No dejes que haya una segunda vez

2.1K 118 0
                                    

Miki se había vuelto un poco loco al saber que me iba a casa de Natalia. Dave, para mi sorpresa, estuvo completamente de acuerdo, sobre todo cuando nos dimos cuenta más tarde que los reporteros seguían pensando que yo estaba en el hotel, o en mi casa o en cualquier lugar que no era el apartamento de Natalia.

Las chicas, por su parte, estaban encantadas de que yo estuviese ahí, ellas habían desarrollado este fanatismo por nosotras y se comportaban realmente idiotas al respecto, sin embargo no se decidían a venir con miedo de tener paparazzis detrás de ella. Esta lugar era perfecto porque ellos no lo conocían, pero si ellos legaran a saberlo y vieran a Natalia entrar aquí y supieran que estoy aquí, las cosas se saldrían de control de una manera muy poco agradable.

Un par de días habían pasado desde que ella me trajó hasta aquí y eso había mejorada mucho las cosas para mí, no me sentía tan atosigada como en el hotel, al menos tenía más espacio y una máquina de ejercicios.

Ahora era de noche y Nat había tenido que ir al club, yo estaba sola porque rechace la compañía de Marta, su amiga, no es que la chica me cayera mal, pero a veces me miraba demasiado y me hacía sentir extraña, así que prefería estar sola. Nat solo se reía de mis motivos, era una idiota.

*

—Irradias felicidad, pequeño unicornio—me reí por la forma en la que Marta me llamó pero levanté mi dedo medio para enseñárselo. Estábamos detrás de la barra ayudando con los tragos.—Yo sé porque lo haces—ella acusó, había estado muy molesta desde que Alba estaba en mi apartamento. —Tienes a la pequeña princesa secuestrada en tu torre—siguió.

—Los unicornios no tienen torre—dije, siguiendo su paradoja demente.

—Tú eres un unicornio especial—ambas nos echamos a reír. —Hablando en serio, Nati. ¿No piensas tomar ventaja de ella ahí contigo?—suspiré, ella había intentado tener este tipo de conversación conmigo pero yo había estado renuente y evadiéndola cada vez que podía. Sonreí a un chico y tome su pedido para empezar a preparar su trago, cuando lo tuve listo guiñé un ojo hacía él, riéndome por lo fácil que era coquetear.

—Nunca he pretendido tomar ventaja de ella, no antes, no ahora que está ahí—dije, respondiendo finalmente a Marta.

—¿Por qué? No puedes decirme que no te gusta porque yo sé que lo hace, te conozco—afirmó.

—Lo hace—asentí.—Y me gusta, no te lo voy a negar. Pero ella... tal vez no quiere algo como eso, su vida es bastante complicada con solo unas fotos con una amiga, ahora imagínate que esa amiga en realidad sea algo más—dije. —Y ni siquiera yendo por ahí, ella ha tenido solo relaciones heterosexuales—señalé.

—Yo te he dicho alguna vez, tú puedes hacer dudar de su heterosexualidad a cualquiera. Cierto ¿Chica?—Marta preguntó a una chica sentada en la barra que me miraba con insistencia, sonreí hacía ella negando, pero esta asintió como si hubiese estado escuchando todo el tiempo, reí más fuerte.

—Creo que como estamos, estamos bien—dije.

—Eso es lo que piensas ahora, porque la tienes constantemente, imagínate que no porque ella sale con alguien más, su tiempo es de alguien más—empezó a decir. Detuve en seco mis actividades para girarme hacía ella.

—Nada de lo que me digas me va a hacer cambiar de opinión—sentencié. —Y ahora, me voy a ir, voy a llevarle algo de cenar—asintió, sonriendo y negando

...

—¿Quieres salir—pregunté mirándola después de haber cenado.

—Ya cenamos, y sabes que es... no es conveniente—me respondió, insegura, pero incapaz de ocultar la emoción que eso le suponía, podía verlo en sus preciosos ojos.

Mi pequeña diva-AlbaliaWhere stories live. Discover now