Encuentros en dirección

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Capítulo cuatro:

Creo que no soy normal, es más, lo sé.

Estoy creyendo seriamente que en mi vida pasada tal vez fui Hitler o algún otro personaje terriblemente cruel con el mundo. De lo contrario ¿por qué razón el universo me trataría de esta manera?

No encuentro otra explicación lógica.

Por fin es viernes, el fin de mi primera semana en la preparatoria Beiker y por ende el inicio del esperado fin de semana.

Ya tengo planes para estos dos magníficos días; el sábado -ósea mañana- iré a casa de Morgan, de verdad que necesito contarle sobre esta semana a alguien y ¿quién mejor que mi mejor amiga para escucharme? Y el domingo iremos a la feria con Vanessa, Morgan y Math.

De vuelta a la realidad noto que hemos llegado al estacionamiento del campus. Llevo incómoda desde que recogimos a los Miller, Jostin decidió sentarse a mi lado de nuevo y eso no ayuda con la incomodidad, mientras que Jonas no ha parado de hablar de su coche, que, por cierto, están reparando y esa es la razón por la que tuvimos que darles un aventón toda la jodida semana.

Le doy gracias a lo que sea que este allá arriba por apiadarse de mí y hacer que los semáforos nos ayudarán a reducir el tiempo en el auto. En el segundo en que mi hermano apaga el motor abro la puerta y salgo disparada. Como lo he hecho todas las mañanas de esta semana.

Sin decir palabra salgo del estacionamiento moviendo la cabeza como despedida a mis hermanos y camino en busca de mi casillero mientras maldigo internamente a Math y su gran corazón por ofrecerse a llevar a su madre al trabajo esta semana.

Llego a mi casillero y lo abro con las manos temblorosas; en esta semana esa sensación de familiaridad con esos dos se ha duplicado, como si los conociera de toda la vida, pero no se de donde y me pone más nerviosa.

***

–... en Europa era una costumbre que los hombres.... – la profesora de historia sigue canturreando algo sobre Europa hace cien años o algo así, deje de prestar atención cuando dijo sobre el tema del día.

No dejo de dibujar y garabatear -o lo que sea que he estado haciendo- en mi libreta mientras la profesora habla y habla. Ya no lo soporto. Tengo hambre, quiero salir de aquí y estoy aburrida.

–Señorita Palmer – al escuchar mi apellido alzó la vista de mi libreta a la profesora – ¿Quiere responder?

¿Responder?

Noto que todos en el aula tienen sus ojos en mí, pongo los ojos en blanco y miro a la pizarra con la esperanza de encontrar allí la famosa pregunta.

No hay nada. Sólo un montón de notas sobre Europa y fechas del siglo pasado. ¿De qué diablos estaba hablando esta señora?

Al ver mi cara de póker ella habla:

–Preste atención a la clase señorita Palmer, esto saldrá en el examen final.

–Si, señora. – digo poniendo los ojos en blanco de nuevo.

¿Examen final? Es la maldita primera semana, ¿Quién piensa en el examen final en la primera semana de clases?

Que porquería.

Escucho unas risas desde atrás y me giro para ver de quién se trata. Increíble, es Camila y sus perritas falderas. Todas me miran y hablan en susurros, cosa que detesto con todas las fuerzas de mi alma.

Camila se queda observándome con descaro y yo arqueo una ceja.

–¿Se te perdió algo, estúpida? – Le pregunto fastidiada.

Entre Tu Y Yo  © [Completa ✔️]Where stories live. Discover now