Noche de Kabuki

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—¿Me vas a decir que cantaste esa canción, simplemente por qué si? ¿Qué no tenías otras intenciones? Como... ¿Dedicársela especialmente a Alba?—preguntó Marta por quincuagésima vez. No la veía desde el sábado, hoy ya era miércoles. Y con Alba habíamos decidido que por ahora, nadie sabría que habíamos adelantado un paso, dos, tres o más en nuestra relación, de cualquier manera, queríamos disfrutar del momento solo para nosotras. Así que yo estaba ignorando a Marta en este momento, ella era perceptiva, pero yo era terca. —¿Friends? Si esa letra es como ustedes, aunque ¿Ustedes se han besado? ¿Has dormido con ella? ¡Natalia! Te estoy hablando—seguía fastidiando.

—Ya te dije que solo la cante y ya, no busques más—seguí chequeando los insumos que habían llegado esta tarde al club con lo que tenía anotado en una tabla.

—Si claro, y por eso te fuiste con ella inmediatamente terminaste de cantar—dijo.

—No es la primera vez que pasa—dije con desdén. —Solo fuimos por ahí, a dar una vuelta. Como hacíamos tú y yo en el instituto. Y nunca hicimos nada más tu y yo ¿Uh?—la molesté, probablemente en el momento en que yo le dijera que en realidad si estaba en algo con Alba y que aquella canción tenía todo que ver y que todas sus preguntas tenían la respuesta que ella esperaba, ella iba a recordar este día para golpearme. Pero por ahora, estaba disfrutando de su rostro lleno de frustración.

—Como quieras, Lacunza. Pero que sepas que en este momento, no te elegiría a ti si el mundo se fuese a acabar y pudiera salvar a una persona—una fuerte carcajada brotó de mí. Ella era idiota.

—Vale, y yo te quiero Sango, pero así funciona el mundo—guiñe un ojo y seguí con mi trabajo. —Cambia el ánimo, mira... más tarde, vamos a ir a Kabuki con María, África y Alba ¿Quieres venir? Puedes traer a Paco, si quieres—sugerí.

—Hm... Kabuki ¿eh? Siempre he querido entrar a ese lugar, tal vez conozca a algún famoso—dijo haciéndose ilusiones.

—Dije que podrías llevar a Paco—recalqué.

—Y yo dije que podría conocer a un famoso, mejor inclinemos la balanza a mi suerte—ya la tenía donde quería.

—Bien, entonces. Ve a arreglarte pequeña cabra, ¿Te parece si llegas a mi apartamento luego recogemos a Alba y después nos vamos?—le expliqué.

—¿Y por qué no llega directamente a Kabuki? O ¿Por qué ella no se va con sus amigas?—preguntó, insistiendo, mirándome con complicidad. Yo le di una gran sonrisa.

—Porque si llegamos solo tú y yo, sin ella. No nos dejaran entrar. En cambio María y África, ya tienen pase—expliqué.

—Te odio—murmuró entre dientes.

—Me amas, Sango. Por eso nos vemos en un rato—dije terminando de registrar que todo estaba correcto en los documentos para finalmente dar indicaciones a los chicos de como funcionarían las cosas esta noche, sin mí.

...

Una vez listas y en mi auto, llegamos a casa de Alba. Afortunadamente ella estaba llevando unos días de paz por parte de los paparazzis, su casa parecía aparentemente despejada, así que me estacione a un lado de la verja de entrada y la llame, avisándole que estaba con Marta en mi auto, esperándola.

Marta era mi copiloto y no podía pedirle que se pasara para atrás, siendo ella mi mejor amiga, ¿Por qué le pediría que dejara a Alba adelante? Ante la vacilación de la pequeña diva al darse cuenta, no pude hacer otra cosa que reírme mientras ella subía a la parte de atrás.

—¿De qué te ríes?—Marta estaba cuestionando cada uno de mis movimientos, tenía la ligera sospecha de que no iba a quitarme un ojo de encima en toda la noche. Mire a Alba a través del espejo retrovisor, ignorando a mi amiga.

Mi pequeña diva-AlbaliaWhere stories live. Discover now