Capitulo 23

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Madara llevó en brazos a Sakura hasta donde se encontraba Kabuto. La dejó en una camilla con sumo cuidado y acarició su frente con delicadeza.
-¿Qué le pasó? –preguntó Kabuto empezando a curar sus heridas.
-Un ataque de rebeldía... -respondió Madara sin apartar los ojos del rostro de ella- revisa también su mente...
-¿Genjutsu, Maestro?
-Sí.
-Ya le dije que no lo haga, es peligroso, puede dejar secuelas... esta chica no parece estar lo suficientemente fuerte para resistirlos. Es probable que duerma por unos días.
-No importa. Aprenderá...
Madara tocó sus cabellos. Tan sedosos y hermosos. Su color siempre hacía que se perdiera en tristes recuerdos. En imágenes de épocas pasadas que a veces le parecían un sueño. Mebuki se habría enojado tanto por dañar así a su hija. Pero no tenía opción, Sakura estaba fuera de control, tenía que hacer algo. ¿Por qué lo ponía a prueba de esta forma?, ¿por qué no podía aceptar simplemente lo que él le daba? Se estaba asegurando de que ella tuviera un futuro perfecto, en paz, con una familia feliz. Sasuke no podía ser tan mala elección, era un Uchiha, igual que él. La protegería contra cualquier cosa, nadie le haría daño si Sasuke estaba a su lado. Naruto en cambio podía ser peligroso, sus pensamientos eran intolerables y además poseía un demonio en su interior. Aunque lo controlara no podía estar 100% seguro de que nada sucedería. Esas bestias con colas eran orgullosas y no admitían un amo. Se preguntaba cómo había logrado controlarlo.
Sakura comenzó a respirar con más naturalidad, por lo menos los espasmos habían cesado pero no despertó. ¿Se había pasado con el genjutsu? No pensó que fuera a afectarla tanto. Se asustó muchísimo de verla así, pero ante el rubio debía aparentar naturalidad. No podía notar que él era indulgente con ella o no creería sus amenazas. "Lo siento cariño" pensó para sus adentros volviendo a tocar su rostro con delicadeza. Sabía que Kabuto estaba ahí, y que lo observaba, pero no le importaba demasiado, él no era una amenaza en absoluto. Que distinto sería todo si Mebuki estuviera viva, si lo hubiese elegido a él. Sakura tendría ojos negros, un Sharingan propio con el cual se defendería a la perfección. Probablemente no tendría su hermoso cabello, pero sería poderosa y seguramente habría elegido a alguien de su Clan para casarse. Alguien como Sasuke, o quizá al mismo Sasuke. Apretó los puños al pensar en ese Uchiha. El tonto estaba comenzando a flaquear en su objetivo. Le había dicho que no quería forzarla a nada y que no pensaba hacerle daño.
No es que él pretendiera eso, lo que quería es que la conquistara, pero Sasuke se estaba rindiendo. El amor de Sakura por Naruto era una ilusión debido a las promesas del rubio. ¡Tenía que ser una ilusión!, sería intolerable que lo amara de verdad. Sasuke sólo debía esforzarse un poco más y la tendría a sus pies. Así todo sería perfecto. Como él lo había planeado. Demonios, las cosas se habían complicado tanto, sus planes se habían desbaratado bastante a causa de Sakura. Nunca imaginó que ella se fijara en el rubio, debió prever eso, pero le parecía tan improbable.
Sasuke apareció en ese momento. Madara se sintió más furioso al verlo. Sabía lo que venía a continuación.
-¡¿Qué le hiciste?!
Madara entrecerró los ojos, ¡hasta le había perdido el respeto! Una sola mirada a Kabuto le indicó que tenía que salir de ahí. Sasuke corrió hasta la camilla y tomó una mano de Sakura.
-Se supone que tienes que vigilarla...
-¡No soy un maldito esclavo tuyo Madara! –contestó el Uchiha enojado, el Maestro abrió los ojos ofendido. ¿Otro rebelde más? ¿Es que ese día no podría terminarlo en paz?
-Tú serás quien yo diga que eres Sasuke, nada más. Vuelve a tu habitación.
-Por supuesto que no. No pienso dejarla sola contigo.
Madara respiró profundo. No debía perder la paciencia con ese chico. Tenía que mantenerlo de su lado. Se acercó a él. Alguien que apreciaba mucho, lo único que le quedaba de su Clan.
-Me pasé, lo sé. Simplemente me enfureció verla tramando en mi contra con Naruto. Estará bien. Kabuto dice que despertará en unos días. El genjutsu la afectó demasiado y está muy estresada. Deberás esforzarte más Sasuke o la perderemos. Si Sakura sigue actuando así tendré que encerrarla.
-Sí... Maestro... lo intentaré –respondió el Uchiha agachando la cabeza sumiso.
-Cuídala.
Madara se fue. Sasuke volvió a observarla. Aún tenía su mano entre las suyas. La apretó con fuerza. Se suponía que él iba a cuidarla de Madara. Le prometió que jamás la dañaría, sin embargo allí estaba. ¿Qué iba a hacer? No tenía el poder para enfrentarlo, aún le costaba dominar por el tiempo suficiente a Susanoo.
-Lo siento, Sakura –musitó sintiéndose terriblemente culpable por cómo se estaban dando las cosas.
............
Kakashi recorrió el lugar mirando a todos lados asombrado ante la destrucción que tenía frente a él. ¿Cómo es que había sucedido semejante masacre y no había ni un cuerpo del enemigo? Pakkun apareció a su lado. El pequeño perro era excelente a la hora de seguir rastros, pero con sólo ver su mirada supo que no había encontrado nada.
-Lo siento Kakashi, la pista se perdió con la lluvia.
-Por lo que me dijo una sobreviviente –dijo Shikamaru Nara a su espalda, Kakashi se giró para observarlo- esto fue obra de una sola persona. Bueno en realidad dijo que más bien era un monstruo...
-Un monstruo... ¿quieres decir que... -calló al pensar en ese chico, le parecía improbable que fuera capaz de realizar semejante acto, no por falta de poder, sino de instinto asesino.
-Sí, por las descripciones se trata del chico que han estado viendo tú y Jiraya.
-Demonios... pensamos que tendríamos más tiempo. Así que por eso no se ha comunicado en días...
-Kakashi esto es grave. Puede que quieran seguir con otras villas. Y su poder... -el Nara miró a su alrededor con gesto cansado pero Kakashi sabía que estaba muy preocupado- es inmenso, incontrolable. El Kyuubi es chakra puro, será difícil enfrentarse a algo así.
-Los sobrevivientes...
-Son pocos, mujeres y niños únicamente. Dijeron que él los dejó escapar.
-Así que no lo hace porque quiere...
-¿Estás seguro de que se puede confiar en él?
-Sí... lo vi en sus ojos, es un buen chico, un digno hijo de su padre... el problema es que tienen algo que quiere más que a nada en el mundo... deben estarlo obligando.
-¿Y justifica que haga esto? ¿Te parece bien?
-No se puede juzgar a alguien que actúa por su corazón. Es bueno, lo sé, pero ama a alguien mucho y es por lo único que sigue adelante. Si la pierde... -sacudió la cabeza- bien volvamos. Tenemos que avisar de todo esto a la Hokage. Seguramente querrá mandar halcones a las demás villas para que se preparen. Intuyo que esto fue sólo el principio.
-Mañana empiezas el entrenamiento de tus nuevos alumnos ¿no?
-Quizá...
-Deberás aceptar un día a alguno. No puede ser que sigas rechazándolos.
-Ninguno entiende lo que significa ser un verdadero compañero. No aceptaré gente así en mi equipo.
-Quizá si se lo enseñaras...
-No, se supone que deben llevarlo adentro. Justamente en el corazón...
Kakashi desapareció en una nube de humo. Shikamaru se encogió de hombros rendido y también lo siguió.
...............
Konan caminaba de un lado al otro de su habitación. Se sentía histérica, quería gritar, romper todo, escapar, correr muy lejos de allí. Pero más que nada quería olvidar todo. Se secó las lágrimas que no dejaban de caer. Nunca pensó que le daría tanta angustia una situación así. Necesitaba a Yahiko ya, ¿dónde estaba?
Como si hubiese escuchado sus pensamientos el aludido entró en la habitación. Tiró sobre su cama un libro y se sentó pesadamente sobre una silla. Sólo en ese momento se dio cuenta del estado en que se encontraba su compañera. Se levantó de un salto y fue hacia ella.
-¿Konan?
La mujer no lo soportó más y lo abrazó con fuerza llorando aún más.
-¿Qué pasa?, ¿estás lastimada?, ¿te hicieron algo?
-No... -sólo pudo decir eso antes de volver a llorar, se tapó la boca para ahogar un grito de dolor.
-Konan explícame qué pasa. Me estás poniendo nervioso.
-Quiero... quiero irme Yahiko... -le dijo separándose levemente pero sin soltarlo. No quería que se alejara, no quería que volviera junto a Madara, temía perderlo para siempre.
-Ya te dije que no se puede –el rostro de él había cambiado debido a su pedido. Sabía que le molestaba que le dijera esas cosas, pero era necesario.
-No puedo... no puedo seguir... Yahiko... necesito irme... yo... no seré más cómplice de esto...
-Olvida lo que viste, no hay nada que se pueda hacer...
-Lo sabes... -se separó de él de golpe- tú, lo sabes, ¡qué tonta soy!, ¡claro que lo sabes! Estás con él todo el tiempo. Oh Dios, lo sabías y no hiciste nada... ninguna vida vale la de cientos. Habían niños... no puedes mirar a otro lado. ¡No puedes decirme que me olvide!
Le faltaba el aire, casi cae al suelo, pero su compañero la sostuvo y la ayudó a sentarse en la cama. Sentía el estómago revuelto y un gusto a bilis en la boca, quería vomitar. Todo daba vueltas. Abrió la boca para dejar que entrara más aire pero su estómago no pudo soportarlo más y vomitó.
-Konan... -su voz dulce que en otros momentos siempre la calmaban esta vez no estaba teniendo efecto. Se sentía demasiado desesperada para caer en sus redes. Le acariciaba la espalda con dulzura pero ella sentía frío, mucho frío. Vivía con un monstruo, todos eran monstruos y ella no decía nada. Había aceptado esa vida por él, pero ya no la soportaba.
-Naruto los mató a todos... a todos... él... -tomó a Yahiko con fuerza de la chaqueta, el pelinaranja la miró asombrado pero no hizo nada- ¿con qué lo extorsiona?
-¿Por qué crees que lo obliga?
-Porque vi sus ojos. Él no es así. ¿Qué es lo que tiene Madara que hace que Naruto deje de lado su humanidad?
Yahiko vio sus ojos fijamente. Se veía muy mal, estaba muy triste. ¿Tanto la había afectado la situación? Sabía que tendría que haber ido él. Pero Madara insistió en que quería que fuera Konan. Suspiró.
-A la mujer que ama: Sakura Haruno.
-La pelirrosa... -se tapó la boca sintiendo que iba a llorar aún más. Ese hombre jugaba con los sentimientos de todos. También los extorsionaba a ellos de la misma forma. Aunque a veces pensaba que Yahiko hacía lo que hacía porque terminó por gustarle.
-Sí.
-Yahiko, no puedo soportarlo más. Hay que hacer algo. Tienes que ayudarme.
-No.
-Yahiko por favor.
-No, y mi nombre es Pein.
-Yahiko... -volvió a llorar- te necesito ahora más que nunca. No me dejes por favor. Tienes que abrir los ojos...
-No haremos nada. Basta Konan.
Se alejó de ella, la miró un poco más, sus ojos suplicantes casi quiebran su voluntad, pero no fue así. Salió de la habitación.
Konan volvió a llorar, se sentía tan mal por todo y lo peor es que Yahiko no lo entendía. Lo estaba perdiendo y con ello se estaba perdiendo a sí misma. No podía seguirlo en el camino que estaba tomando. Lo amaba, pero esto era demasiado. Abrieron nuevamente la puerta. Ella esperanzada de encontrar el rostro de su amigo se levantó, pero vio otra persona. Alguien que no quería tener cerca en ese preciso momento: Uchiha Madara. Se alejó al acercarse él, pero la habitación no era muy grande.
-Konan. Te vi muy afectada hoy. ¿Quieres hablar sobre algo?
Era su momento. Que Yahiko la perdonara, pero esta vez no iba a quedarse callada.
-Sí, ¿cómo puedes hacer una masacre como la que hiciste hoy sin razón alguna?
-Sí tengo mis razones. La paz es la mayor de ellas y creo que justifica mis actos.
-Pero no son tus actos, ¡estás usando a alguien para resolver cosas que deberías hacer tú mismo si crees tanto en ello!, dejas que otros se manchen las manos y después quieres proclamarte el justiciero. Usas a Naruto, lo obligas a matar cuando sabes que lo detesta...
-Sí –la naturalidad y tranquilidad con la que respondió hizo que sintiera aún más frío- porque es el único que puede hacerlo. Ya viste su poder. El Kyuubi es mi mejor arma y no dudaré en usarla, junto con su portador obviamente. Pasé años planificando esto.
-No seguiré tu locura. No pienso dejar que hagas estas cosas. Que lleves a la perdición a Yahiko también.
-Yahiko se hundió solo hace muchos años atrás, Konan.
-¿De qué hablas?
-Hace años que mata, tú bien lo sabes. No veo que lo hayas impedido.
-Me fue imposible hacerlo cambiar de parecer. Y... como lo amaba... no quería dejarlo. Pero no puedo seguirlo en esto. Es demasiado.
-Nunca te preguntaste por qué no cambiaba de parecer. ¿Qué es lo que lo lleva a actuar sin medir las consecuencias, a seguir mis órdenes ciegamente?
-Seguramente hacías lo mismo que con Naruto...
-No, no fue necesario Konan.
-No te entiendo.
-Cuando los encontré eran tres. Tenían un amigo más en su grupo... Nagato ¿verdad?
-No te atrevas a nombrarlo...
-Yo maté a Nagato sí, pero porque alguien me lo pidió...
Los ojos de Konan se abrieron sorprendidos y horrorizados.
-No... es mentira... no te creo...
-Como quieras, es tu decisión al fin y al cabo. Es irónico pensar que lo quería muerto para poder tenerte pero que cuando su deseo se hizo realidad no se quedó contigo por completo. Sentimiento de culpa... un deplorable defecto que afecta a tantas personas...
-No...
Cayó de rodillas sin poder respirar de nuevo. El pecho se le cerraba, necesitaba aire. El corazón le dolía tanto. ¿Fue su culpa?, ¿cómo pudo ocultarle esa verdad por tanto tiempo?, ¿cómo pudo hacerle eso?
-No quería que te lo dijera y por eso hacía lo que quería. Tu situación actual es debido a ese hombre que amas Konan, piénsalo. Te daré un regalo por si prefieres no hacerlo.
Madara se acercó a ella y dejó en el suelo a su lado una katana. Los ojos de Konan que ahora se veían vacíos lentamente se dirigieron al arma. Su mano temblorosa lentamente la tomó. Más lágrimas. Dolor, demasiado dolor. No podía soportarlo. Ella era la culpable, por no elegir, por no tomar una decisión en su momento. Siempre había amaba a Yahiko, no era necesario que hiciera nada a Nagato. Pero su amigo estaba muerto ahora. Arreglaría las cosas, acabaría con esto de una vez por todas.
