Capitulo 26

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Naruto mantenía la cabeza baja, no quería mostrar ningún signo de rebelión, prefería hacer creer a Madara que tenía todo bajo el control más absoluto. Bueno, no era que no lo tuviera en esos momentos, pero por lo menos ya existía un plan y eso lo había calmado bastante. Itachi logró hablar con él justo antes de que se lo llevaran.
-En dos días atacará Konoha.
-¡¿Qué?!
-Tranquilo, Sakura me dijo que te avisara para que pudieras contactar con tus aliados de la villa y los pusieras sobre aviso. Cuando Madara te libere lo atacaremos, usaremos el caos para poder ir directamente contra él.
-¿Sasuke está de nuestro lado?
-Por supuesto, sino, yo no lo estaría.
-¿Cómo... no importa... bien... -se quedó pensativo un momento- me es imposible hacer ningún jutsu acá, la única manera que tenía de comunicarme con ellos era a través de los sapos...
-Si me dices cómo hacerlo, puedo hablar yo, soy el encargado de vigilar los movimientos de la villa, pronto tendré que partir solo.
-Bien, teníamos un código por si algo pasaba, la verdad es que ese Kakashi siempre piensa en todo...
-Naruto el código –lo interrumpió algo exasperado el Uchiha.
-Sí, diles que vas de parte mía y cuando te pidan una prueba les dirás... este... bueno... eeh...
-Olvidaste el código ¿verdad?
-¡No es mi culpa! Era un número excesivamente largo con letras y todo, mi capacidad de concentración en esas cosas es muy reducida y...
-Está bien, intentaré hacer que me crean... ¿Sabes dónde podría encontrarlos?
-Deja esto atado a un árbol a 2km de aquí al suroeste –le dio la cinta azul que solía atarse en la cabeza –cualquier árbol servirá. Kakashi tiene a sus perros por la zona siempre atentos. Sabrá que lo llamo.
-Bien...
Por supuesto Itachi no había dicho nada más, lo cual lo dejó bastante nervioso. Esperaba que pudiera avisar a tiempo, debía confiar, mucho no le quedaba. Vio que Madara observaba fijamente a Sakura, frunció el ceño, algo pasaba y lo estaba inquietando mucho.
Cuando terminó todo el circo volvieron a llevarlo a su celda, Madara fue con él, estaba distinto, lo notaba más inquieto, pero eso sólo debía ser su imaginación, estaban por hacer exactamente lo que había deseado, no podía sospechar nada, ¿por qué estaría nervioso el Uchiha? Supuestamente no debía temer nada ¿no?
-Si vas a darme otra de tus charlas motivacionales puedes ahorrártelas, ya se lo que tengo que hacer porque también sé lo que harás si me rehúso.
-Esta vez tú no atacarás Konoha –se sorprendió, esperaba poder ser liberado al principio, pero si lo mantenían atado las cosas se complicarían un poco, Itachi debería solucionar ese contratiempo- Sasuke y el resto se encargarán, si veo que no pueden te liberaré.
-Bien –respondió como si poco le importara.
-¿Recuerdas el día que quisiste enfrentarte a mí solo? –el rubio no respondió por lo que Madara continuó- me dijiste que no seguirías siendo mi marioneta, ¿lo recuerdas? –Naruto frunció el ceño, ¿a qué se debía todo eso? Madara se encontraba del otro lado de la barrera pero la traspasó y con una mano tomó su cuello con fuerza, Naruto decidió no hacer nada, simplemente se quedó tenso esperando con los ojos fijos en su enemigo mostrando toda su furia- ayer escuché esas mismas palabras provenientes de la boca de Sakura, voy a decirte esto sólo una vez Naruto, si no haces algo para cortar el lazo que los une, si no me devuelves a mi hija a como era antes de conocerte, juro, y lo juro por lo que más quise en este mundo que cuando volvamos de Konoha no la encontrarás aquí.
Naruto se quedó petrificado, su cuerpo comenzó a temblar de ira. Si sólo pudiera sentir algo de chakra en su interior lo atacaría allí mismo. Aún tenía una mano alrededor de su cuello presionando lo suficiente como para dejarlo respirar y hablar.
-¿Cómo esperas que haga eso? ¿Cómo puedes pensar que la influencio si ni siquiera puedo verla?
-Algo hiciste, por mucho que me esforcé en controlarlo todo aquí, sé que tuviste contacto con ella de algún modo, no sé cómo cuándo ni de qué hablaron, pero vas a hacer lo que te diga ahora.
-Si la matas se acaba todo, no volveré a servirte y la próxima vez que me liberes te mato...
-Dije que no la encontrarías aquí, no que la mataría. No volverá a ver la luz del día, la encerraré por siempre en la mazmorra más pequeña, oscura y profunda que encuentre y le daré lo mínimo necesario para que siga con vida. Vas a hacerme caso o tu querido amor perderá los años que le quedan de vida tan alejada de ti y tan sola que deseará morir aunque no pueda.
-La llamas tu hija pero eso es una mentira, no la amas –Madara abrió los ojos al escucharlo- nunca lo hiciste, ¿a quién amabas? A su madre ¿acaso? –la mano del Uchiha ejerció más presión sobre su cuello, había dado en el clavo- ¿qué pretendes? ¿Por qué no la dejas ser feliz con quien lo desee y como lo desee?
-¡No volveré a dejar que me quiten algo que amo! ¡No le dejaré a un ser inferior como tú mi más preciado tesoro! ¡Prefiero verla muerta por mis propias manos que a tu lado Kizashi!
Fue involuntario, el nombre le salió solo, Naruto  lo miraba sorprendido, Madara también estaba atónito por su propia reacción. Lo soltó y se alejó lentamente mirando el suelo como si estuviera aturdido. Fijó sus ojos rojos en Naruto, le recordaba tanto a él, por eso es que lo despreciaba de esa manera. Kizashi le robó lo único que él quiso, le dio a su amada una sonrisa y una vida que él no pudo darle y lo envidiaba por eso, sin embargo, quizá si todo hubiese ido bien si la hubiera protegido, si sólo siguiera con vida las cosas serían distintas. Él aceptó que no podía hacer feliz a Mebuki por eso no hizo nada al enterarse del casamiento, había quedado muy perturbado desde la muerte de su hermano, él se sacrificó y dio su vida para salvarlo, sentía que lo había matado con sus propias manos, le dio sus ojos y con ello más poder pero también le quitó la única posibilidad de ser feliz. Había confiado en Kizashi, le confió lo que más le importaba a ese inútil ser que no era un Uchiha, que no era nadie, y lo decepcionó, no volvería a suceder. Su cabello era del mismo color, su espíritu inquebrantable era igual, parecía que su antiguo compañero hubiese vuelto a la vida para seguirlo torturándolo, para seguirle robando.
Naruto se acercó a la pared de la celda al ver que Madara había salido, apoyó una mano sobre el muro y mirando fijamente a su enemigo con odio le dijo:
-A todos les llega su día –las palabras que Zabuza le dijo antes de morir parecieron surtir efecto en el Uchiha quien mostró su furia también.
Lo odiaba más aún, le haría sentir el miedo, la impotencia, le haría conocer la desesperación antes de deshacerse de él, era demasiado peligroso.
-Harás lo que te ordene, te vigilaré, la traeré aquí y tú harás que ella se quite esas ideas de la cabeza ¡¿me escuchaste Naruto?!
-Yo no puedo hacer eso –respondió el rubio con calma.
-¡¿Qué?! ¿Acaso no oíste mi amenaza?
-Perfectamente, sin embargo no me es posible hacerla cambiar de parecer. ¿Es que no la conoces nada? Yo no le metí ninguna idea en la cabeza, siempre estuvieron ahí, no puedes jugar con la libertad de la gente. Tarde o temprano todo iba a explotar frente a ti.
"Odio lo que soy, me odio a mí misma, porque soy fuerte y al mismo tiempo débil y... porque quiero ser como cualquier persona, quiero ser normal, vivir una vida normal" Naruto recordaba muy bien esas palabras que ella le dijo ese día que la sacó del bar luego de su primera misión.
-La única forma que tendrán de salir de esto es muertos –respondió entre dientes el Uchiha aún más furioso.
-Je, al menos muerto seré libre –respondió el rubio con una sonrisa triste- Zabuza una vez me dijo que algún día tendría que elegir entre ella y la libertad. Aquí me ves, me tienes encerrado, obligándome a hacer todo lo que más detesto en el mundo, alejado de la mujer que amo, sin poder tocarla o hablarle, ¡¿qué más quieres de mí?!, ¡¿qué necesito demostrarte para que confíes en que nada la dañará si está a mi lado?!
-Le dirás...
-Yo no puedo influenciarla, es tarde Madara... -lo interrumpió el rubio cansado dándole la espalda. Era obvio que no había forma de hacerlo cambiar de parecer.
Madara no sabía qué pensar o responder. Por primera vez en su vida no tenía respuestas a las preguntas que se hacía internamente. Conseguiría la paz que deseaba, eso era seguro, pero ¿la disfrutaría solo al final? ¿Podría matarla? Ella era la hija de Mebuki... si lo que decía Naruto era cierto, entonces no había nada que pudiera hacer al respecto, la había perdido para siempre, es obvio que jamás aceptaría a Sasuke, amaba a Naruto. ¿Deshacerse del rubio sería la solución? Tampoco, conocía el amor muy bien, no se olvidaba, no se iba aunque la otra persona dejara de existir, esas cosas jamás se olvidaban y sólo producirían más resentimiento en Sakura. La única solución era acabar con ambos. Por lo menos se daría el lujo de ver el rostro de Naruto al verla muerta y él mismo acabaría con él. Se vengaría por lo que lo obligó a hacer. ¿Le decía que era el culpable de la condición de Sakura por no dejarla ser libre? No, claro que no, el único culpable era el Uzumaki y lo haría sufrir por ello, por quitarle lo único que le quedaba de Mebuki." Una última oportunidad" pensó, eso les daría. Dio media vuelta y comenzó a irse.
-Sólo voy a hacerte esta promesa Madara –el Uchiha se frenó pero no lo miró- si le haces daño no habrá nada en este mundo que detenga mi ira contra ti, no me importa lo que tenga que hacer, no me importa nada más que ella...
-A mí también me importaba Mebuki –lo miró de reojo- y a él también, pero eso no fue suficiente, no pudo protegerla. No permitiré que otro me arrebate lo que me pertenece. Haz que Sakura deje de pensar en la libertad y ella estará a salvo.
-¿Y si no puedo?
-Entonces Naruto, veremos si puedes sostener tu promesa...
El rubio se dejó caer lentamente. Cerró los ojos con fuerza, sólo esperaba que el plan de Sakura diera resultado, y que Sasuke pueda protegerla mientras tanto, de lo contrario estaba seguro de que no había un futuro distinto para ellos.
.................
Itachi esperaba pacientemente apoyado en un árbol, era de noche, pero había luna llena por lo cual se veía bastante bien los alrededores. Según Naruto, Kakashi tenía que aparecer en cuanto supiera de la señal que le había dejado, aunque se preguntaba si, después de varios días sin haberse reportado con ellos, seguirían dejando perros ninjas a la espera de alguna señal. No necesitó seguir haciendo esas preguntas porque dos personas aparecieron frente a él. Tenía el Sharingan activado por las dudas como siempre, aunque en esos momentos podía parecer algo hostil era una costumbre que difícilmente se sacaría.
-Kakashi Hatake y el Sannin Jiraya, ¡qué honor!
-Ahórrate los halagos Uchiha, ¿dónde está el chico? –preguntó Jiraya preparándose.
-Tranquilo –Itachi levantó las manos en señal de paz y desactivó su Sharingan a su pesar, tenía que convencerlos a como diera lugar- soy Itachi Uchiha, vine de parte de Naruto Uzumaki ya que él no es capaz de hacerlo por su cuenta por ahora.
-¿A qué te refieres? –preguntó Kakashi.
-Supongo que sabrán todo de la Hermandad, quién la maneja y demás. También supongo que jamás comentaron nada fuera de los más confiables de su Villa, recuerdo muy bien el rostro de Gaara de la Arena al ver el Sharingan de mi hermano. Creía que estábamos todos muertos.
-Preferimos mantener el secreto hasta saber cómo actuar.
-Estuvieron esperando mucho tiempo, dejando que la Hermandad hiciera lo que quisiera.
-No teníamos nada para atraparlos y...
-Excusas... no es el momento, vine para advertirles. Madara ha capturado a Naruto, lo tiene bajo su control, sin embargo pienso ayudarlo para que sea libre y así acabar con el Maestro de la Hermandad de una vez por todas. Eso sucederá en dos días, durante la invasión que Madara planeó contra su aldea.
-¿Qué dices? –los dos hombres se mostraron impresionados- ¿cómo esperas que te creamos?
-No tengo forma de demostrarles nada, Naruto no recordaba el código que le dieron...
-Entonces te creemos... -contestó Jiraya terminante.
Itachi sonrió, conocían al rubio mejor de lo que pensaba y eso lo ayudaba.
-¿Qué quieres que hagamos? –preguntó Kakashi.
-Que se preparen, no tiene que notarse que lo están o Madara se retirará... prepárense para la mayor batalla de sus vidas, saquen a sus civiles y junten todo su poder, la Hermandad cuenta con los más temibles hombres que conozcan, no será fácil.
-¿Qué sucederá con Naruto? –preguntó el peliblanco preocupado.
-Con mi hermano lo liberaremos y enfrentaremos a Madara. Por ello necesitamos que se encarguen del resto.
-Está bien, haremos lo posible Itachi, gracias –Jiraya extendió su mano. El Uchiha la miró algo asombrado, luego asintió y la estrechó, sí, así eran los de Konoha, aún lo recordaba y extrañaba ese trato.
-Si las cosas salen mal, el destino de todo lo que conocen quedará en sus manos, Uchiha Madara no puede seguir viviendo. Su odio... su locura... ya no tiene nada que lo haga cambiar de parecer, no hay cura para un mal así, su gente también es muy similar, recuerden que el que dude está muerto.
-No dudaremos. Ayudaremos en todo lo que podamos, lástima que no tengamos más tiempo para prepararnos, podríamos haber contado con ayuda de otras villas.
-Madara avisó sus planes con poco tiempo por las dudas. Debo irme, se supone que soy el encargado de vigilarlos.
-Itachi... -el morocho miró a Jiraya- ¿Naruto está bien?, ¿y la chica?
-Ambos están bien por ahora. Aunque al mundo le hubiese ido mejor si esa mujer estuviera muerta... -el Uchiha no deseaba la muerte de Sakura, ella le había devuelto a su hermano, sin embargo por ella fue que ocurrió la masacre de la villa del sonido algo demasiado horroroso, aún no lograba sacarse los gritos de desesperación de esa gente de la cabeza.
-No lo considero así, el amor ayudó a Naruto a ser más fuerte...
-Dile eso a las víctimas de la villa del sonido –contestó el morocho y desapareció. 
............
Sakura miraba a Naruto sin poderlo comprender, ¿acaso estaba loco?, ¿por qué le decía esas cosas? Se separó de él totalmente enojada.
-¡¿Cómo me vas a pedir esto?!, después... ¡después de todo lo que hemos pasado!
-Tienes que escucharme Sakura, no hay salida de aquí, deja de esperar que yo pueda hacer algo... yo... no tengo el poder para salvarte... los Uchiha te protegerán, Sasuke y... Madara...
Demonios cómo le dolía decir esas palabras, si simplemente entendiera que lo hacía por su bien. Cuando estuviera libre de las ataduras en Konoha cambiaría todo pero ahora aún estaba a merced de Madara y si no la convencía él la dañaría. Miró de reojo a su derecha, Madara estaba allí de brazos cruzados escuchando todo, Sasuke también. Habían traído a Sakura al otro día de su conversación y hasta la había dejado entrar a la celda. Ella intentó abrazarlo inmediatamente y él con todo el esfuerzo y el dolor la apartó a un lado. ¿Su vida no dejaría de ser una tragedia nunca?
