Capitulo 4

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Caía al agua. Un agua oscura, muy oscura, tanto que no podía ver nada aunque lo intentaba. Su cuerpo no le respondía pero sentía que se ahogaba. Trató de hacer algo, pero nada, simplemente se hundía. Algo la tomó de la ropa y de un tirón la sacó. Respiró una bocanada de aire. Al levantar la vista, vio a su rescatador, nunca lo hubiera imaginado, la persona que siempre la salvaba era Sasori, ¿por qué entonces no estaba allí? Su rostro indescifrable la observaba como si esperara algo.
-¿Naruto? –preguntó extrañada. Él sonrió y asintió, luego extendió su mano hacia ella.
-Es hora de irse, viene por nosotros.
-¿Quién?
-¿Quién va a ser?
Sakura se dio la vuelta y vio sus ojos. Rojos como la sangre, el Sharingan. Unos grandes ojos que ocupaban todo el cielo la miraban, la buscaban y la habían encontrado.
-No... ¡¡nooo!!
Se despertó sobresaltada respirando con dificultad. Estaba empapada de sudor. Miró a su lado, pero Sasori no estaba en la cama. Temblaba. Se abrazó las piernas e intentó calmarse. Debía mantener el control. Se tapó el rostro con la mano derecha. Necesitaba salir, tomar aire fresco y beber algo. Miró el reloj que había en la mesa de luz, eran la una de la madrugada. Cualquier bar estaba aún abierto. Se levantó de un salto, se miró en un espejo, mejor se daba una ducha rápida, no podía salir así.
El agua calmó sus nervios, y luego de media hora estaba afuera caminando por las calles del lugar. No sabía dónde estaba Sasori, pero por las dudas le dejó una nota. Entró al bar que estaba a unas cuadras del hotel. Habían algunos hombres bebiendo. Un par la miraron con cierto interés, el resto estaba demasiado absorto en la bebida como para percatarse que alguien había entrado. Se acercó a la barra y pidió una botella de sake. Le dejó el dinero al cantinero luego de hablar, ya que el hombre la miró con recelo. El dinero hacía sus maravillas, en seguida se encontró frente a una botella de su bebida favorita y un vaso. Había comenzado a beber antes de tener la edad necesaria. Sasori se lo permitió, la vida que llevaban era demasiado dura y a veces se necesitaba olvidar por un rato. Se sirvió el primer vaso y bebió.
Ese sueño había sido muy recurrente desde hacía años. Cambiaban ciertos detalles, pero siempre empezaba igual. Lo raro era que siempre la persona que la sacaba del agua era Sasori, no Naruto. Luego sucedía otra cosa. Lo del Sharingan también era nuevo. ¿Sería Sasuke?, imposible, a pesar de todo no lo consideraba una amenaza para que estuviera molestando su subconsciente.
-No sabía que también bebías –se dio vuelta algo sobresaltada al escuchar la conocida voz. Allí estaba la persona con la que había soñado. Pero no le sonreía. Sus ojos parecían estar retándola.
-¿Acaso no debería beber por ser mujer? –preguntó volviendo a lo que estaba haciendo.
-No, no deberías beber porque eres joven y eso, en exceso, es perjudicial. En nuestro trabajo no debemos bajar la guardia, la bebida confunde tus sentidos y...
-No necesito una clase sobre los efectos del alcohol.
-Yo diría que sí, ya que tu maestro jamás lo ha hecho al parecer...
-No hables de Sasori, es la mejor persona... además, si tanto te disgusta beber, ¿por qué estás aquí?
-Vine a buscarte.
-¿Pasó algo?
-No, simplemente vine a sacarte de aquí. Los bares no son lugares para chicas cuando están vestidas de esa forma -le señaló su ropa que cubría pocas partes de su cuerpo, la pelirrosa puso los ojos en blanco.
-No seas ridículo. Sabes que puedo cuidarme sola.
-Sí, pero si armas revuelo, llamarás la atención, y si lo haces, nos encontrarán. Vamos –la tomó del brazo y la obligó a levantarse.
-Suéltame –trató de liberarse, pero la mirada de él se lo impidió. No era enojada, tampoco amenazante, simplemente triste. Lo siguió confundida.
-¿Por qué lo haces? –seguía caminando y no la miraba, tampoco la soltaba. Demasiados "¿por qué?" en un día, primero Sasuke y ahora Naruto, ¿qué les pasaba a esos dos?, ¿acaso no podía hacer lo que se le viniera en gana?
-Porque necesito olvidar por un rato... -Naruto la soltó y frenó para mirarla, ella bajó la vista- odio lo que soy, me odio a mí misma, porque soy fuerte y al mismo tiempo débil y... porque quiero ser como cualquier persona, quiero ser normal, vivir una vida normal...
-Sabes que eso no se puede conseguir.
-Sí... por eso bebo.
-Escapar no es la solución, los problemas hay que enfrentarlos, ahí yace la verdadera fuerza, el coraje...
-Hablas... -Sakura sonrió- hablas como si supieras qué significa, hablas como si te pasara lo mismo que a mí, como si quisieras ser libre.
-Nadie es libre, ni las personas que tú llamas "normales".
-Pero son felices.
-No siempre.
-Por lo menos tienen la esperanza de serlo. Y la consciencia tranquila.
-Eres una asesina, Sakura, los asesinos no tienen consciencia –tenía que probarla, debía estar seguro de que ella era quien él pensaba que podía ser, el problema era que había estado sometida demasiado tiempo, deseaba la libertad, pero le tenía miedo al mismo tiempo- enfrentarte a Sasuke fue una idea muy estúpida. Las misiones debemos completarlas, y si no quieres ser la que mata, por lo menos no interfieras.
-No le temo a Sasuke.
-Ya lo sé... es sorprendente, la verdad que eres interesante... pero no por eso dejas de ser tonta. Vamos, hay que volver.
Siguió caminando, Sakura lo siguió como hipnotizada. Había algo en él que le llamaba poderosamente la atención. En cierto sentido eran similares, los dos fríos y crueles asesinos, los dos serios y habilidosos. Pero mientras Sasuke irradiaba un aura oscura todo a su alrededor, Naruto irradiaba una luz brillante. Ambos le atraían, pero de formas opuestas. Sasuke era un seductor nato, seguramente no tenía que mover ni un dedo para tener a cualquier mujer a sus pies. Y ella por mucho que se hiciera la dura no era la excepción. Naruto en cambio era simple, pero parecía más confiable, estar a su lado la tranquilizaba y le gustaba ese efecto que le provocaba. Era como experimentar esa paz que tanto buscaba. Parecía como si pudiera solucionar cualquier problema, sólo había que pedírselo. Sonrió con tristeza. ¡Qué tonterías pensaba!, no conocía a ninguno de los dos, ¿cómo podía sentir tantas cosas en tan poco tiempo?
-¿Confiarás en él? –preguntó Naruto, lo cual la sacó de sus cavilaciones para su alegría, porque parecían estarla llevando a un sitio que no le gustaba.
-¿En quién?
-En Sasuke –se frenó y la observó.
-¿Por qué lo preguntas?
-Si se le ocurre hablar, estás muerta.
-¿Tú no dirás nada?
-No soy ese tipo de personas.
-¿Y qué tipo de persona es Sasuke?
-...
Naruto se quedó callado. Hacía muchos años atrás hubiese respondido sin dudar que Sasuke era de confianza. Pero los años y las misiones habían cambiado a su amigo. Lo habían puesto en su contra. El hecho de que todos alabaran su fuerza hizo que el morocho comenzara a odiarlo, que quisiera demostrar que él era el mejor. Nunca le importó ser el número uno. Simplemente se esforzaba porque tenía un objetivo muy claro. Sería libre como fuera. Si Sasuke fuera el mismo que de niño entonces le hubiese podido contar su plan y seguramente entre los dos podrían vencerlo, pero ahora... ¿quién era ese Uchiha?, estaba descontrolado y demasiado violento. Había querido matar a la mujer del objetivo y también a Sakura.
-¿Naruto?
-No... no lo sé... ya no conozco a esa persona –apartó la vista algo perturbado por los recuerdos y el dolor que le causaba.
-Pero antes si, ¿verdad?, ustedes eran amigos de pequeños, los mejores amigos...
-Hace mucho tiempo, las cosas cambian y... las personas también...
-¿Tú cambiaste?
-Sí... -el rubio suspiró con tristeza, lamentaba haberlo hecho, pero no tuvo opción.
-No tengo miedo...
-¿Qué?
-No temo a lo que pueda sucederme si Madara-sama se entera... ya... no me importa si vivo o muero... estoy muy cansada...
-Eso es porque no has dormido nada –le sonrió para tratar de animarla, él no era el tipo de personas que duraba mucho tiempo triste, intentaba vivir día a día y un día las cosas iban a cambiar de una vez por todas- Vuelve a la cama mujer. Mañana nos espera un largo viaje –le indicó con la cabeza la puerta del hotel. Ella asintió y entró sin decir más nada.
Sasuke los observó llegar por la ventana de su habitación. Su hermano mayor, acostado en una de las camas suspiró. El otro no le hizo caso. Su cabeza estaba funcionando a toda marcha. Habían cosas que no le cerraban y una era la situación en la que se encontraban. ¿Por qué Madara los había puesto juntos? Naruto siempre había trabajado solo. Tenía el Kyuubi, pero eso nunca pareció preocuparle al Maestro. Él era un usuario del Sharingan, nunca lo había intentado, pero quizá fuera posible que con su nivel pudiera dominar al demonio del interior de Naruto. ¿Por qué querría Madara que lo dominara si eso es lo que quería? O su plan podía ser separarlo de Itachi. Y ¿qué tenía que ver en todo esto Sakura? ¿Querría separarla de Sasori?, pero en qué le podía molestar esa relación, ellos no podían ser una verdadera amenaza para la Hermandad. Sakura, sin embargo no parecía estar contenta con su trabajo. Tal vez el Maestro pretendía que ellos fueran más estrictos que Sasori y le enseñaran cuál era su lugar. Sonrió con cierta malicia. No le molestaría enseñarle cuál era su lugar a esa niña. El problema era Naruto, una real molestia. Se preguntaba si seguiría sintiendo por ella lo mismo que de chicos. Si... lo recordaba muy bien... él estaba enamorado de ella.
-Mira, Sasuke... -Naruto le señaló a la pelirosa que paseaba por los jardines al lado de Madara quien al parecer le estaba contando algo- ¿no te parece preciosa? –se apoyó en el marco de la ventana y sonrió de una forma muy tonta.
El morocho frunció el entrecejo al escucharlo y se acercó a la ventana para mirar qué era tan precioso. Observó a la niña. Sus cabellos caían largos hasta su cintura, se movían con la brisa matutina de forma desordenada. La niña intentaba por todos los medios mantenerlos en su lugar, pero de nada servían sus esfuerzos. Observaba atentamente al Maestro mientras éste hablaba. Luego él se agachó hasta estar a su altura y le acarició la cabeza sonriendo. El morocho estaba seguro de que esa era la primera vez que lo veía sonreír. Nadie sabía de dónde había salido esa pequeña. Hacía un año Madara la trajo y no dio ninguna explicación. Se preguntó si sería su hija o si quizá la estaba educando para ser su mujer o simplemente otra asesina. Naruto le golpeó el brazo con fuerza. Lo miró.
-Es mía, así que ni se te ocurra fijarte mucho en ella.
-Qué tonto –puso los ojos en blanco. La verdad es que se había desviado un poco de lo que en realidad quería ver. Volvió la vista hacia ella y asintió para sus adentros. Sí era preciosa, pero nunca lo admitiría- quédatela si puedes. Me parece que está un poco lejos para ti. Ni siquiera eres bueno con los kunais.
-Seré el mejor, ya lo verás. Y ella será mía.
-Aja...
Su sonrisa aumentó. Sería interesante ganarle en eso también. Aunque al parecer ya había intentado algo. Qué divertido, quizá estar en ese grupo no fuera tan malo como pensaba.
-Sasuke...
-¿Qué?
-Deja a la chica.
-Tú no vas a decirme qué hacer.
-No puedo ganarle a Madara.
-¿Por qué tendrías que hacerlo?
-Porque si tú te metes con ella, él te va a matar, y yo tendría que vengarte y no podré, lo cual me dejará como un fantasma bastante frustrado y con una cuenta pendiente...
-No creo que sea tan importante para el Maestro como dices.
-Yo no contaría con eso. Verás, cuando volvamos, lo importante que es.
-¿A qué te refieres?
-Ya verás.
.........................
A la mañana Sakura se despertó sobresaltada. Había vuelto a tener el mismo sueño. La pregunta era ¿por qué la ayudaba Naruto cuando antes era Sasori? Miró a su lado y por supuesto no encontró a su acompañante. El pelirrojo siempre se levantaba antes que ella. Y justo cuando se preguntaba a dónde habría ido apareció trayendo consigo el desayuno. Sakura sólo tomaba una taza de café así que fue eso lo que le dio. Sonrió, Sasori era una persona muy amable, quizá demasiado. Pero ella conocía el otro lado, el asesino era exactamente lo contrario, hasta a ella le daba miedo a veces.
