Capítulo 22. 10-10.

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Bueno aquí termina la maratón y espero que les gustara. Les quiero desear un feliz año nuevo y que este nuevo año, venga lleno de muchas bendiciones y que todo lo que se proponga, les vayan muy bien. Gracias por estar este año conmigo y espero que estemos siempre en este año que está por comenzar. Gracias por estar siempre conmigo. ❤️
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— ¿Lo hiciste?

— Sí, ya me logré deshacerme del cuerpo. 

— Bien no nos conviene que se den cuenta que estamos cerca de ellos.

— Hay que tener cuidado de no ser visto y encontrar la forma de hacer todo sin que ellos se den cuenta.

— No se René, pero esto es muy peligroso. ¿Qué tal si fallamos? Estaremos yendo hasta nuestra muerte.

— Deja de pensar en eso Fede. Somos los mejores y si logramos lo que nos mandaron hacer, seremos muy ricos.

— Sí tú lo dices. Ya quiero terminar esto, estoy cansado de estar viendo lo que hacen.

— Pero bien que te gustó ver desnuda a la mujer.

— Claro, hasta que apareció él. Hubiéramos hecho nuestro trabajo, estaban con la guardia baja.

— Piensa idiota. No teníamos ninguna arma y no sabíamos si el otro estaría cerca.

— Para hacer un buen trabajo hay que medir bien lo que haremos, para que no terminemos fallando.

— Tienes razón, pero ya quiero terminar con esto.

— Lo haremos, no pierdas la tranquilidad, cuando terminemos con todo, seremos inmensamente ricos.
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Peter.

Estoy algo cansado de estar aquí metido y lo extraño que, Lali no ha aparecido, eso es extraño ya que ella estuvo viniendo a cada rato para saber cómo estoy y no ha vuelto. Vuelvo a guardar el caballo de juguete en donde lo tenía.

Cuando lleguemos al clan, me voy a deshacer de eso. No quiero nada que me recuerde a Laila y los sueños que tenía. Voy a dejar atrás el recuerdo de esa mujer, y veré hacia adelante. Buscaré la manera de destruir Amadeo y por fin vengar a todas las personas inocentes que murieron a causa de ese maldito hombre.

Saliendo de la tienda, no veo a Nico. Eugenia está sentada viendo hacia el río, con la mirada perdida. Acercándome; me siento junto a ella.

— ¿Todo bien? — pregunto y ella salta de susto y me mira sorprendida.

— Peter, no te escuché acercarte. No creo que sea bueno que esté aquí estando enfermo.

— Ya estoy bien, la pregunta es: ¿Tú lo estás?

— Sí. ¿Por qué no debería estarlo?

— No se, estabas con la mirada perdida. Somos familia ahora, Euge. Si quieres hablar, aquí estoy para hacerlo.

Guerreros Where stories live. Discover now