viii. CAPÍTULO TRES, PARTE DOS.

1.1K 92 27
                                    


CAMOUFLAGE.
Capítulo tres, parte dos.

Guzmán se marcha, y sinceramente, no sé qué hacer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Guzmán se marcha, y sinceramente, no sé qué hacer. Samuel me ignora, por supuesto, porque para qué va a admitir que se estuvo equivocando durante meses; Valerio y Cayetana están a lo suyo y de veras que quiero acercarme a ellos para hablar, pero no puedo, no me lo permite el alma. Ellos no tienen culpa de nada, y después de todo, supongo que se merecen al menos un abrazo grupal para consolarnos los unos a los otros. Nadia y Lú han desaparecido y Ander está con Omar. Estoy sola, sentada en el sofá del teatro Barceló, con los pies encima de la mesa de cristal y las manos por detrás de mi espalda, para cubrir la herida, cuando de pronto, Carla Rosón se sienta a mi lado.

Su moño rubio me sigue haciendo gracia, porque está enlacado hasta la médula, y se mantiene muy rígido.

La marquesa suelta aire y me mira.

—No te he dicho nada del vestido porque no me ha dado tiempo —murmura—, pero te sienta de maravilla, como todo lo que te pones.

Sonrío y la miro de vuelta, a lo que niega y se acomoda en el sofá.

—Esto no debería haber acabado así, Em —me dice—. No quiero que te sientas culpable, porque no lo eres. No lo somos ninguno de nosotros.

—Valerio dice que él quería morir —replico—, pero no estoy tan segura de ello. Polo estaba mejor.

—Lo sé —intenta calmarme, y coloca su mano en mi mejilla—, cariño, lo sé, yo también lo veía mejor.

Mira hacia abajo y ve mi venda, a lo que traga saliva.

—Vamos a salir de estas juntas, lo sabes, ¿no? —vuelve a preguntar—. Porque somos amigas.

Río y asiento, y Carla se acerca un poco más.

—No llores más, por favor —pide—. Cuando lloras, se te aclaran los ojos.

Me da un pequeño beso en la mejilla y se separa, por lo que ambas nos quedamos mirando al frente, cogidas de la mano.

Cuando Polo y yo llegamos a su casa, me entró añoranza al recordar el camino, y aunque lo habíamos andado y estábamos un poco cansados, valió totalmente la pena porque estuvimos hablando de nuestras cosas. Polo era un amor. A pesar de todo lo pasado seguía teniendo esa voz tranquilizadora y esas ideas tan suyas que lo hacían único.

Su última ocurrencia había sido stalkear a Valerio Montesinos, y le tuve que mirar un tanto estupefacta, porque vale, sí, Valerio nos ponía a todos (al menos, a mí sí), pero no esperaba para nada que le pusiera a él.

Paramos frente a la puerta y lo miré, mientras él seguía hablando.

—Es que ha sido que se acercara a ver cómo estaba y me ha entrado algo... Uy, de verdad, que repelús —dijo, divertido, por lo que reí—. ¿Qué pasa?

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora