v. CAPÍTULO TRES, PARTE UNO.

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CHAMELEON.
Capítulo tres, parte uno.

Capítulo tres, parte uno

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36 horas desaparecido.

Cayetana está en la clase con mi tía. Esa chavala nunca me ha dado buena impresión y sigue sin dármela. Miro a través del cristal y mi tía me hace un gesto para que me aleje. Joder, no puedo con esto.

Carla, que está a mi lado, apoyada contra la pared, comienza a sollozar de nuevo.

—Nunca he querido hacerte daño —dice, con voz queda—. Jamás, porque a diferencia de ti, yo sí estaba enamorada.

—Ya, y por eso follabas con Samuel.

Carla aprieta los labios.

—Tú le decías que follara conmigo, ¿o no te acuerdas de eso tampoco? De las casualidades que suponía que tú y yo quedáramos y el mismo día quedara también con él —recrimina—, pero claro, antes no parecía molestarte, porque estabas consiguiendo lo que querías, ¿no? Tenerme encoñada.

Suelto aire por la boca e intento no pensar mucho en ello, pero me lo está poniendo difícil.

—Mira, Carla, siento mucho que haya acabado así.

—¿En serio? Pues yo lo siento más. Uno no dice te quiero si lo único que va a hacer luego es dar de lado.

—Tú hiciste eso con Christian, ¿o no?

Carla cierra la boca y desvía la mirada. Sé que le he dado en su punto débil.

—Así que es por eso —murmura.

Yo me encojo de hombros.

—En parte. 

Carla deja escapar aire por su boca y la puerta de clase se abre dejando salir a Cayetana con una amplia sonrisa en el rostro. Por lo visto, mi tía no ha conseguido sonsacarle nada importante a la rubia.

Y eso me cabrea muchísimo más. Qué bien se le da mentir a la desgraciada.


_______ ○ _______

Antes de todo.

La cafetera chirrió un poco antes de expulsar el cortado y me lo llevé a los labios sin que me importara un mínimo quemarme. Tenía frío y el café era lo único que parecía quitármelo.

Había llegado a Las Encinas antes de tiempo y había visto a Cayetana echándose una extraña siesta en el sofá del pasillo. Ella se había limitado a mostrarme una falsa sonrisa y a preguntarme que por qué me la había quedado mirando. ¿Acaso no era obvio? ¿Quién en su sano juicio se echaba una siesta en medio del pasillo? ¿Y cómo había llegado tan temprano?

Avancé por el pasillo justo a tiempo para encontrarme a Carla entrando por las puertas. Me miró y me dedicó una enorme sonrisa de alivio antes de acercarse a mí y ponerse un poco de puntillas para darme un beso en lo labios. Yo me quedé en el sitio y alcé una ceja, mientras los otros estudiantes pasaban por nuestro lado mirándonos un tanto extrañados.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEWhere stories live. Discover now