vii. CAPÍTULO TRES, PARTE UNO.

1.2K 92 53
                                    


CAMOUFLAGE.
Capítulo tres, parte uno.

Capítulo tres, parte uno

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Ni siquiera han parado la música. Sigo escuchando la misma puta sintonía todo el rato, rebotando por mi cabeza como si no hubiese un mañana, y acompañado por su voz tranquilizadora que tantas veces me había dicho "te quiero" o "te echo de menos".

El flash de los forenses, que siguen haciendo fotos al cadáver de Polo, me distrae por un momento y meneo la cabeza con aire confundido al mismo tiempo que vuelvo a la realidad de la que intentaba escapar, perdiéndome en mi mente. Vuelvo a estar sentada en una incomodísima silla de interrogatorio y cuando enfoco la mirada al frente, con los ojos llorosos y los labios ardiendo por culpa de las lágrimas, me encuentro con el pálido rostro de mi tía, envuelto en decepción, mientras saca el bolígrafo de la espiral oscura de su cuaderno de notas, dispuesta a tratarme como cualquier otro maldito sospechoso de asesinato. Nuevamente, estoy jodida, intentando asimilar todo lo ocurrido, y es que aún no me ha entrado en la cabeza.

Vuelvo a desconectar, y mis ojos se posan en su cuerpo cubierto por una lona blanca teñida de la sangre que desprende su cuerpo inerte.

No puedo controlarlo, me entra una arcada y uno de los policías me tiene que traer una bolsa para vomitar. Creo que he sido la única que ha vomitado, y me muero de vergüenza y asco al haberlo hecho.

Mi tía alza la mirada como si no me conociera.

—Emilia —dice, con voz profunda y gélida, propia de una persona autoritaria como ella—. ¿Has sido tú?

Esa frase me revuelve el corazón.

—Jamás le habría hecho daño a Polo —contesto, con voz temblorosa—. Yo lo amaba. Él fue un amor que jamás olvidaré. De esos fugaces que dejan cicatriz por mucho tiempo que pase. De entre todos los presentes —giro al señalarlos, y me da igual condenarlos— yo soy la más inocente. No deberías preguntarme a mí sobre esto, ¿sabes? —noto cómo una lágrima rueda por mi mejilla—. Yo lo quería vivo más que nadie.

Y me titubea la voz al mismo tiempo que froto mi mano contra el vestido de marca que me regaló Carla.

La sangre sigue chorreando, pero por suerte, se camufla con el rojo de la prenda.

El día en que todo empezó a torcerse ocurrió tras pasar el fin de semana en el que Ander y yo nos besamos. Ni siquiera había sido para tanto, no habíamos llegado a nada más (y no porque él no quisiera). Yo lo quería, se lo había dicho miles de veces, pero estaba muy segura, y más que eso, que él amaba a Omar de la misma forma en la que lo hacía antes de conocerme.

Solo estaba confundido, y yo lo sabía, al verlo desde fuera de todo. Sin embargo, intentaba no hacerlo todo muy incómodo. Ya tenía suficiente con mis problemas como para encima sumarle la pérdida de Ander por hacerlo todo más fácil. No me rentaba. Ander era mi mejor amigo.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEWhere stories live. Discover now