49. Un paseo nocturno Parte 1

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—Elizabeth, es la quinta vez que llaman preguntando por ti—escucho la voz de Claudia del otro lado del comunicador.

—No recibiré ninguna llamada de nadie—corto la comunicación.

Reviso la máquina para asegurarme que el sistema esté en orden y en perfectas condiciones. Checo mis anotaciones para asegurarme de que la corriente sea la adecuada y el circuito este bien conectado y de acuerdo a mis notas.

—¿entonces?

—No podemos escuchar nada. Algo extraño, no lo crees

—Yo solo lo encendí.

—¿Qué quiere decir el anciano con el Pentágono?

—No tengo idea—me doy media vuelta para dirigirme a él.

—¿Qué pasara?

—no hay señales del anciano ya que todo momento estuvo oculto en su sombrero y la luz no era la adecuada. Así que no tenemos pista de él pero si sabemos que está detrás de la investigación...

—Si...—apenas le pongo atención cuando siento otra vez mi nariz sangrar. —Rayos...—inclino mi cabeza hacia atrás.

—No eches tu cabeza hacia atrás—me pide mi padre y me tiende papel. —Presiona tu nariz....está saliendo mucha sangre

—Si gracias—contesto casi corriendo de ahí para encerrarme en el baño.

Tomo otro pedazo de papel y presiono mi nariz pero no es suficiente. Sigo llenando papel tras papel.

Me sostengo del lavabo al sentir que me estoy ahogando. Siento rasposa mi garganta y muy seca. Comienzo a toser siento que algo se me atora en mi garganta. Toso más fuerte y al fin expulso más sangre, de una forma densa y espesa.

No sé cuánto tiempo llevo en el baño pero me siento realmente débil. Me duele la garganta, el estómago, la nariz. Para empeorar las cosas los cólicos se volvieron más fuertes.

Se me dificulta respirar, siento que la sangre me ahoga y en mi garganta igual siento un burbujeo que me impide respirar. Sigo escupiendo sangre por la boca para poder liberar mi garganta para poder respirar pero pareciera que una llave se ha roto en mi ya que no termino de sacar sangre de mi boca y mi nariz.

Abro la puerta para pedir ayuda pero me siento débil y la sangre en la garganta me impide hablar. Caigo al suelo, sin poder salir aun del baño.

***

Abro mis ojos. Intento moverme pero mi cuerpo me duele. Siento algo que me pulsa en mi brazo y apenas logro mover mi cabeza a la derecha y ver que tengo dos tubos inyectados en mí. Uno me saca sangre—eso creo ya que es imposible que se compatible con alguien— y el segundo me inyecta suero.

Intento sentarme pero siento como mis brazos tiemblan y me dejo caer en la cama de nuevo.

—Me alegro que ya despertaras—entra la doctora Sullivan con una bandeja en la mano.

Estoy por hablar pero con el solo intento de hablar se me desgarra la garganta. Me doy cuenta que incluso tragar saliva se me complica.

—No hables. Te lastimaste por el esfuerzo que hiciste al vomitar y toser la sangre.

Hablo con señas: " ¿Que me paso? ¿Qué fue eso?"

—Al parecer tu sistema se sobrecargo. De alguna manera tu cuerpo está produciendo más sangre de lo normal—pone la bandeja en la mesa. Me ayuda a sentarme en la cama y está por tomar la bandeja y niego con la cabeza. La doctora no me reprende y se sienta en la silla junto a la cama.

No Confies En NadieWhere stories live. Discover now