Capítulo 28

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Jueves 6 de Junio, 2013


Unas nubes negras se cernían sobre la ciudad, con el sol luchando por atravesarlas, tornando todo de un amarillo pálido que me recordaba a las sensaciones de náuseas. Cuando la puerta fue golpeada por milésima vez, me resigné, y examiné mi vestimenta. Llevaba una musculosa blanca, unos shorts de jean y medias negras y largas. Tenía el pelo revuelto, casi sucio, pero agradecí mentalmente por haberme dado un baño el día de ayer. Arrastré mis pies descalzos hasta la puerta, y la abrí.

Jonny me miró atentamente. Escudriñó mi vestimenta, mi rostro, mi cabello. Se dio cuenta de unos cuantos moratones en mis brazos y el cuello. Maldije para mis adentros por no haber llevado algo más que cubriera mi piel, porque delante de él me sentía demasiado expuesta.

-Cuéntame qué pasó -exigió Jonny entre dientes, con los brazos cruzados.

Los tatuajes asomándose en su cuello y antebrazos me regalaron una sensación de familiaridad, como si estuviese viendo una fotografía antigua de mi niñez después de mucho tiempo.

-A ti qué te importa -repliqué.

Enarcó una ceja, desafiante. Solté un bufido.

-Me caí de las escaleras -afirmé mirando hacia otra parte, menos a él.

-¿Por qué? -Más que una pregunta, parecía una orden.

-Porque estaba ebria, no lo sé -murmuré, avergonzada de mí misma.

Lo cierto era que estaba avergonzada de lo que había hecho en aquellos últimos días. Me despertaba y volvía a caer en la inconsciencia, una y otra vez.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Sonidos de pájaros ululando en los árboles dieron un ambiente casi taciturno, pero natural.

-Lo siento mucho -dijo-. No tienes idea de cuánto lo siento.

-Mentiroso -susurré, con veneno en mi voz. Estaba enojada y molesta, aunque sabía que él lo hacía-. No lo sientes en absoluto.

Pasaron unos minutos largos. Pensé que él estaba mirándome con reproche y enfado, pero cuando examiné su rostro me quedé sin respiración. Allí estaba su expresión sombría, pero llena de preocupación. La sensación de transmitir preocupación en otra persona hizo que el túnel sin salida mágicamente tuviera una escapatoria.

-Te he echado de menos -dijo Jonny con la voz entrecortada.

Cerré los ojos. Palidecí.

-Yo también -murmuré.

Volver a entablar conversación con una persona me resultaba extraño. El aroma masculino que siempre llevaba Jonny consigo hizo que me sintiera en casa otra vez. Aparté esos pensamientos de mi mente.

-Tengo una sorpresa para ti.

Abrí los ojos como platos. Él sonrió maliciosamente.

El corazón me latió deprisa.

-No quiero tus sorpresas, sabes que odio las sorpresas -gruñí.

-Está bien -dijo burlón, alzando sus brazos-. Entonces nunca lo sabrás.

Jonny hizo un ademán de alejarse, pero me apresuré a sostenerle del brazo.

-No, para -prácticamente grité-. Dime, ahora tienes que decirme.

Jonny ahogó una risilla mientras se dirigía de vuelta hacia atrás con las manos en los bolsillos. Llena de rabia, cerré la puerta con fuerza.

«Se burla de mí, él se está burlando de mí», pensé amargamente.

Cuando los ángeles merecen morirWhere stories live. Discover now