-¿Descansaste bien?
-Si... -no quería preocuparlo con sus sueños extraños.
-Supongo que ya te llevas mejor con tus compañeros –Sasori la miró de reojo. La chica se preguntó si estaría celoso, aunque jamás se lo demostraría abiertamente, a pesar de todo Sasori tenía su orgullo y ella siempre le había dejado claro que no le pertenecía a él ni a nadie.
-¿Por qué lo dices?
-Te dejé hablando con Sasuke, supuse que quizá habrían aclarado algunas cosas. Y luego te vi volver con Naruto.
-Veo que me vigilas bastante.
-Sólo lo necesario. No quiero que nada te suceda –el pelirrojo le sonrió con cierta tristeza y acarició su rostro con ternura. Pero a pesar de que sus palabras podían sonarle tiernas y dulces a cualquiera, al igual que sus actos, Sakura se sintió ofendida.
-Sabes que puedo cuidarme sola –contesto con sequedad apartándose bruscamente.
-¿Puedes?
-Claro que sí. Tu duda me insulta –se levantó de un salto de la cama, no sabía por qué pero se sentía completamente humillada.
-Lo siento, no quería que así fuera –el estiró la mano para intentar una reconciliación, pero ella se cruzó de brazos aún mirándolo con furia, el hombre suspiró- Tengo que irme ahora, Sakura. Itachi y yo tenemos trabajo. ¿Vas a estar bien?
-Siempre... -la respuesta no sonaba en absoluto convencida pero Sasori no pensaba cuestionarla. Su relación siempre había sido así, si ella no quería hablar, sólo había que dejarla tranquila, o la cosa empeoraría, Sakura tenía un carácter bastante fuerte.
-Prometo que regresaré pronto a casa –le besó la frente y comenzó a caminar hacia la puerta.
-Casa...
-¿Qué pasa?
-¿Lo sientes tu casa?... ese lugar horrible.
-Cualquier lugar donde estés tú, que eres mi única familia, para mí es mi casa, mi hogar, mi refugio.
Sintió el corazón encogerse con sus palabras, ella había sido tan cruel y él siempre tan bueno. ¿Por qué no podía corresponderle de la misma forma?
-Si... eso es cierto... -sólo pudo decir, aunque no fue con sinceridad.
Sasori no dijo nada más, se fue cerrando la puerta tras de sí, Sakura caminó unos pasos, estiró la mano y tomó el picaporte de la puerta, tenía que ir tras él, pedirle disculpas por ser tan mala, abrazarlo, besarlo, decirle lo mucho que lo quería, que era lo único que tenía y sentía mucho miedo porque era la primera vez que estaba sola desde que él entró en su vida. Sin embargo, ahí se quedó, apoyó la frente sobre la puerta y cerró los ojos con fuerza.
-Lo siento... -susurró.
-¿Sakura? –la voz de Sasuke sonó detrás de la puerta y la hizo sobresaltarse, se alejó y volvió a su rostro imperturbable. Guardaría su dolor en lo más profundo de su ser y volvería a representar su papel de asesina de la Hermandad.
-Pasa.
-Tenemos que irnos ya.
-¿Pasó algo? –preguntó poniéndose su mochila, la cual siempre estaba lista.
-Naruto vio a algunos ninjas de la arena preguntando en los negocios.
El rubio apareció detrás del Uchiha. Sakura asintió y los tres salieron de inmediato. El dueño del lugar los dejó irse por la puerta de atrás. Corrieron sin descanso varias horas. Querían irse lo más lejos que podían. Se detuvieron unos minutos para poder recuperar el aliento. Se miraron entre sí. Estaban agotados, pero los habían entrenado bien, ninguno se quejaría jamás y si tenía que quedarse atrás, se lo dejaría.
-Para la noche llegaremos al refugio –dijo Sasuke mirando hacia donde estaban yendo.
-Eso si no nos encontramos con nadie –argumentó Naruto observando los alrededores desconfiado.
-Que vengan los que quieran, sólo encontrarán muerte –respondió Sasuke altivo como siempre.
-Preferiría que no –contestó con sequedad el rubio mirándolo de reojo con cierto cansancio.
-¿Qué pasa Naruto?, ¿te dan miedo los ninjas de la arena?
-En realidad me preocupa su Kazekage.
-No llegará tan lejos.
-No lo conoces.
-¿Tú sí?
-No pero... he oído de él... -miró a Sakura, quien se había sentado y se veía bastante agitada- ¿estás bien?
-Sí.
-No lo parece, podemos descansar un poco más si...
-¡Estoy bien!, sólo quiero llegar a... ese lugar...
-Ok.
-Bueno, entonces tenemos que seguir, ¡vamos!
Las palabras de Sasuke hicieron que Sakura tomara fuerzas de nuevo. Volvieron a correr y llegaron, como bien había predicho el morocho, esa noche. El mismísimo Maestro los esperaba en la puerta. Al verlo los tres frenaron en seco. El corazón de Sakura dio un salto. Había dicho en su momento que no temía lo que ese hombre le dijera, pero al verlo tuvo mucho miedo. No lo demostró por supuesto, pero al parecer Naruto se dio cuenta, ya que se colocó un poco más cerca de ella y le dio un leve empujón. Lo miró y él le regaló una pequeña sonrisa para darle ánimos. A veces no entendía sus actitudes, pero agradeció el gesto.
-Pasen... -se limitó a decir el Uchiha y entró en la guarida seguido de los tres jóvenes.
Lo siguieron en silencio hasta llegar a su despacho, allí, el hombre se sentó cómodamente en su silla y los observó atentamente. Sakura no había podido mirarlo a los ojos hasta ese momento y no se había percatado de que tenía activado su Sharingan. Su corazón latió con más fuerza aún. ¿Qué estaba viendo? Sasuke a su derecha se veía tranquilo. Naruto bostezó abiertamente y se estiró.
-¿Estás cansado Naruto?
-La verdad tengo mucho sueño. No he estado durmiendo bien.
-Quizá deberías en las noches limitarte a dormir y no a andar caminando –el rubio frunció el entrecejo, Madara sonrió. ¿Cuánto sabía?
-Sasuke... tu trabajo como siempre ha sido impecable... lamento que hayas tenido algunos problemas con tus compañeros, supongo que ya los has superado.
-Por supuesto, Maestro. Ellos no me suponen ningún esfuerzo.
-Perfecto...
Madara se levantó y se aproximó hasta Sakura, quien mantuvo su mirada y postura firmes a pesar de desear salir corriendo. De un rápido movimiento el Uchiha golpeó fuertemente el rostro de la pelirrosa, quien cayó al suelo tan sorprendida como adolorida. Ni siquiera había sido capaz de ver su movimiento y mucho menos esquivarlo. Naruto reaccionó adelantándose al instante. Sasuke permaneció inmóvil mirando de reojo la escena.
-¿Deseas hacer algo, Uzumaki Naruto? –preguntó Madara amenazante. El rubio apretó los puños e iba a hablar, cuando Sakura le indicó con un movimiento de mano que no lo hiciera.
-Estoy bien... -la mujer se levantó algo tambaleante, el golpe la había mareado un poco. De su boca y nariz comenzaba a salir sangre.
-Eso es por desobedecer una orden directa... ¿Quién te crees que eres para decidir si matar o no a un objetivo?, hasta quisiste interferir...
-Lo siento, Maestro... pero... yo...
-¿Quién te crió cuando lo perdiste todo?, ¿quién permitió que vivieras?, porque sabes que podría haberte matado ese día, Sakura. Te di un hogar, una familia, un propósito. ¿Vas a destruir todo eso por un desconocido?
Naruto observó cómo el rostro de la pelirrosa cambiaba lentamente y se lamentó por ello. Madara había ganado la batalla nuevamente. Sakura volvía a ser su marioneta.
-No, Maestro, lo siento mucho, fui una tonta...
Quería llorar y gritar, pero no hizo nada, eso no sería correcto. El Maestro lo vería mal. Simplemente esperó a que el hombre volviera a hablar, sabía que merecía un castigo y lo recibiría sin replicar. Nunca debió cuestionar las órdenes del Maestro. Cayó de rodillas frente a él y lo miró a los ojos esperando. Se perdió en su Sharingan.
De pronto comenzó a ver llamas, gritos por todos lados, ella corría desesperada, bajaba las escaleras y allí encontraba a sus padres, estaban muertos, cubiertos de sangre. Gritaba, lo hacía porque no sabía que más hacer, trató de levantar a su madre, tenían que irse, las llamas lo consumían todo. Gritaba y la golpeaba, por alguna razón esperaba que pudiera despertarse.
