xii. CAPÍTULO CINCO, PARTE TRES.

1.7K 120 14
                                    


CHAMELEON.
Capítulo cinco, parte tres.

Capítulo cinco, parte tres

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Antes de todo.

La copa que Valerio me había dado estaba demasiado poco cargada, y al terminármela, aún no me había subido lo suficiente como para liarla parda, así que tuve que ir a servirme otra, atravesando a la extraña multitud de gente que estaba en casa de Rebeka y que, por alguna razón, yo no conocía.

La madre de mi amiga estaba por ahí congeniando con los de mi edad, y me pareció demasiado raro. Tanto, que prefería no encontrarme con ella para ahorrarme una incómoda conversación con una mujer que atravesaba sus cincuenta y por alguna razón trataba de entablar amistad con niños de dieciséis o diecisiete años. Me parecía enfermizo, más que raro, así que cogí el camino más largo para ir a por la bebida, mientras ella ahora hablaba con un niño rarito que había visto varias veces por Las Encinas. Podía ser lo rico que quisiera, pero lo había pillado comiéndose los mocos al menos dos veces en clase. Iba de Jabba el Hut, y me pareció irónico.

Al llegar a la barra, unas manos se enredaron alrededor de mis ojos, tapándomelos. Esperé a que la persona me dijera de adivinar quién era, pero yo ya lo sabía.

No existían unas manos tan finas y de princesa que no fueran las de Carla Rosón.

Efectivamente, acerté, y al girar, tuve que alzar una ceja, sorprendida.

—Oh, lord Amadeus. Qué curioso verlo por aquí.

—No soy Mozart, idiota —se defendió.

Yo me encogí de hombros, a la vez que reía, pero ella se mantuvo seria. Me cuestioné si le había molestado el comentario, aunque ella pareció haber pasado del tema, y me cogió de la mano para llevarme a un lugar apartado. La copa que había pedido se acabó quedando en la mesa, y maldije para mis adentros. Joder, cómo quería emborracharme.

—Eh, eh, eh. ¿Adónde te crees que vas? —pregunté, soltándome de su agarre—. Eres un poco rara.

—No. Rara eres tú, que estás saliendo con Polo —me recriminó.

Yo estaba confusa, y me crucé de brazos.

—¿A qué viene eso?

—No deberías juntarte con él. Ya te lo avisé una vez y no voy a hacerlo una tercera —me respondió, alarmada—. Polo no es buena persona, ¿vale? No es alguien especialmente cuerdo, por decirlo. No te acerques a él, porque vas a acabar muy mal y no quiero que pase.

Solté aire.

—Carla, lo nuestro... estuvo muy bien, ¿vale? Nos divertimos —dije—, pero, Polo es un encanto y me gusta, así que no veo bien que intentes hacerme creer lo contrario. Que puedes tener razón, que no te digo que no, pero, si es así, lo descubriré por mí misma, y estaré con él el tiempo que dure.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEWhere stories live. Discover now