.....................
Yahiko entrenaba en el salón interno del castillo. Estaba solo porque nadie quería estar cerca suyo. Lo prefería, así podría pensar con más claridad. Una grulla de papel se posó en el suelo a su lado. La observó confundido. Luego se giró. Konan estaba allí llorando sin detenerse, llevaba una katana en su mano.
-¿Konan?
-Terminemos esto Yahiko.
-¿De qué hablas?
-Volveremos a estar juntos, los tres, ya no tendrás que seguir haciendo esas cosas malas. Yo voy a liberarte y a salvarte.
-¿Konan?
La mujer desapareció convertida en un millar de papeles que volaron a su alrededor y comenzaron a atacarlo. Pein los esquivó como pudo sin entender qué estaba pasando. ¿Se había vuelto loca?
-¡Detente Konan!, no voy a luchar contra ti...
-Será más fácil entonces, lo siento, esta es la única forma que se me ocurre para detenerte –escuchaba su voz pero no la veía.
Los papeles se multiplicaron más, se unieron y volvieron a formar a la mujer que ahora poseía alas y lo miraba desde las alturas. Yahiko estaba paralizado. Tenía un kunai en una mano pero no lo había usado, podía herirla.
Movió las alas hacia él haciendo que miles de papeles lo atacaran, al llegar cerca suyo explotaron. Lo lanzaron lejos herido. Yahiko se levantó observando su cuerpo, nunca antes había sangrado tanto. Nadie jamás lo había alcanzado. Furioso se dio vuelta.
-Bien, si esto es lo que quieres.
Estaban adentro por lo que no podía hacer lluvia, pero eso no era lo único que sabía realizar. Corrió hacia ella evitando nuevos papeles con suma destreza girándose y rodando por el suelo sin dejar de moverse en ningún momento. Saltó y la atacó con el kunai, la mujer lo detuvo con la katana. Cayeron al suelo juntos, forcejeando, pero Pein tenía más fuerza y estaba ganando.
-¿Vas a detenerte? –le preguntó, tenía que hacerla entrar en razón.
-Nunca... -respondió la mujer mirándolo con el ceño fruncido.
Más papeles lo atacaron y se clavaron en su espalda. Gritó de dolor y se apartó de ella. Puso una rodilla en el suelo tratando de juntar fuerzas nuevamente. ¿Cómo podía estar sucediendo esto? Era una pesadilla. Ella le estaba ganando porque no quería dañarla de verdad. La miró con tristeza. Sus ojos también mostraban dolor, seguía llorando, pero también estaba determinada a cumplir lo que ahora consideraba su objetivo. Iba a matarlo. No quería morir, no quería enfrentarse a su viejo amigo si es que había otra vida más allá. Nuevos papeles se dirigieron a él. Se levantó y los rechazó usando el kunai. Luego hizo unos sellos.
-Suiton: Mizurappa.
Un gran chorro de agua salió por su boca. Yahiko podía controlar la cantidad de agua a su gusto usando su chakra. Pero esta vez estaba enojado, por lo que la ola fue inmensa, barrió todo el lugar junto con la mujer que terminó en el suelo empapada escupiendo agua. Su peinado estaba desarmado por primera vez. No recordaba que tuviera el cabello tan largo. Bueno, se podía decir que desde hacía mucho eran unos completos desconocidos el uno para el otro y ahora más que nunca.
-¿Terminaste? –preguntó él con actitud amenazante.
Konan lo miró horrorizada. Allí estaba Pein, ¿cómo pudo no verlo? Hacía mucho que Yahiko había muerto consumido por ese ser que tenía frente a él. Lo terminaría ya.
-¡No!
Gritó y se lanzó contra él con la katana. Todo quedó en silencio por unos segundos para ambos. El tiempo se detuvo. Ya no había nada más que ellos mismos.
-Siempre... te amé a ti... -le susurró la mujer.
La katana atravesó el torso de Pein y el kunai se clavó en el corazón de Konan. Sorprendido el pelinaranja quitó el arma viéndola caer. Se alejó unos pasos y observó la espada que tenía en un costado. No era una herida mortal, aunque seria. Se la extrajo y luego caminó hacia la mujer que tanto había amado y amaba. Estaba muerta. La había matado. Se tomó la cabeza desesperado y gritó, gritó como nunca lo había hecho. El castillo entero escuchó su llanto.
Muchos se asustaron, porque sentían también su rabia. Sólo uno sonrió. Uchiha Madara asintió complacido. Un problema menos. Ahora tendría a Pein a sus pies para siempre, porque ya nada le quedaba más que seguirlo.
Pein la levantó en brazos y fue caminando lentamente a la enfermería. Kabuto corrió hacia ellos al verlo, pero nada podía hacer. Era tarde. Lo que sí hizo fue curarlo a él. Miró hacia la otra camilla, allí estaba Sakura dormida y Sasuke a su lado. El morocho lo observaba con cierto recelo, por supuesto habría adivinado que el asesino de Konan era él, pero no tenía fuerzas para más enfrentamientos ni deseaba dañarlos a ellos, por lo que simplemente volvió la vista a la mujer que fue su compañera desde siempre. Estiró la mano para tocarla, pero luego la alejó. Ella ya no estaba allí y no quería tener contacto con ese cuerpo que él había destruido.
-Peleaste con ella ¿verdad? –Kabuto seguía curándolo, Pein no respondió, era bastante obvio- bueno, parece que no tenía verdaderas intenciones de matarte, esta herida no es mortal en absoluto –eso hizo que se le formara un nudo en la garganta, pero luego juntó fuerzas para poder responder.
-Konan nunca mató a nadie, no sabía cómo hacerlo.
-Cualquiera puede saber cuáles son los puntos débiles en un cuerpo humano, no es necesario ser un experto asesino, sólo tienes que tener la voluntad para hacerlo...
"No me digas estas cosas, no me hagas sentir más culpable, yo la maté, en un ataque de locura la maté" pensó sintiendo aún más dolor. No le quedaba nada en el mundo. No tenía objetivos, no tenía una vida, no tenía a nadie más. Apareció Madara en la puerta y acercándose a él colocó una mano sobre su hombro mirándolo con seriedad, entendimiento y tristeza. Sí, algo le quedaba, aún podía luchar por conseguir esa paz que quería el Maestro. Ella odiaba la matanza, pero él sólo conocía eso. Nunca sería un campesino eso era tan claro para él como el hecho de que nunca volvería a verla. Si había otra vida después de la muerte, él no iría con la gente buena.
Sasuke observó la escena apretando con fuerza la mano de la pelirrosa y pensando que las cosas cada vez se volvían más complicadas. Era obvio que fue Pein quien mató a Konan, ¿por qué razón? No se lo podía imaginar, siempre pensó que la amaba. Otra cosa era segura, Madara no estaba allí por casualidad, él había planeado todo eso. Posiblemente consideró que la mujer no era más de utilidad. Ahora Madara parecía tener el control absoluto de otro de sus perros preferidos. Pero estaba jugando algo demasiado peligroso, sin nada que lo ate, Pein podía ser un perro rabioso descontrolado.
..............
Sakura corría sin parar, quería alejarse de él. Cayó al agua, trató de salir pero algo la hundía. No podía soportarlo más, abrió la boca desesperada, el agua entró sofocándola aún más. Un pequeño rayo de luz se filtraba desde la lejana superficie. No quitó sus ojos de él. Prefería morir viendo luz y no oscuridad.
-Sakura, despierta, por favor abre los ojos.
La voz de Naruto, miró a su alrededor. No lo vio, pero estaba segura que le había hablado.
-Lo siento, Sakura.
Ahora era la voz de Sasuke. Hizo un esfuerzo, no podía quedarse ahí, no moriría de forma pasiva, iba a luchar. Juntó fuerzas y nadó hacia la luz. Ya casi llegaba, faltaba poco. Salió y...
Tomó una gran bocanada de aire. Miró a su alrededor desorientada. Estaba sobre una camilla. Una mano estaba sobre la suya. La miró sorprendida y sin entender. Sasuke. Estaba sentado en una silla dormido a su lado. Le dio lástima nuevamente. Su vida también había sido difícil, quizá el Uchiha sólo se aferraba a lo último que quedaba de su Clan debido a recuerdos de su familia. Él levantó la cabeza y la miró.
-Sakura...
Por primera vez en su vida vio un reflejo de alegría en su rostro, y también alivio.
-¿Dónde estoy?
-En la enfermería.
-¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
-Dos días... -su rostro se veía preocupado.
-El genjutsu del Maestro... lo recuerdo... siento que pasaron sólo minutos y al mismo tiempo años.
-¿Te sientes bien?
-Sí. Aunque prefiero ir a mi habitación.
-Sí, te llevaré.
La ayudó a caminar. Le costaba un poco aún, pero no demasiado. Volvió a recostarse pero ahora en su cómoda cama. Sasuke se veía preocupado y nervioso.
-Estaré bien. Sólo necesito dormir un poco más.
-El Maestro me pidió que le dijera cuando despiertes. Iré con él. ¿Necesitas algo más?
-No.
Se puso de lado en la cama dándole la espalda. Puede que él lo sintiera como un rechazo pero no le importaba. Los recuerdos volvían a ella. Las imágenes. La había torturado. Nuevamente le mostró su lugar. Tembló. No era fuerte, le temía y mucho. No quería volver a experimentar eso. "¿Qué hay de Naruto?" le preguntó su voz interior. Cerró los ojos con fuerza. Tenía que hacerlo por él. Tenía que luchar. Pero sentía tanto miedo.
Sasuke salió de la habitación y cerró la puerta con llave por las dudas. Se sentía más tranquilo al verla bien pero de todas maneras tenía mil dudas en su cabeza. Madara sí la lastimó, le había dicho que era una mentira para controlar a Naruto, pero sí le hizo daño. Antes de ir a ver a Madara fue unos pisos más abajo. Entró al salón donde estaba la celda de Naruto. Éste se encontraba sentado con la espalda recta, en actitud de meditación. Pero apenas frenó frente a su celda abrió los ojos. Siempre supo que Naruto era un libro abierto, que demostraba con facilidad lo que sentía. Pero ahora, no podía vislumbrar ningún sentimiento, nada, estaba vacío, le recordaba a la mirada de su hermano después de la muerte de la mujer que amaba.
-Sakura despertó –no sabía por qué fue a decírselo. Últimamente sus acciones eran un caos, dudaba de su propia lealtad y estaba más que confundido. Sólo una cosa había de la que estaba seguro: no quería perder ante Naruto, Sakura tenía que ser suya.
El rubio no contestó, lo miraba fijamente sin moverse. Parecía que casi no pestañeaba.
-¿No vas a decir nada?
-¿Qué quieres que diga? –respondió con un tono de voz neutro. ¿Habría perdido los sentimientos después del ataque a la villa del sonido? ¿Qué había pasado ese día en que Madara le aplicó el genjutsu a Sakura?
-No lo sé. Pensé que te alegraría.
-¿Cómo puede alegrarme algo de lo que está sucediendo, Sasuke?, ¿acaso estás tan mal de la cabeza como Madara que no pueden ver más allá que sus propios egos?
-La cuidaré. No tienes que temer por ella.
-Estás haciendo un excelente trabajo, te felicito –ahora se ponía en irónico. Se le estaba acabando la paciencia, ¡encima que iba a tratar de animarlo un poco!... ¿iba a eso? ¿O podía ser que quisiera regocijarse en su miseria? Ya no se conocía a sí mismo y desconfiaba de su mente.
-No sabía que vendría aquí, de lo contrario se lo hubiese impedido...