Naruto y Sasuke observaban a la mujer gritando de terror en el suelo. Su mirada estaba perdida en algo que ellos no podían ver. El rubio miró de reojo a Madara. El hombre parecía tranquilo. Estaba provocando un genjutsu sobre ella y hacía que ellos miraran para que supieran, para que no se les ocurriera hacer la misma tontería que ella hizo. Pero ya no era un niño. Algo así no lo impresionaría ni le haría temblar de miedo. Ya no.
-Ya basta... -dijo entre dientes con odio.
-¿Le has tomado cariño, Naruto? –preguntó el Maestro sonriendo- parece que a Sasuke no le sucedió lo mismo.
El morocho estaba duro como una piedra mirando a la mujer tomarse la cabeza y seguir gritando cada vez más fuerte. El rubio no sabía si estaba disfrutando del espectáculo o se estaba controlando para no actuar de la misma forma que él. Había conocido a Sasuke de chico y sabía que esas cosas no le gustaban. A pesar de todo, el morocho nunca fue cruel. Asesinaba sin vueltas y prefería no hacer sufrir a las personas por mucho que se lo merecieran.
-Simplemente no soporto sus gritos, me duele la cabeza. Además todavía faltan los azotes y...
-Los azotes y las torturas de tipo físicas no serán necesarias –los dos jóvenes se sorprendieron ante estas palabras, sabían que Madara siempre castigaba duramente a sus insubordinados, torturándolos de múltiples formas, encerrándolos, dejándolos sin alimentos por días, hasta que sus cuerpos y sus mentes se rendían ante sus palabras, hasta que no quedaba ningún vestigio de rebeldía. ¿Qué diferencia había entre ella y el resto?
Sakura dejó de gritar, pestañeaba en el suelo y por fin los miró. El rubio quiso arrodillarse a su lado y comprobar que estaba bien, darle un abrazo y reconfortarla, pero no hizo nada. No quería que Madara siguiera pensando cosas. Odiaba ser así, pero tenía un plan, un objetivo, por mucho que sintiera por ella, no podía echarlo a perder, demasiado dependía de él.
-Levántate Sakura...
-Sí Maestro... -la mujer no lo miró esta vez. Se levantó tambaleante. Casi cae un par de veces en las cuales, tanto Sasuke como Naruto quisieron ayudarla, pero no fue necesario.
-¿Volverás a desobedecer una orden mía?
-No, Maestro, nunca más...
-Perfecto, así me gusta... -la tomó de la barbilla para levantar su rostro, pero la mirada de la pelirrosa seguía esquiva, fija en el suelo. Respiraba agitada y se notaba que tenía miedo- ve a darte una buena ducha y a descansar querida mía. Tendrán una semana libre antes de su nueva misión. Vayan a sus habitaciones.
Madara sonrió al verlos salir, a su espalda, uno de sus más fieles subordinados apareció.
-Zetsu, buen trabajo espiándolos, pasaron la prueba a pesar de este pequeño acto de rebeldía de Sakura.
-Maestro, ¿está seguro de no querer torturarla más?
-Sí, con eso basta.
-Su preferencia hacia ella es demasiado obvia para todos en la Hermandad.
-¿Y eso debería preocuparme? –lo miró, sus ojos aún tenían activado el Sharingan, por lo que Zetsu bajó la vista de inmediato lamentándose por haber dicho eso.
-No, solo digo...
-Es mejor así, no quiero que nadie la moleste.
-¿Estuvo bien avisarles a los de Suna sobre el ataque, Maestro?
-Hoy estás muy cuestionador Zetsu –Madara sonrió levemente- por supuesto que estuvo bien, los estaba probando, quería ver hasta dónde llegaban. Sigue así, aún quedan algunas cosas para hacer antes del gran día...
-Sí, Maestro...
Sakura se encerró en su cuarto y se metió con ropa y todo en la bañera. Quería volver a llorar y gritar. Las imágenes no se borraban de su cabeza. Antes habían sido recuerdos borrosos, ahora, Madara las había convertido en una realidad inolvidable. Aún temblaba levemente. Se tapó el rostro. ¿Cómo pudo ser tan tonta?, no había forma de escapar, no había forma de enfrentarse a él, era demasiado cobarde. Su destino estaba allí y siempre lo estaría.

AsesinosWhere stories live. Discover now