Problemas en el baile

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Capitulo treinta y uno.

Ha pasado una semana y ha sido por mucho la semana más miserable de mi vida. Y créanme, yo sé de días y semanas miserables.

Esa noche espere a Math mientras me congelaba de frio con mi maleta al hombro, rogaba en silencio que Jostin o el Marcus que yo conocía saliera a buscarme, pero cuando Math llego simplemente me subí al coche y deje de sentir.

Él intento obtener algo, lo que fuera, una señal que le indicara que yo aún estaba viva. Y no viva físicamente, eso por desgracia si lo estaba, sino buscaba señales de vida emocional.

Pero jamás las encontró.

Realmente ya no había nada en mi interior que alguien pudiera encontrar. Respiraba, parpadeaba y existía solamente porque mi cerebro le enviaba las órdenes a mi cuerpo, de otro modo ya habría abandonado este planeta.

¿Recuerdan las extras? Pues bueno, desafortunadamente esas horas eran compartidas con el causante de todas mis desgracias y solo por eso he evitado esa clase en especial a toda costa. He justificado mis inasistencias con pequeñas mentiras sobre la migraña que poseo casualmente al momento de entrar al enorme edificio.

Y bueno, ha funcionado lo suficiente.

Es lunes, de nuevo, y realmente no tengo ganas de nada. Ni siquiera de mandar a la mierda a Camila, quien no ha parado de hacer comentarios sobre mi estado físico y emocional.

Aunque, bueno, eso me distraería un poco.

La cafetería esta atestada como de costumbre, todos hablan demasiado fuerte -más de lo normal- y yo estoy en medio de lo que se podría llamar el boto de silencio de una moja.

Apenas he hablado durante esta semana, y Math ha sido quien ha tenido el placer de escuchar mi no tan melodiosa voz.

–Por amor a Dios – gruñe él a frente a mí con una mueca de asco implantada en su rostro –, esto no sabe a carne, sabe a... cartón.

Kate asiente con una sonrisa llevándose un pedazo de carne/cartón a la boca.

Creo que ella está bien, no estoy segura de sí sabe quién es o lo que hace su prima, pero aun así he intentado mantener la menor comunicación con ella. Lo peor sería que no lo supiera y yo por boquifloja, como Jostin me llamó, termine diciéndole todo.

–Jenny – la mano de la chica pasa frente a mi rostro para llamar mi atención –, no sé qué fue lo que paso, chica, pero sí sé que tienes que comer algo.

–No tengo hambre – logro balbucear.

–Claro que debes tener hambre, mujer – reprocha ella –. Llevas todo el día sin comer nada, tú, que comes como si de eso dependiera tu vida.

–Tiene razón – apoya Math con el ceño fruncido –, sé que desde ese día no estás bien, pero tienes que comer, Jenn. Solo un poco, vamos come.

Acepto con una mueca y llevo un pedazo de carne/cartón a mi boca. La verdad sí tengo hambre, apenas he comido esta semana y mi cuerpo no está feliz con eso, pero por más hambre que tenga, no quiero comer.

Posiblemente es algún síntoma de mi post-depresión.

Porqué ya no estoy deprimida, esa fase la pase durante la semana anterior, estoy en fase de post-depresión, lo que es peor. Es una mezcla de enojo y dolor que ni siquiera sé cómo mierda manejar.

–¿Les parece si ponen otro tema? – mi voz suena más gélida de lo que planeaba y ambos me dan una mirada asombrada – Lo siento, solo no quiero hablar de mí.

Entre Tu Y Yo  © [Completa ✔️]Where stories live. Discover now