xvii. CAPÍTULO SIETE, PARTE UNO. (3/6)

1.3K 99 4
                                    


CHAMELEON.
Capítulo siete, parte uno.

Capítulo siete, parte uno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

84 horas desaparecido.

—Han llamado a la línea —repito, desesperada, sentada al lado de mi tía, en frente de Azucena—. ¿Y no podéis rastrearlo?

Ella asiente.

—Lo hemos hecho —me mira, preocupada, acaricia mi espalda y le muestra una mueca a la directora—. Y es alguien que conoce muy bien a Samuel.

Azucena frunce el ceño mientras termina de guardar algunos papeles que estaba ordenando antes de que entráramos en su despacho.

Mira a mi tía tras hacerlo y cuestiona:

—¿Quién?

_______ ○ _______

Antes de todo.

Lo bien que me llevaba con Omar Shanaa no podía describirse con palabras.

Al final, era cierto que Ander no celebró su cumpleaños, pero me invitó a su casa una mañana que su novio fue a hablar con Samuel sobre su nuevo trabajo, del que por cierto no me había hablado. Me tuve que enterar por terceras personas de que Samuel trabajaba para la madre de Rebeka, repartiendo droga.

¿Cómo se le había ocurrido algo así? Entendía que necesitara el dinero para Nano, pero ya estaba fuera, desaparecido, por cierto, y no entendía la razón por la que seguía con ello. ¿Acaso lo amenazaban? En ese caso tendría que haberme metido yo también para dar unos cuantos avisos a cualquiera que intentara amenazar a Samu.

Para mí, él era como mi hermano. Habíamos crecido juntos hasta que mis padres decidieron volverse a Asturias y pasé con ellos una larga temporada. Pilar y mi madre habían ido juntas al colegio, pero por causas de la vida habían terminado de forma muy diferente. Mi madre, con una casa de tres pisos en lo alto de una montaña, con el aire puro, y Pilar, teniendo que doblar turnos en el trabajo y buscando segundas posibilidades para al menos llevar algo de comer a casa.

Cuando volví y me quedé con mi tía todo cambió drásticamente, porque yo ya era lo suficientemente independiente como para tomar mis propias decisiones una vez mi tía se iba de casa. Por supuesto, todas eran malas decisiones. Perdí la virginidad a los catorce y estuve consumiendo alrededor de un año y pico hasta que perdí el interés por matar mi cuerpo poco a poco (al menos, refiriéndome a drogas, porque seguía emborrachándome hasta el presente).

Que Nano me llamara fue lo que más feliz me hizo. Había quedado con él un par de veces y habíamos tenido algo antes de que conociera a Marina, pero simplemente, no funcionaba. Habíamos pasado demasiado tiempo juntos como para establecer una relación amorosa estable. Estábamos solos e intentamos buscar refugio en el otro, aunque de forma incorrecta. Sin embargo, hasta aquel día habíamos seguido siendo amigos, porque nos teníamos ese cariño. Éramos prácticamente familia, después de todo, y sabía que él haría lo mismo que yo haría por él. Lo mismo iba por Samuel.

Cuando Ander me abrió la puerta de su casa y eché un rápido vistazo, me pregunté cómo sería vivir en aquella casa tan bonita día tras día. Estaba segura de que él se había cansado (porque para Ander la monotonía era aburrida), pero a mí me parecía más que bonita: la decoración, la pintura y la distribución de los muebles la hacía agradable a la vista. Mucho, además.

Nos sentamos en el sofá hasta que me miró de reojo y yo enarqué ambas cejas.

—¿Quieres un chocolate caliente? —me preguntó.

—Tú has follado —adiviné, y soltó una carcajada—. Se te nota en la cara, hombre, que si se te nota.

—Cállate, anda —se burló—. ¿Quieres el chocolate o no?

Asentí y se marchó a la cocina mientras yo tomaba una sudadera suya que se terminaba de secar en el tendedero interno. Me la puse y me volví a acomodar en el sofá.

Ander me dedicó una mirada cariñosa cuando me vio con su sudadera y revolvió mi pelo para luego poner la taza encima de la mesa y encender la tele.

Eso me hacía falta. Quedar solo para ver la televisión. Me gustaría haberlo hecho con Polo, del que no había tenido noticias desde el último mensaje que me mandó el día anterior por la noche. Decía "Cayetana me lo ha contado todo y creo que voy a ayudarla. Te quiero, mañana te llamo" y un emoticono de corazón. Lo había dejado en visto, porque no sabía qué contestarle a eso. Seguía queriéndolo, claro que sí, pero había cambiado todo de forma drástica y ya no sabía cómo sentirme frente a él.

Me pregunté si Ander comprendería por todo lo que estaba pasando, pero no me arriesgué a contárselo. Parecía que tenía demasiados problemas ya de por sí como para agregarles los míos con Polo.

Fue cambiando de canal hasta que se cansó de hacerlo y volvió a apagar la tele.

El tiempo otoñal me hacía feliz. Todo era de color marrón y grisáceo, tan relajante que me entraba sueño solo de mirar por los grandes ventanales que tenía su casa y que daban al patio.

Ander me miró.

—¿En qué piensas?

—En que esto es lo mejor que he hecho en mucho tiempo —contesté—. Venir a verte y pasar tiempo contigo.

Él sonrió levemente y se acercó para abrazarme por los hombros. Me atrajo a él y apoyé mi cabeza en su pecho, aún con la taza entre las manos. Le di un sorbo al chocolate y por unos minutos ambos nos quedamos callados, escuchando el viento, el cantar de los pájaros y sintiendo el frío recorrer nuestros desnudos pies, porque nos habíamos quitado los calcetines.

El cielo nublado no dejaba ver ni un rayo de sol, y sonreí para mis adentros cuando Ander apoyó su cabeza sobre la mía.

—Gracias por ser mi mejor amiga, Em —murmuró.

Yo tomé aire.

—Gracias a ti por dejarme serlo.

La tranquilidad duró poco, el tiempo justo para mirarnos a los ojos y que mi móvil comenzara a sonar.

Lo tomé a regañadientes y fruncí el ceño al ver el número de Carla.

—¿Hola?

—Sé que tú también estás metida en lo mismo que Samuel —espetó, aunque en su voz se notaba la preocupación emanante—. Te voy a decir lo mismo que a él, ¿vale? No sigas con la puñetera investigación o acabarás como Christian.

Abrí los ojos como platos.

—¿Me estás amenazando, Carla?

Ander puso mala cara al mismo tiempo que preguntaba qué estaba pasando. Le hice una señal para que guardara silencio por un momento y le volví a preguntar a Carla si me estaba amenazando después de todo lo que había pasado.

—No es una amenaza, Em —siguió, ahora un poco más tranquila—. Es una advertencia, porque os estoy viendo a los dos demasiado involucrados en este tema y no me hace ninguna gracia. Por favor, no sigas con la investigación y aléjate de Polo.

Tomé aire.

—¿Tiene que ver con ello, también? —le cuestioné—. Porque está más que claro que tú sí. Es lo que me estás diciendo.

Hubo un silencio largo hasta que la volví a oír soltando aire pesado. Le temblaba la voz cuando me dijo:

—Lo siento mucho. No quería nada de esto.

Y me colgó.

_______ ○ _______

#TeamSamilia
#TeamEmarla
#TeamEmolo
#TeamCarmuel
#teamputerío

CADA VEZ SE ACERCA MÁS Y MÁS EL FINAL. ¿TEORÍAS?

Gracias por leer ❤.

𝐂𝐇𝐀𝐌𝐄𝐋𝐄𝐎𝐍 | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora