xi. CAPÍTULO CINCO, PARTE UNO.

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CAMOUFLAGE.
Capítulo cinco, parte uno.

Valerio no se molestó en absoluto cuando le dije por qué no había ido con ellos tras la fiesta de San Valentín, aunque dudaba que Polo hubiese sido tan comprensivo

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Valerio no se molestó en absoluto cuando le dije por qué no había ido con ellos tras la fiesta de San Valentín, aunque dudaba que Polo hubiese sido tan comprensivo. Se lo había prometido; había roto la promesa que más le importaba. Quería que pasáramos la noche juntos pero no pude hacer nada al respecto. Era ir con él y empeorar mi situación con todos, o quedarme y arreglarlo aunque fuera un poco, Más tarde podría arreglarlo también con él, pero no en ese momento.

Al parecer, habían descubierto a Sandra y su negocio de drogas y chupipandi asiática, y habían encontrado algo de mercancía valiosa en el saco de boxeo de Rebeka, que planeaban vender en el instituto. Y allí estábamos los cuatro, haciendo bolsitas para meter eme y venderlas por Las Encinas.

Valerio y Rebeka se lo tomaban muy a pecho, y yo nada más que miraba la droga. Joder, qué malos tiempos.

Samuel nos miró y negó.

—No me gusta eso ahí —comentó, nervioso.

Rebeka le echó la bronca y yo me quedé un al margen, porque no quería meterme mucho en el tema.

Me pasé las manos por el pelo y me limpié un poco el uniforme gris.

Iba a ser un día movidito.

Seguía dándole vueltas a lo de Omar y Malick, y pensaba si debería decírselo a Ander. Él no le dijo nada de "lo nuestro" a Omar porque estaban en un periodo raro de ruptura-no-ruptura, así que lo clasificamos como "cosa de una vez" y ya está. No tocamos más el tema.

Pero esto...

Y Nadia. ¿Qué pasaría con ella?

Valerio me dio un golpecito en la cabeza.

—Emilia, que te duermes —bromeó—. Coge eso y mételo en mi cartera. Es hora de irnos.

Intercambié una mirada de preocupación con Samuel y él alzó una ceja, sin terminar de comprender la situación.

La fiesta de San Valentín terminó muy bien, a pesar de todo. Bailé la lenta con Guzmán, que el pobre no tenía nadie con bailar porque Lú lo había rechazado. No fue incómodo (bueno, podría haber sido mucho más incómodo de lo que fue), y me pisó un par de veces, pero nada, lo perdoné.

Daba gusto volver a estar... Bien, dentro de lo que cabía. Esperaba que Polo no estuviera muy molesto conmigo por no haber ido a lo que fuera que fuese eso que tenían planeado hacer.

El camino a Las Encinas con los camellos y el ciclista fue más divertido de lo que esperaba. Valerio era como un solecito que alegraba los días más nublados, y Rebeka caminaba junto a mí, agarrada a mi brazo, mientras contaba algunas de sus historietas tan surrealistas de antes de que estuviera en el instituto.

Aquel día se celebraba el apagón, y tenía hasta ganas de que llegara.

Al llegar allí, me fijé en Carla, y ella me saludó un tanto entristecida. Vino a mí y me enseñó un estuche negro.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora