temprano. He estado entrando por la puerta de atrás porque lo último que necesito es que me identifiquen como la Natalia Lacunza que falta para completar su historia.

Salí por la puerta de atrás cuando se hizo hora de ir a cambiarme y volví a entrar por ahí cuando regrese. Manu, uno de los chicos de seguridad de mayor confianza, me aviso sobre algunos fotógrafos en la entrada. Él quería espantarlos a la fuerza, pero si ellos estaban en la calle nada podíamos hacer, pero por nada del mundo les permitiría entrar al local. No quería ese tipo de basura caminando por aquí incluso si no tenían nada que averiguar.

Mi pequeña diva-AlbaliaWhere stories live. Discover now