ii. CAPÍTULO UNO, PARTE DOS.

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CHAMELEON.
Capítulo uno, parte dos.

Capítulo uno, parte dos

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Antes de todo.

Seguíamos en la fiesta, y fui con Nadia y con Rebe al baño, porque los cubatas, aparte de subirte la moral, te subían las ganas de mear, también, y tenía que descargar un poco antes de seguir bailando.

Cuando salí de la cabinita las vi a las dos hablando alegremente. Nadia sacó un pintalabios del bolso para retocarse el perfilado y Rebeka comenzó a negar, mientras me miraba, cómplice.

—Qué va, tía. Ese no lo veo yo nada para ti, ¿eh? —sacó uno de su bolso y se lo dio—. Sin embargo, yo tengo este que te va a quedar todo Gucci.

Nadia la miró un tanto confusa, y luego me miró a mí.

—Creo que te podría quedar bien. Rebe tiene muy buen gusto para el maquillaje —comenté, y ella me sacó la lengua, divertida.

—Si es que la Emily es un amor. Vente para acá, guapa, que estás muy lejos —me moví a su lado y Nadia suspiró.

—Es que... me da la sensación de que estoy haciendo algo que no debería.

Rebe y yo nos miramos.

—¿Pero a que da gustito?

Me marché del baño un poco antes que ellas y caminé a la barra, junto a Samuel, que esperaba a que le sirvieran otro cubata. Me miró de reojo, como si no le gustara del todo que estuviera ahí, y yo me limité a alzar mi copa de CocaCola y a brindar con él, para quitarle un poco de incomodidad al asunto.

A los pocos minutos, salieron ellas del baño y al mirar a Nadia tuve que fruncir el ceño por la confusión que me suponía verla sin el hijab. Se lo había quitado, aparentemente, y caminaba hacia nosotros dedicándole miradas seductoras a sus lados; más bien, a una persona en concreto: Guzmán Nunier, que le devolvía el gesto y le añadía una expresión boquiabierta que me hizo carcajear en el sitio. Conque era eso, ¿no? Había pique entre los dos, y Nadia iba un paso por delante de él.

Al llegar a nuestro lado, Rebeka sacó una petaca y le echó whisky a su CocaCola ya servida, antes de mirarnos, sonriente.

—A mí no me clavan doce pavos por un cubata. Seré rica, pero no gilipollas.

Samu y Nadia se rieron, y yo tomé la petaca para echarle a mi refresco, mientras miraba a Samuel de reojo.

Rebeka también se lo comía con los ojos. ¿Qué pasaba con la frustración sexual en Las Encinas, por Dios? Estaban todos tan hormonalmente inestables que tenían que comerse con los ojos antes que comerse de verdad.

Rebe parecía cabreada.

—Oye, Samuel, y tú cuándo vas a contestarles con una buena piña a los pijos esos, ¿eh?

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin