Por fin logro llegar a la habitación. Me siento mareada y me acuesto en la cama, para así controlar el mareo. Todavía no puedo creer que él tenga a alguien más viviendo aquí. Necesito saber quién rayos es Luz. Quien es esa mujer y porque Peter quiere verla.
No puedo evitar llorar y me hago un ovillo. Necesito comprender si es por esa tal, Luz que Peter está actuando extraño. Me levanto de la cama y camino hasta donde está mi baúl. Los abro y reviso y busco algunas de mis hierbas, necesito hacerme alguna toma, para que mi estómago se logre asentar.
La puerta se abre y me levanto rápidamente. Y Peter está viéndome extrañado.
— ¿Qué haces? — pregunta.
— Solo estoy buscando una hierba para hacerme una infusión. No me siento bien.
— Vengo a decirte que voy a salir, pero estaré aquí a la hora de la fiesta.
«De seguro irá a ver a esa tal, Luz»
— ¿Puedo ir contigo? Es que estoy aburrida y.... Bueno quiera salir.
— No voy de paseo, Lali. Voy a un asunto relacionado con mi clan. Además estás diciendo que te encuentras enferma.
No respondo y solo me encojo de hombros. No voy a insistir en acompañarlo, ya que sé que no va aceptar, pero voy averiguar quién es y después voy a encararlo. Cuando se va. Tomó las hojas con la que voy a preparar mi infusión, que voy hacer y bajo nuevamente a la cocina. Ya mi estómago se calmó, pero no me vendría mal hacerme algo para tomar, por si es algún resfriado.
— Mi señora, nuevamente aquí.
— Solo vine a prepararme una infusión. Es que no me siento bien, puede ser por el viaje y todo lo que ha pasado. — le explico.
— Si quiere yo se lo hago. — intenta quitarme las hojas, pero niego.
— No se preocupe, yo puedo hacerlo. — sonrió y voy y lavo las hojas y tomó una cacerola y vierto un poco de agua, y la pongo al fuego junto con las hojas.
— ¿Está segura que no quiere que la ayude?
— Muy segura. No soy la clase de mujer que le gusta estar sin hacer nada. — sonrió. — en mi antiguo clan, yo era la curandera, también una sacerdotisa, cosa que ya no soy ya que me casé. — río ante lo absurdo que suena.
— ¿Usted era curandera? — asiento. — aquí necesitamos una. Desde el ataque, nuestra curandera murió y tuvimos que hacernos cargo, pero es difícil; nosotros no sabemos nada sobre eso. Nos da gusto que nuestra señora sepa esa clase de cosas.
— Cualquier cosa que necesiten no duden en llamarme. Yo con gusto ayudaré.
— Gracias, mi señora.
— ¿Sabe en donde se encuentra mi hermana?
— Su hermana está instalada en una de las cabañas que el joven Nico mando a instalar.