59. Lo que fue de nosotros

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La sangre me hierve de la vergüenza y del enojo aunque no muevo ningún musculo

El video se sigue reproduciendo y en primer plano aparezco yo sentada en una cama—para empeorar las cosas—desecha, con una pierna flexionada donde estoy recargada para dibujar.

—Deja de grabarme—digo en el video sin levantar la vista.

—Te ves hermosa—habla Chase detrás de la cámara.

—Ya deja de grabarme—repito.

Me levanto de la cama recogiendo mi cabello desordenado en un moño. Mientras me voy acercando bailo de manera sexy y provocativa moviendo mis caderas a una música que solo escuchaba yo. La cámara enfoca mis piernas desnudas y van subiendo a mis muslos donde llega la camisa que llevaba y se detiene en mi rostro donde hay una sonrisa pícara. De nuevo bajan a mis piernas pero antes de poder hacer de nuevo el recorrido, la cámara se desenfoca de manera brusca, de fondo se escucha las quejas de Chase.

—Se lo que estabas haciendo— la cámara ahora enfoca hacia nosotros dos, donde una gran sonrisa adornaba nuestros rostros.

Beso su cuello detenerme en su oreja hago un camino de besos hasta sus labios.

Los chiflidos y los piropos explotan en la cafetería ante la escena pero el video aún no termina.

La cámara se desenfoca de nuevo de manera brusca. Se escuchan nuestras risas y besos de fondo. La cámara queda al revés en la cama, habíamos olvidado por completo que estábamos grabando. Descuidando lo que grabamos. Los dos seguimos besándonos sobre la cama.

Me doy me día vuelta avergonzada al ver que el público se aloca al ver que la camisa sale de mi cuerpo.

Aquella vez no había sucedido nada. Aun no sucedía nada.

De nada sirve de que sepa lo que paso aquella vez, justo en este momento todos los que han visto el video ya tienen ciertas imágenes de lo que sucedió después.

Las miradas ya han caído en mí, dándose cuenta de mi presencia.

Un nudo crece en mi garganta, el nudo esta tan grande y amargo que se me dificulta tragar saliva. Jamás había sentido tanta humillación en mi vida.

Eso era algo privado que nadie debía a ver visto.

Hago mis manos en un puño furiosa clavando mis uñas en las palmas de mis manos. Ignoro las miradas indiscretas que me mandas centrándome en matar, descuartizar, estrangular con mis propias manos al único culpable.

Abro la puerta deteniendo en el marco de la puerta al escuchar que algo metálico cae al suelo en un sonido sordo.

Miro al proyectador tirado en el suelo enfrente del pequeño objeto está de pie Chase con una mirada dura mirando al público quienes han presenciado nuestro pequeña escena.

Los chicos lo abuchean por haber apagado el video antes y se quejan lanzándole una que otra cosa de comida. Otros nos miran ambos de un lado a otro pasan su vista en espera en ver lo que se desatara.

Aprieto los labios hasta que quedan blanco.

No quiero darles lo que ellos quieren. No seré su estúpido títere.

Cierro la puerta detrás de mí caminando de prisa por los pasillos. Ocultándome en el único lugar que nadie molestara. La enfermería.

Todo el día me la paso escabullendo de Chase algo que ya tengo práctica. Y de Will moriré de vergüenza si me topo con él

Camino por el pasillo con la música lo más alto que puedo tratando de transportarme a otro universo. Por más que intento no agachar mi cabeza al abrir el casillero, miro hacia abajo. Incomoda veo mis piernas desnudas, la falda me llega más arriba de la rodilla. Mi rostro se calienta por la vergüenza y del enojo.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora