Estrellas y temor

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Capitulo treinta.

Jenny.

Volví a casa después de caminar sin rumbo por más de una hora, necesitaba calmarme y caminar era lo que podía hacer. Solo entré a mi habitación y metí suficiente ropa para dos días en la primera mochila que encontré. Les asegure a mis hermanos que sobreviviría a pasar tiempo con Jostin, a lo que no estaban de acuerdo, pero también sabían que no me detendrían.

No tuve la oportunidad de mentirles sobre mi paradero de esta noche, ellos casualmente habían estado en la casa de Jonas.

Salí de la casa antes de las tres de la tarde y desde esa hora estuve esperando al susodicho sentada en una de las bancas del parque. Le envié un mensaje para avisarle que estaría allí y espere hasta que decidió aparecer.

–Entonces... ¿Vas a decirme a donde carajo me llevas o no? – pregunto por décima vez desde que subí a la nueva camioneta de Jostin.

Él te miente sobre todo y se gana una camioneta, que gracioso.

–No – responde él –, tienes que esperar para ver.

Ruedo los ojos y decido dejar de insistir. No tiene caso desgastar más tiempo en algo como esto, al final sabré a donde coño vamos. Miro los árboles y las casas por la ventana sin decir nada, todo se ve tan tranquilo. Tan diferente a mi vida.

Cada segundo que pasa estamos más y más lejos del centro de la ciudad, casi a punto de salir de esta. Andamos en silencio por casi una hora, hasta llegar a un pequeño, muy pequeño pueblo fuera de Atlanta; llamado Crawfordville.

La única razón por la que lo conozco es por qué de niña mi madre nos trajo a mis hermanos y a mí a pasar un fin de semana fuera de la cuidad. Solo para despreocuparnos de todo lo que tenía que ver con la escuela y la vida en medio de la ciudad más importante del estado.

–¿Qué hacemos aquí? – cuestiono cuando nos detenemos frente a una diminuta tienda de comida.

–Voy a comprar comida – se burla Jostin sarcástico – ¿o acaso prefieres pasar la noche con hambre?

–Oh.

–¿Quieres algo en especial?

–Saber a dónde coño vamos estaría bien – le digo mientras sale de la camioneta y llega a mi lado –, pero no lo dirás. Iré a ver que hay y tú pagas.

–Yo pago – repite con una sonrisa ladina.

Camino dentro de la tienda con Jostin pisándome los talones, al entrar él camina hasta la esquina opuesta de donde yo estoy y me dispongo a buscar algo de comer. Ni siquiera había notado cuanta hambre tenía hasta ahora.

Cojo unas galletas integrales y un tarro de yogurt de mora, los llevo hasta la caja y espero que Jostin decida aparecer.

Cuando lo hace lleva un carrito de compras casi lleno, adentro hay papas, sodas, cervezas y malvaviscos como si pensara quedarse a vivir a donde sea que vamos. Abro los ojos aun sin decir nada al respecto, lo observo pasar la comida por la cinta de la caja sin evitar la sonrisa que se dibuja en mis labios.

Maldito seas Jostin, que no me dejas odiarte.

–Muévete Miller, estaré afuera – le digo solo para molestarlo, pero una picara sonrisa curva su boca.

Camino hacia la salida despacio y escucho que la mujer de la caja le habla.

–Ustedes son tiernos – le dice la mujer registrando las compras.

Me recuesto en una de las pareces lo suficientemente cerca para escuchar la conversación, pero al tiempo disimular el interés en ella.

–Ella no lo cree – responde Jostin sin dejar de sonreír, pero con algo de... ¿nostalgia? No sé cómo definirlo.

Entre Tu Y Yo  © [Completa ✔️]Where stories live. Discover now