i. CAPÍTULO UNO, PARTE UNO.

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CAMOUFLAGE.
Capítulo uno, parte uno.

Entre el ruido de la peña bailando, el alcohol que poco a poco consume mi cuerpo y la de vueltas que estoy dando en la pista de baile, no me entero de cómo se rompe el cristal de la parte de arriba de la discoteca, y sigo a mi rollo como si no pas...

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Entre el ruido de la peña bailando, el alcohol que poco a poco consume mi cuerpo y la de vueltas que estoy dando en la pista de baile, no me entero de cómo se rompe el cristal de la parte de arriba de la discoteca, y sigo a mi rollo como si no pasara nada hasta que veo cómo una gran sombra antropomorfa se aproxima a una gran velocidad hacia la pista de baile. Consigo apartarme a tiempo aunque por poco me cae encima, y es entonces cuando mi mente vuelve a conectarse y se centra en los gritos que emanan de las bocas de la gente que hay a mi alrededor.

Y es en ese momento cuando miro el cuerpo que yace en el suelo y se cae mi copa al suelo, rompiéndose en mil pedazos.

Termina de caer la lluvia de pequeños cristales. Algunos rozan mi piel por un efímero momento y me cortan de lo rápido que caen, pero me da lo mismo. En cierto modo no puedo sentirlo. No puedo concentrarme en dividir mis emociones.

—¡EMILIA! —me gritan, y es la voz de Guzmán, que viene corriendo y me toma por los hombros.

Está llorando, y creo que yo también, porque lo único que noto en mi cara es un líquido templado y salado que llega hacia mi boca.

Guzmán me tambalea y me coloca en un lugar alejado del cuerpo.

—Emilia, eh, eh...

Consigo mirarle a los ojos por un efímero momento, y mis labios, secos y llenos restos de lágrimas que ahora se deslizan por mi cuello, se entreabren para dejar escapar un triste alarido ensordecedor.

Él me abraza, tiene las manos llenas de sangre y me mancha con ellas, y yo solo puedo ver esos ojos azules inertes que me perforan como el día en que volvió a Las Encinas.

Los ojos de Polo, abiertos de par en par, que me atraviesan el corazón, partiéndolo en dos.

Y todo comenzó aquel maldito día en el que volvió.

Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Habían terminado las vacaciones de Navidad y era el primer día de clase. Volví de Asturias hacía unos días pero no había avisado a nadie y quería darles una sorpresa al llegar, lo cual funcionó. Parecía que todo volvía a estar en su sitio, menos Guzmán con Ander. A pesar de todo se seguía notando una gran incomodidad entre ellos, incluso si Guzmán le felicitó las fiestas a mi mejor amigo.

Parecía que el año iba a comenzar como debía, con risas y felicidad, pero entonces apareció él.

Lo habían soltado, y allí estaba, mirándome a los ojos como si quisiera matarme.

No lo comprendía. Mi mente no llegaba a tales puntos. ¿cómo era posible que lo hubiesen soltado tras las confesiones de Carla? No me parecía lógico. Ni lógico, ni legal.

Mi primer impulso fue ir a darle una bofetada, pero tuve que reprimirme, y Samuel me agarró del brazo, acercándome un poco más a él. La cosa se iba a poner fea y los dos lo sabíamos a la perfección.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora