viii. CAPÍTULO CUATRO, PARTE UNO.

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CHAMELEON.
Capítulo cuatro, parte uno.

Capítulo cuatro, parte uno

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59 horas desaparecido.

—Háblame sobre Polo.

Miro a mi tía y frunzo el ceño, aunque estoy muerta de miedo por dentro. Lo último que quiero es que me hable de él.

—¿Por qué?

—Queremos ver si algo de lo sucedido desde principio de curso tiene que ver con la desaparición de Samuel —me dice, sin mirarme a los ojos. Sé que está decepcionada conmigo—. ¿Sabes algo de lo que pasó en la piscina?

_______ ○ _______


Antes de todo.

Samuel, Rebeka y yo íbamos a clase, y ella estaba completamente perdida en lo que había pasado últimamente. Tanto, que tuvimos que contarle todo.

Ella bufó.

—Mira, Samu, lo único que digo es que al principio todo trataba de descubrir a la marquesa, y ahora estás buscando excusas para que no sea culpable —dijo, enfadada, y Samuel me miró de reojo—, y tú, doña engaños —me miró y me señaló— has ido a juntarte con el tío más raro que hay en la clase. Está todo el día empastillado, Em. No te conviene.

—Son contra la ansiedad —le defendí. Rebeka rió sarcásticamente.

—Ya, pues no veas qué ansiedad tiene el muchachote, ¿no? Todo el día jala que jala, una pastilla tras otra —chistó, divertida, y le dio un golpe a Samu en el pecho para luego señalarme con la cabeza—, si es que tiene huevos la cosa con vosotros dos. Sois unos descerebrados por meteros en algo que no os conviene. ¿No me veis a mí, tan pancha, sin estar metía yo en nada de eso? Pues miraros ahora a vosotros, que parece que habéis visto un fantasma.

Desvié la mirada al suelo. Tenía razón. Meterme en esto había sido un error, pero ahora no podía dejar solo a Samuel con toda la mierda.

—Anda, tiro para adelante —se despidió—. Nos vemos, chavales.

Nos lanzó un beso y se fue, y Samuel y yo nos quedamos sin decir nada.

En el cambio de clase estábamos en el descansillo de la escalera, justo cuando pasó Ander.

Lo llamamos, y giró a vernos a regañadientes. Parecía molesto por algo. Samu le preguntó por Omar, y yo simplemente fui afán a la conversación hasta que terminaron de hablar, y tomé a Ander por la manga de la chaqueta, para llevármelo lejos de todos.

Él estaba nervioso.

—¿Cómo está Polo? —le pregunté, y no supo qué responder.

—No me hables de él, que bastante harto me tiene ya —fue lo único que dijo, antes de cambiar completamente de tema—. ¿Qué tal con Carla?

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDove le storie prendono vita. Scoprilo ora