-Cuando salga voy a matarte.
La frialdad con que dijo esas palabras lo dejaron paralizado. Un leve temor recorrió su espalda pero también había una mezcla de exaltación, deseaba pelear contra él, ver si podría vencerlo o morir en el intento. Al final uno viviría y se quedaría con el premio. ¿Premio? ¿Así la veía?, Naruto tenía razón, era una basura.
-Lo intentarás...
-No, lo haré. Es seguro.
Naruto se mostraba tranquilo pero por dentro hervía en odio. Ese ser que estaba frente a él: Sasuke Uchiha, alguien a quien había considerado su mejor amigo. Su primer amigo, con el que compartió tantas cosas en su niñez, ahora era un desconocido. Alguien que torturaba a la mujer que amaba. ¿Se habría acostado con ella?, de sólo pensarlo se enfurecía más y más. Comenzó a respirar más agitado.
-El grito que escuché ayer, ¿qué fue? –preguntó tratando de obtener información y al mismo tiempo librarse de los demonios internos que querían quitarle la razón. El encierro lo estaba matando.
-Pein... Konan está muerta... la... mató... -aún seguía confundido con eso. Se suponía que amaba a esa mujer, ¿por qué la había matado? ¿Y si todos terminaban así?, locos y matándose entre ellos... no sería tan mal final, pero de sólo pensar que podría dañar a Sakura...
-Así que sigue manipulando gente... se está deshaciendo de los cabos sueltos...
-¿A qué te refieres? –preguntó aunque conocía la respuesta ya que él mismo lo había pensado.
-Mató a Miliana por si ella llegaba a ayudarme, mató a Konan porque seguramente se estaba volviendo peligrosa e influía en Pein, si mal no recuerdo mató a la mujer de tu hermano para controlarlo mejor -¿cómo sabía eso?, Naruto no había estado ocioso todos esos años, ahora podía verlo- quizá algún día considere que Sakura es una molestia también.
-Te dije que iba a cuidarla, no le hará daño...
-¿Viniste para algo más? –obviamente no le creía nada. Suspiró con cansancio, le demostraría que era de confianza, ¿por qué? Obviamente no lo sabía, simplemente quería hacerlo.
-No la he tocado.
El rubio abrió los ojos sorprendido. No se esperaba eso. ¿Por qué le decía esas cosas? Sin embargo lo que le molestaba en su interior se calmó instantáneamente. Relajó los hombros. ¿Podía creerle?, ¿para qué le mentiría?
-¿Por qué me lo dices?
-No lo sé, quería que lo supieras. La ganaré, de la manera adecuada, ella vendrá a mí por cuenta propia.
La amaba. Oh, Dios, estaba tan enamorado como él. ¿Qué iba a hacer con eso? Todos sus deseos de matarlo se extinguieron. Sasuke era una persona perturbada, pero no una mala persona. Simplemente le enseñaron a ser arrogante. Ahora estaba cambiando, ella lo estaba logrando. ¿Y si se enamoraba de este nuevo Sasuke? Una parte de su ser gritó furiosa, ¡era suya!, no iba a dejársela a nadie ahora que le dijo que lo amaba. Pero si la obligaba sería igual que Madara. Aceptaría su decisión, lo había pensado en otro momento, no debía cambiar de parecer si eso era la decisión correcta. Asintió.
-Bien –se levantó y se acercó al muro para estar frente a frente con su enemigo, su rival, su mejor amigo- júrame que la cuidarás.
-Lo juro.
-Por tu vida, contra cualquier amenaza.
-Por mi vida, contra cualquier amenaza.
Naruto lo miró fijamente unos segundos. Luego volvió a asentir levemente y dando media vuelta regresó al rincón donde había estado sentado. No necesitaba nada más. Ahora con eso podría hacer algo, sólo necesitaba una nueva oportunidad.
Sasuke lo observó volver a tomar la posición que había tenido cuando llegó. Era una promesa difícil pero la cumpliría.

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