Capitulo 1

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Había tenido un día difícil. Su trabajo no había sido sencillo. Lo odiaba, pero debía cumplir, ya que para eso había sido entrenada. Observó el cuerpo sin vida del hombre que acababa de matar. Sus últimas palabras fueron "¿por qué?". La misma pregunta se hacía ella a veces, y siempre encontraba igual respuesta: "porque eso me ordenaron". A su lado apareció su sensei.
-¿Estás bien?
-Por supuesto, ¿por qué no lo estaría? –respondió sin quitar la vista del cuerpo de su víctima.
-Porque sé que odias matar.
-Es nuestro trabajo.
-Sí, es cierto... pero también podrías hacer otro.
-No sé hacer otra cosa.
-No naciste para matar, el destino pudo haber sido cruel contigo una vez, pero puedes cambiarlo, ya tienes la edad para hacerlo.
Observó por fin a su sensei. De cabello rojo, ojos cansados, esbozaba una leve sonrisa. Su rostro se veía tan joven como el de ella aunque le llevaba unos diez años más. Era un experto en el trabajo y por eso lo habían puesto como su maestro. También podía ser porque era el más paciente de toda la Hermandad. Habían pocas mujeres. Pero ella era la única que había entrado por pura casualidad. Un capricho del destino que había puesto a una pequeña niña que había perdido a sus padres en el camino del Maestro. Aún no sabía por qué, con lo cruel que podía llegar a ser el Maestro a veces, la había adoptado. Quizá había visto en ella un cierto potencial. Era bastante buena, pero tenía compañeros mucho mejores.
-Volvamos a casa –dijo ausente, siempre se ponía así luego de un trabajo.
-Bien –respondió Sasori, no quería insistir demasiado. La chica encontraría su camino en algún momento, o no, eso sólo dependía de ella.
La siguió en silencio el resto del camino. Siempre parecía perturbada luego de un asesinato, era bastante obvio el porqué, aunque esa era la vida que conocían, desde hacía años ella no lograba encajar.
Llegaron al castillo donde vivían todos los integrantes de la Hermandad, o se podría decir que allí descansaban, entrenaban y se relajaban mientras esperaban su siguiente misión. No existía algo que llamaran "hogar", esas cosas no eran posibles para gente como ellos.
Los dos hombres que vigilaban la entrada los saludaron con un asentimiento de la cabeza. Sakura ni siquiera los miró, Sasori saludó con un gesto de su mano. Los hombres se miraron entre sí. El pelirrojo sabía que a ninguno le gustaba el carácter de Sakura, ser amable o tener conciencia en ese trabajo estaba mal visto. Pero jamás alguien se atrevería a cuestionar al Maestro ni menos ponerle una mano encima a la pelirrosa. Por muy gentil que pareciera a veces, era, al fin y al cabo, una asesina, y se sabía cuidar perfectamente.
-Cambia tu cara, Sakura.
-Lo sé –respondió secamente mirándolo de reojo.
-Entonces, cámbiala. Si vamos a presentarnos con el Maestro, será mejor que no te vea así.
-Lo sé.
-Puede que te haya protegido todo este tiempo, pero bien sabes que su carácter es impredecible, y sus órdenes muchas veces cambian según sus caprichos.
-Lo sé... no te preocupes, Sasori... -sonrió de una manera extraña, pero que él ya conocía, hacía muchos años que estaban juntos en el trabajo- conozco el carácter del Maestro perfectamente.
Al entrar a la sala de reunión en donde los esperaba el Maestro, Sakura ya había cambiado su expresión desolada a una sin ningún atisbo de emoción. Sasori la observó de reojo y agradeció lo bien que aprendía algunas cosas. Luego dirigió su vista al hombre que se encontraba sentado en una gran silla.
-Buenas tardes, Sasori-san, Sakura.
-Maestro –los dos inclinaron sus cabezas en señal de respeto.
-¿Lograron el objetivo?
-Por supuesto –Sasori era el de más autoridad de los dos, y por ello, era el único que tenía permiso a responder las preguntas del Maestro a no ser que éste se dirigiera personalmente a Sakura- aquí está la prueba –dejó sobre la mesa un anillo que tenía unas manchas de sangre. Antes de irse lo había tomado ya que Sakura no lo había hecho. La mujer lo miró de reojo por unos segundos.
-Perfecto, como siempre han terminado con su trabajo de forma eficaz y rápida. Me encanta.
El hombre se levantó y comenzó a pasear por la sala. Sakura miraba el suelo. Desde hacía quince años que estaba allí. El Maestro la había llevado al encontrarla abandonada al lado de los cuerpos muertos de sus padres cuando ella sólo tenía cinco años. Desde ese momento pasó a formar parte de la Hermandad. Primero la entrenó el Maestro personalmente, luego cuando tuvo doce,  la asignó con Sasori para cumplir con los pedidos que llegaban de todos lados. Mucha gente formaba parte de la Hermandad, pero pocos eran lo que se llamaba "la elite". Ella había ingresado a ese selecto grupo hacía tres años. La mayoría tenían la edad de Sasori o más. Habían pocos jóvenes, además de ella existían dos más: Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto. El primero había llegado a la Hermandad junto con su hermano, luego de que todo su Clan fuese exterminado. El segundo... bueno nadie sabía de dónde venía. Sólo que era un asesino sumamente eficaz y rápido. Sasuke era frío y callado, un asesino nato y un prodigio como lo solían llamar. Naruto solía ser más explosivo y gritón a veces, muchos decían que también tenía un lado más amable, aunque nadie lo conocía, por alguna razón no se acercaban al rubio. A Sakura le daba escalofríos sólo estar cerca de ellos. Siempre deseó tener amigos, pero los de su edad no eran exactamente amigables. Había también una chica de su edad, no formaba parte de la elite y por ello odiaba a Sakura: Karín. No sabía más que su nombre, ya que ella deseaba que fuera así. Karín se dedicaba, de todas formas, más al espionaje que al asesinato, era muy buena consiguiendo información. Sakura conocía sus métodos y no la juzgaba, nunca tuvo la necesidad de usar su femineidad para alcanzar un objetivo para su suerte, Sasori probablemente no lo hubiera permitido. Observó por un momento al Maestro. Estaba hablando con Sasori, le gustaba saber todos los detalles de las misiones. Le debía su vida, se sentía en gran deuda con él, y por ello no podía dejar de hacer lo que hacía por mucho que le desagradara. Uchiha Madara, así se llamaba. Era del mismo Clan que Sasuke y su hermano, pero lo había abandonado hacía mucho tiempo, antes de que fuese destruido.
-Sakura...
-¿Si Maestro?
-Déjanos solos un momento, por favor, ve a descansar...
-Sí, Maestro, como ordene –se inclinó ante él y luego salió.
Los dos hombres la vieron salir. Y sólo después de unos minutos de que hubo cerrado la puerta, Madara volvió a hablar.
-Voy a asignarle un nuevo grupo.
-¿Maestro?, ¿a qué se debe eso?, ¿no está complacido con el trabajo?
-Oh, sí, mucho. Pero Sakura sigue siendo débil, y tu trato con ella es demasiado blando. Necesito que esté con asesinos un poco más... ¿cómo decirlo?... más fríos, menos condescendientes...
-Maestro... Sakura...
-Ella se adaptará, siempre lo ha hecho. Ha estado demasiado tiempo a tu lado. Su relación es demasiado fuerte, los sentimientos pueden hacer peligrar las misiones.
-¿Sentimientos?, Maestro, entre ella y yo...
-Oh, ya lo sé, eres un completo caballero, Sasori. Y ese es el problema. La pondré junto con Sasuke y Naruto.
-¿Con ellos?, pero Maestro...
-Sí, ellos la educarán mejor. Necesito asesinos calculadores, despiadados, no una chiquilla con conciencia.
-No sé qué quiere decir.
-¿Crees que soy sordo y ciego?, escucho lo que todos dicen. Y veo mejor que nadie el interior de las personas. Sakura no puede dudar. Si lo sigue haciendo tendré que acabar con ella. Y no quiero tener que hacer eso.
Sasori entrecerró los ojos. Nunca entendió la extraña manera de comportarse que tenía Madara para con Sakura. Normalmente no daba segundas oportunidades, por suerte con Sakura sí lo hacía, gracias a ello aún estaba viva. Sin embargo, él no podía hacer nada, por ahora. Si ya lo había decidido, sólo quedaba aceptar  y esperar. La paciencia era una de las mejores cualidades del pelirrojo y pensaba hacer uso de ella al máximo si pretendía salvar a la chica.
-Estarás con Itachi quien era el compañero de Sasuke. También quiero separar a los hermanos. Naruto jamás ha trabajado con nadie, y por eso decidí juntarlos. Los solitarios pueden llegar a ser peligrosos en cierto sentido. Necesito que lo vigilen.
Le temía. Sasori sabía que a quien más temía Madara era a Naruto. Su tremendo potencial y su actual habilidad eran asombrosos. ¿Quién podía saber si no era mejor que el propio Maestro? Además de que tenía "eso" en su interior...
-Bien, se lo comunicaré entonces.
-No, deja. Yo lo haré. Tú ve a descansar... a TÚ cuarto.
-Sí, Maestro.
Nada se escapaba a Madara. Sasori siempre supo que tarde o temprano algo haría con respecto a su relación con Sakura. De todas maneras, ellos no se amaban. Simplemente estaban juntos por necesidad y porque se querían, pero él sabía muy bien que Sakura no sentía amor por él.
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Sakura se dejó caer en su cama luego de un baño y de cambiarse de ropa. Odiaba esa ropa negra y también el tener que taparse el pelo, pero debía pasar lo más inadvertida posible hasta el momento de asesinar. Ahora se había puesto ropa un poco más alegre, un top de un rosa oscuro y una pollera roja. Le gustaba vestirse así, ya que la hacía sentirse una persona normal por un rato. El resto de la Hermandad siempre le criticaba eso, pero poco le importaba lo que pensaran mientras el Maestro no se lo prohibiera.
-Veo que te gustan más los colores vivos... -Madara había entrado no sabía en qué momento, a veces pensaba que podía aparecer y desaparecer como un fantasma, pero debía ser sólo su imaginación, seguramente era rápido y silencioso- hace pensar que prefieres la vida a la muerte, aunque vives de la segunda.
-Eso es una frase que suena algo contradictoria, y también algo cruel –respondió ella levantándose de inmediato. A veces su lengua era demasiado rápida y no pensaba con quién estaba tratando.
-Siempre tan osada, Sakura –sonrió Madara- por eso fue que te elegí, por eso es que vives, porque ese día, a pesar de mi aspecto y mi dura voz, tú, con sólo cinco años te enfrentaste a mí para proteger los cuerpos de tus padres.
-No lo recuerdo, en realidad, pero me hace pensar que fue un acto más instintivo que otra cosa.
-Instintivo sería si hubieses querido salvar tu vida. No proteger cuerpos que ya no eran tus padres.
-Me ha sucedido a veces de actuar sin pensar. Agradezco que se haya interesado en mi y haya decidido no matarme, Maestro.
-¿En serio?
-¿Qué significa esa pregunta?
-No te gusta tu trabajo, Sakura, se nota en tu mirada y en tus actos. La pregunta es ¿qué haré al respecto?
El corazón de la pelirrosa, palpitó con fuerza. ¿Acaso pensaba matarla por no ser como todos?, sabía que eso podía llegar a suceder, ya que como había dicho Sasori antes, el Maestro solía actuar por capricho muchas veces. Aunque podía ser que todos sus movimientos fuesen planeados. Quizá sólo la estaba probando.
-Haga lo que crea mejor, Maestro. No desobedeceré jamás una orden suya, ya que a usted le debo todo.
-Eso es lo que me gusta escuchar... que serás fiel a mí. Porque me perteneces, en cuerpo, mente y alma, ¿no es así, Sakura?
-Sí, Maestro.
-No vas a trabajar más con Sasori –la chica abrió los ojos y lo miró sorprendida- he decidido que la relación que poseen y su amabilidad natural contigo hacen que tú te debilites. Y la verdad es que no deseo eso –se acercó y la tomó del mentón- te quiero fuerte y concentrada, Sakura –la muchacha pestañeó un poco, quizá debido a la impresión, pero luego asintió levemente- harás equipo con Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki –le dijo soltándola.
-¿Un equipo de tres Maestro?, creí que lo mejor son equipos de dos, ya que tres son demasiados y...
-¿Cuestionas mi conocimiento de las reglas que yo creé?
-No, Maestro, pero...
-Conozco las desventajas de los equipos numerosos. Pero necesito separar a Sasuke de su hermano también, y Naruto no puede seguir trabajando solo... es demasiado peligroso. Y por ello tú también te encargarás de controlarlo e informarme de cualquier tipo de conducta sospechosa que veas en él. Sola no podrías enfrentarlo llegado el caso, pero con la ayuda de Sasuke es otro tema.
-¿Conducta sospechosa?, ¿tener que enfrentarlo?, pensé que a Uzumaki le gustaba el trabajo.
-Digamos que no le gusta recibir órdenes. ¿Podrás hacerlo, Sakura?, sabes lo mucho que confío en ti.
-Sí, Maestro, no le fallaré.
-Perfecto. Puedes seguir descansando ahora.
Madara dio media vuelta y se fue, sonriendo para sí mismo, pensaba en lo bien que se le estaban dando las cosas. Se dirigió a la habitación de la siguiente persona a quién informaría de los nuevos cambios mientras saboreaba la perfección de su plan.
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-No puedo creer que el Maestro haya decidido separarnos después de tantos años. Demonios, Sasori, di algo.
A pesar de las palabras del Maestro, el pelirrojo había ido a la habitación de Sakura cuando supo que ya no se encontraba allí. Quería ver cómo estaba y estar a su lado. A veces pensaba si no estaría verdaderamente enamorado de esa mujer. Siempre lo había cautivado y sorprendido, quizá su admiración había terminado jugándole una mala pasada. Esperaba que no fuera así. Su trabajo hacía imposible una vida normal, aunque a veces la deseara más que a nada en el mundo.
-¿Qué quieres que diga?, sabes que debemos seguir sus órdenes. De todas formas no por eso dejaremos de vernos Sakura –se acercó a ella, pero la muchacha se alejó.
-No es eso lo que me preocupa –contestó con sequedad- el problema son las personas con las que tendré que trabajar. No me gustan, y sé que yo tampoco les caigo de lo mejor.
-No te dañarán, no les conviene.
-Tampoco es eso lo que me importa...
-¿Entonces?
Suspiró y se dejó caer en la cama al lado del pelirrojo que estaba sentado en ella. Lo observó por un momento mientras reflexionaba. No era en realidad algo en especial lo que le molestaba, podía serlo todo. Naruto y Sasuke siempre le habían parecido personas intrigantes, le parecían atractivos físicamente y también peligrosos, muy peligrosos. Debía tener cuidado con ambos, eran creídos, en especial el morocho, y letales.
-Quizá sea bueno que por fin te juntes con gente de tu edad –las palabras de Sasori la hicieron sonrojarse, ya que no estaba pensando de la misma manera que él cuando dijo lo de juntarse- ya vas a ver que las cosas saldrán bien, por ahora deberías relajarte.
-Sí... tienes razón...
Sasori se recostó sobre ella y comenzó a besarla. Ella lo dejó mimarla, le gustaba y se entretenía. Su sensei era una buena persona a pesar de ser un asesino, ella conocía su otro lado y sabía que si las circunstancias fueran distintas, ya tendría una linda familia y un trabajo digno.  Ella también deseaba eso, con tanto fervor que a veces le dolía. Pero ¿cómo escapar del destino?
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No lo podía creer, tener que trabajar con esos dos hacía que las cosas se complicaran demasiado. Miró a Madara de reojo que esperaba a su lado en silencio, pero con una siniestra sonrisa. Apretó los puños con furia. ¡Oh cuánto lo odiaba!, ¡cuánto le molestaba su actitud! La puerta se abrió y el siguiente miembro del grupo entró. Naruto levantó una ceja al encontrarse frente a frente con quien todos en la Hermandad decían, era su rival: Sasuke Uchiha. Un prodigio desde su nacimiento. Sus ojos poseían el Sharingan, una asquerosa herramienta heredada de su Clan que había sido de ninjas pertenecientes a Konoha, según había escuchado.
-Veo que no soy el último en llegar –dijo el morocho en actitud relajada.
-Sasuke, espero que hayas podido descansar bien, dicen que la última misión que tuvieron con tu hermano fue complicada –dijo Madara sonriendo.
-Nada de otro mundo, simplemente surgieron algunos detalles que no habíamos previsto, pero nos acomodamos a la situación y logramos nuestro objetivo –respondió el aludido con un movimiento de mano como si desechara la idea del Madara.
-Sí, tu hermano luego me tendrá que dar un informe más completo.
-¡Ja!, si dos Uchihas no pudieron manejar fácilmente una situación, eso quiere decir que son simples palabrerías lo que dicen de ustedes –respondió Naruto siempre desafiante.
-Creo que fui claro, Uzumaki, pero si tu pequeño cerebro no puede procesar bien la información, será porque eres un simple bruto que sólo sabe matar a golpes.
-¡¿Qué dijiste?!
-Lo que escuchaste, idiota, o debo escribirlo para que puedas entenderlo mejor, aunque quizá ni sepas leer –a pesar de sus palabras el morocho se mantenía tranquilo, a diferencia del rubio que ya estaba acercándose a su rival.
