xiii. CAPÍTULO CINCO, PARTE CUATRO.

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CHAMELEON.
Capítulo cinco, parte cuatro.

Capítulo cinco, parte cuatro

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63 horas desaparecido.

Ander me mira como si no me conociera. Está parado junto a mi puerta, apoyado en el marco, con los brazos cruzados y las piernas separadas. Por un momento mira al suelo, y vuelve a mirarme a mí. No decimos nada, porque realmente no hay nada que decir. Es mi mejor amigo y aún así siento que está a millones de años luz de lo que yo estoy; que vivimos en mundos distintos y que no nos comprendemos realmente. Quizá es porque somos niños, porque la amistad no es cosa de adolescentes hormonalmente inestables que pasan la mayor parte del tiempo jugando a ser alguien que no son.

Quizá, y solo quizá, debemos crecer y aceptar la cruda realidad en la que ambos estamos metidos.

Que hemos encubierto a un asesino, y que debemos atinar a las terribles consecuencias.

Finalmente lo dejo pasar y le ofrezco un hueco en el sofá de mi salón, que no es muy grande, pero es cómodo. Él se sienta y se pasa las manos por los rizos antes de reír nerviosamente. Alza la mirada y niega.

—No me lo creo. Que lo hayas hecho.

Su voz suena rota. Tiene ganas de llorar y eso lo empeora todo, porque yo también tengo muchísimas ganas de echarme a llorar e irme a un sitio remoto del planeta del que no pudiera escapar. Me limito a sentarme a su lado y a apoyar la cabeza en su hombro, a lo que él pasa su gran mano por mi cintura y me atrae un poco más a él. Estamos solos en esto y lo sabemos.

—Lo hemos hecho todo mal, Ander —le susurro y él chista—. Es nuestra culpa. Por no decir nada.

—Debería haber hablado con Guzmán —se lamenta, junto a mí—, y ahora es demasiado tarde.

Alzo la mirada y sonrío tristemente.

—Siempre podemos hacer como si nada hubiera pasado. Pronto se acerca la Navidad, y... es un periodo de felicidad, ¿no? —le digo. Él también me sonríe.

—Podríamos intentarlo.

—¿Te acuerdas, en la fiesta de Halloween, cuando me encontraste, después de lo de Nano, y me preguntaste qué había pasado y qué había dicho? —le pregunto, y asiente—. Hay algo más.

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Antes de todo.

Omar y Lú seguían bebiendo en la barra incluso cuando yo ya hube salido del rinconcito con Polo. Dijo que se iría a casa, que estaba muy cansado y que le dolía la cabeza, por lo que lo acompañé a la salida y me despedí de él con un beso en los labios.

Acto seguido fui a buscar a Cayetana y le comenté que cuando ella quisiera que nos fuéramos, me lo dijera. Le conté lo que pasaba con Polo y me dijo que no me preocupara, que seguro que solo estaba cansado. Me limité a sonreírle y a marcharme afuera, a que me diera el aire.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEWhere stories live. Discover now