-Naruto –Sakura miró hacia Madara con los ojos llenos de lágrimas, esto no podía estarle pasando era una pesadilla, pero el Maestro de la Hermandad ya sabía cómo pensaba, no le importaba que la escuchara- te amo a ti, no quiero estar con Sasuke –le dijo casi en un susurro tomándolo de los brazos. Entonces al mirar sus ojos se dio cuenta de todo. Siempre fueron transparentes, en su desesperación por la situación no se dio cuenta...
-No puedo darte lo que quieres, ni la libertad ni la felicidad –respondió el rubio con seriedad apartándose nuevamente.
-El demonio amarillo... -Naruto la miró- ese es tu apodo aquí, creo que te queda a la perfección –notó el dolor que le produjo esas palabras pero intentó no inmutarse.
Dio media vuelta y se salió de la celda, pasó junto a Madara sin siquiera verlo. Sasuke la siguió en silencio. Naruto se acercó al muro y miró al Uchiha casi implorando que con eso fuera suficiente, sin embargo Madara no se veía convencido. Cerró los ojos lentamente y cuando los volvió a abrir mostró su Sharingan.
-Ya hice lo que me pediste... -dijo casi atragantado por el dolor.
-Será suficiente por ahora, ya veremos más adelante, luego de la destrucción de Konoha.
Naruto cerró los puños con fuerza al verlo salir. Sí, luego del ataque a Konoha todo cambiaría, pero se iba a asegurar que fuera para bien. Sakura sería libre y feliz, y él podría devolver al mundo algo de lo que quitó, resarciría sus faltas para poder dormir con la consciencia más limpia.
................
-¿Sakura? –Sasuke la siguió en silencio hasta que estuvieron en su habitación, no había entendido nada de lo sucedido. La pelirrosa lo miró con una leve sonrisa en el rostro.
-Se sigue sacrificando por mí... -los ojos se le llenaron de lágrimas.
-¿A qué te refieres?
-Soy una tonta... le di razones a Madara para desconfiar en mí y culpó a Naruto, estoy segura que él le obligó a que me dijera eso.
-¿Por qué?
-Esperará hacerme cambiar de opinión... no lo sé...
Se tapó la boca dejando salir las lágrimas, estaba temblando, tenía tanto miedo por ellos, ¿qué iban a hacer?, ¿y si las cosas no salían bien?, ¿y si lo perdía?
El morocho se acercó sin saber qué decir, lo destruía verla así. Acarició su cabello y la atrajo hacia él. La mujer soltó un sollozo y comenzó a llorar más fuerte contra su pecho.
-Fui tan cruel con él, no debí decirle eso, pero es lo único que se me ocurrió...
-Naruto es fuerte, unas palabras no lo derrotarán...
-Sasuke... -lo miró- necesito pedirte esto... sé que es difícil, pero por favor, no nos abandones, no permitas que lo dañe, no dejes que Madara gane...
-No lo haré, te prometí que iba a ayudarlos, estoy de su lado Sakura, yo... haré todo lo que esté en mis manos.
-Madara dijo que debería quedarme, pero me las ingeniaré para ir con ustedes, Konoha no queda muy lejos, tardaré un poco pero los ayudaré.
-Sería mejor que te quedaras aquí, estarías segura y... -vio sus ojos enfurecerse, bueno eso era mejor que la Sakura llorona.
-¡No vas a esperar que me quede aquí de brazos cruzados mientras ustedes luchan por nuestra libertad!
-Mi hermano una vez me dijo que seguramente te ibas a molestar por mis actitudes machistas de intentar protegerte.
-Por supuesto, puedo pelear, puedo darles una mano.
-Si vas –le tomó las dos manos y las giró para ver sus palmas mientras las acariciaba con los pulgares- prefiero que cures, también puedes hacer eso y es una acción noble, las guerras no sólo se ganan con guerreros, hay otras personas también, y los médicos son igual de importantes. Habrá heridos y es mejor que los ayudes.
-Espero no tener que hacerlo...
La miró a los ojos, estaba preocupada y asustada, lo sabía, él se sentía igual. Sonrió levemente para mostrar confianza. Pronto todo acabaría, para bien o para mal en cuanto fueran a Konoha no había marcha atrás. Si todo salía mal morirían sin remedio, Madara no les perdonaría la vida. Si salía bien ella se iría con Naruto, el hombre que amaba, y posiblemente no volviera a verla, prefería no hacerlo, sólo le provocaría dolor, más dolor. Había una tercera opción que era seguir de parte de Madara, sin embargo no la tomó en cuenta, había dado su palabra, y no pensaba traicionarlos. Puso una mano sobre su cuello y subió hacia su rostro con delicadeza. Era probable que esa fuera la última vez que tuviera esa oportunidad, de estar a solas con ella, acercó su rostro y posó sus labios sobre los de ella con algo de temor por su reacción. Ella no se apartó ni se movió. Fue un beso simple pero con eso quedó conforme, era su despedida, ya no volvería a intentar obtenerla, entendía sus sentimientos y los aceptaba. No era lo que esperaba pero tampoco estaba enojado como en otro momento. La amaba a ella y apreciaba a su amigo, no podía odiarlos por esa simple razón.
-Confía en nosotros, Sakura –le susurró aún a escasos centímetros de sus labios- te devolveremos la sonrisa y la libertad.
-Gracias, Sasuke –contestó ella sonriendo levemente y acariciando su cabello con ternura.
-En otra vida quizá si podríamos estar juntos, ¿no? –sonrió apartándose.
-Sí, mientras no intentes matarme creo que podría funcionar–respondió la pelirrosa con el mismo humor que él.
-No seas aguafiestas, las buenas historias comienzan así.
-Las de terror sí, o quizá las sádicas.
Sasuke rió, extrañaría esas conversaciones con ella, era muy lista. Se puso serio de pronto.
-Mañana, cuídate, sólo eso voy a pedirte.
-No temas, no moriré sin haber probado un poco de verdadera libertad.
-Bien. Vamos a dormir...
-Sí...
Se acostaron sin cambiarse juntos en la cama, Sasuke la abrazó y ella lo dejó. Sabía que el beso que le había dado significaba el adiós. Sonrió levemente, se alegraba haberlo podido cambiar, lamentaba no poderlo hacer feliz del todo pero estaba segura de que algún día también encontraría a alguien como ella lo hizo.
.....................
Al otro día los asesinos de la Hermandad se preparaban para partir, todos se mostraban entusiasmados, consideraban que Madara tenía razón al destruir las grandes villas ninjas y se alegraban de poder participar en ello.
Sasuke observó a su alrededor comenzando a sentir la mezcla de inquietud y excitación antes de una batalla. Durante la noche recordó que su hermano en su momento le dijo que si él no mataba a Sasori y dejaba que Sakura lo hiciera desataría algo imposible de contener. Cuánta razón había tenido, ese acto había provocado un gran cambio en Sakura, Naruto ayudó un poco pero fue ese momento el decisivo en la vida de la pelirrosa. ¿Cuál fue el suyo?, no lo sabía, quizá cuando comprendió que la amaba y que haría cualquier cosa por ella. La miró y le sonrió con confianza como siempre hacía. Vio que Zetsu hacía la señal para partir, miró a la mujer que tenía a su lado.
-Venceremos.
-Lo sé, confío en ustedes, tú también hazlo.
-Lo haré.
-Suerte, nos vemos pronto –le susurró el oído la mujer y lo besó en la mejilla.
Asintió y sin decir nada más ni mirarla una última vez desapareció de allí corriendo lo más veloz que podía, era hora de pelear.
Madara Uchiha miró a su mano derecha. Zetsu le mostró una leve sonrisa.
-Me acaba de llegar una carta de Itachi, dice que en Konoha están casi todos los ninjas más importantes, es el momento perfecto, estuvo vigilando sus movimientos y no sospechan nada.
-Bien, partamos entonces.
-Sí Maestro.
Zetsu hizo una señal y todos comenzaron a correr y saltar perdiéndose en el bosque que tenían delante. Los cinco hombres que mantenían a Naruto controlado lo obligaron a caminar y éste sin mucha queja los siguió. Notó que en ningún momento cruzó una mirada con Sakura. Se alegraba por ello, fue bueno ver cómo se partía su corazón al escuchar las duras palabras que la mujer le dijo.
El Uchiha se giró para mirar a Sakura y Sasuke. Estaban hablando algo, luego ella le besó la mejilla, el morocho asintió y desapareció de su vista. Madara se acercó a la pelirrosa. A su lado se encontraba Pein a quien dejaba a cargo del castillo, eran los dos únicos que se quedaban atrás. Extendió su mano y tomó un mechón de su cabello, le gustaba verlo y tocarlo, era igual al de Mebuki y eso le traía buenos recuerdos, aunque también otros malos.
-Supongo que estuviste pensando en las cosas que Naruto te dijo, ¿aún sientes lo mismo por él?, ¿aún quieres la libertad?
-Aún lo amo –respondió ella, y era obvio que eso era cierto, como ya sabía el amor no se iba tan fácil- pero sus cobardes palabras me hicieron darme cuenta de mi error. ¿Libertad? –se pasó la mano por el pelo de manera casual, la forma en que Sasori le mostraba que mentía- sí... quizá aún la desee, pero sé que no puedo obtenerla.
Madara la observó un momento fijamente y supo que le mentía, bien esa había sido su última oportunidad, ya estaba perdida y no permitiría que otro se la quitara. Naruto tenía razón, nunca la amó tanto como a su madre, pero sí la apreció mucho, le dolía tener que hacer eso pero no tanto como imaginó, quizá porque era él quien tomaba la decisión, seguramente porque ahora él tenía el control sobre su vida. "Al menos muerto seré libre" le dijo ese rubio engreído. Sonrió de lado puede que eso  fuera cierto.
-La obtendrás pronto... -respondió acariciando su rostro. Esos ojos iguales a los de ese traidor ya no volverían a mirarlo de esa forma.
-Espero que obtenga lo que busca.
-Lo obtendré, no hay manera de que pierda, se lo prometí a tu madre...
-Sí...
Sakura dio media vuelta y entró al castillo. Cuando Madara supo que estaba lejos miró a Pein. El pelinaranja no se había movido de su sitio, miraba hacia delante con la vista perdida. El Uchiha frunció el ceño, otro cabo suelto. Cuando lo llamó lo miró.
-La quiero muerta para antes de que vuelva.
No esperaba que se sorprendiera tanto pero así fue. Pein pareció dudar un momento pero luego asintió.
-Sí Maestro.
-Será tu último trabajo, luego si lo desees te daré la libertad.
-No será necesario...
-Que no sufra, conserva el cuerpo, Naruto debe verlo.
-Sí Maestro.
Madara se fue y Pein volvió la vista hacia el horizonte. "Si algo te sucede no tendré nada por qué vivir" le había dicho a Konan y era cierto, ya no habían razones. ¿Matar a la chica? Miró el cielo que instantáneamente se nubló, las gotas de lluvia tocaron su rostro recordándole viejos tiempos pero también le trajeron otros recuerdos. Vio su rostro, de su boca salía un hilo de sangre, sus manos llenas de sangre de ella. Se tomó la cabeza con fuerza para borrar esas imágenes. Luego se dio vuelta con decisión. Una vida más no hacía ninguna diferencia.
Sakura trataba de pensar la mejor forma de escapar del castillo sin que Pein la notara cuando una sombra apareció a su espalda y entonces comprendió todo. Abrió los ojos sorprendida.
-Te mandó a matarme...
-Acepta tu destino, prometo que será rápido.
La pelirrosa cerró los ojos con fuerza. Aún no era su momento, pero pelear con Pein no sería nada fácil, había pensado escapar de él no enfrentarlo directamente, pero estaba preparada para cualquier contratiempo. Abrió los ojos había hecho una promesa, debía ir con ellos.
-Lo siento, ese no es mi destino, no te lo haré fácil.

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