-¡Te voy a matar!
-Me encantaría ver cómo lo intentas...
Naruto estaba a punto de saltar sobre el Uchiha cuando el último integrante entró. Los dos jóvenes la miraron de arriba abajo, no estaba vestida como para ir a una misión, pollera y top coloridos, poca ropa que resaltaba su esbelto cuerpo. Ningún hombre podría ignorar semejante vista. El rubio se recompuso de inmediato, no quería que lo descubrieran con la boca abierta. Sasuke no había cambiado su expresión aunque por su mente habían pasado varias ideas poco ortodoxas.
-Sus gritos se escuchan desde cualquier lugar del planeta, podrían calmarse un poco, ¿no? –dijo Sakura colocando las manos sobre su cintura.
-¡Y tú! –gritó el rubio exasperado- ¡¿por qué has llegado tan tarde?!, hace veinte minutos que estoy aquí –debía demostrar que no le importaba, nadie podía saber nunca la verdad, si le encontraban una debilidad estaría muerto en poco tiempo y aún tenía un objetivo que cumplir.
-Lo siento, me entretuve con... bueno, no importa con qué.
Los dos siguieron mirándola. Naruto fruncía cada vez más el entrecejo, mientras que el Uchiha sonreía levemente.
-Increíble, me acaba de retar una mujer –suspiró Sasuke- es la primera vez que me pasa. Supongo que tendré que enseñarte un poco de modales, mujer. A mí no me vas a tratar como lo hacías con Sasori.
-¡Y a mí tampoco!, no soy tu marioneta.
-Ajá... -respondió ella pasando al lado de los dos sin prestarles atención- ¿cuál es la misión Maestro?
El morocho apretó los puños con fuerza, odiaba que no le prestaran atención, iba a tomar del hombro a la muchacha para que lo mirara y así podría aclararle mejor las cosas, pero su mano jamás llegó a destino. Madara lo había detenido.
-Sasuke-san... eres una persona inteligente y precavida, te aconsejaría que lo siguieras siendo. Y te diré algo más a ti y a Naruto-san, cuiden mucho su vocabulario y su persona con esta mujer, porque si me entero que le tocaron un solo pelo, sabrán lo que es en verdad el sufrimiento.
El rubio observó a Madara por un momento. ¿Podría matarlo en ese momento?, quizá sí, si no fuera porque estaban los otros dos, necesitaba pelear con él a solas porque toda su fuerza debía ser usada contra ese hombre.
Sasuke desvió sus ojos de los del Maestro y vio que la muchacha lo miraba de reojo, estaba sonriendo. Se soltó de un brusco movimiento de Madara y se alejó furioso consigo mismo, su estúpido orgullo siempre lo hacía reaccionar de esa forma.
-Como quiera... Maestro.
-Bien, me alegra que nos entendamos –Madara miró a los dos jóvenes un momento, Sakura se mantuvo de espaldas a los tres de brazos cruzados- Aquí tienen los datos de la persona que deberán eliminar –le dio a Sasuke una hoja con algunas notas- no hay mucho, ustedes se deberán encargar de la recopilación del resto de la información, como siempre.
-¿Quién es? –preguntó Sakura. Naruto y Sasuke la miraron extrañados.
-Un simple hombre, Sakura, nada del otro mundo –respondió Madara quitándole importancia al asunto.
-¿Qué hizo? –siguió la chica.
-Molestó a quien no debía –respondió el Maestro cortante, su mirada indicaba que más de ese tipo de preguntas terminarían por molestarlo. A Sakura no le interesó su actitud.
-¿A quién?
-A nuestro cliente, Sakura, a quien nos paga, eso es lo único que deberías saber.
La pelirrosa mantuvo la mirada del Uchiha por unos segundos. Estaba de mal humor, no le gustaban sus compañeros y por la poca información que les estaba dando Madara la persona que debían matar era inocente. Odiaba matar inocentes. Nunca lo hizo, pero sí dejó que otro lo hiciera por ella.
-¿Alguna otra duda, Sakura? –la chica sonrió.
-Muchas, pero sé que no me responderá ninguna. Así que mejor dejo de hacer perder el tiempo a mis nuevos compañeros que se ven desesperados por un poco de sangre –los dos aludidos fruncieron el ceño. Ella salió sin decir nada más.
Sí definitivamente sería interesante ver el progreso de esos tres, pensó Madara sonriendo nuevamente para sus adentros.

AsesinosWhere stories live. Discover now