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Cuando todos abandonaron la habitación, Katsuki, pudo respirar tranquilo. Aunque no tan tranquilo del todo ya que lo que le esperaba era peor que todos esos extras juntos pidiendo explicaciones.

—Amor, ¿por qué no me lo dijiste?

Eijiro lo veía con aquellos ojos de cachorro que tanto adora y al mismo tiempo detesta.

—Sólo quería estar cien por ciento seguro antes de decírtelo. No quería ilusionarte.

—Es demasiado tarde, mis ilusiones están por la nubes —rio, sosteniendo su peso en uno de sus codos al apoyar su palma izquierda sobre su mejilla, viéndolo con adoración—. Es increíble... vamos a tener un bebé.

No fue real hasta que Katsuki oyó esas palabras salir de la boca de la persona que más ama en el mundo.
Su embarazo no fue real hasta este preciso momento, en el que cayó en cuenta de que lo que estaba formándose lentamente en su interior: iba a ser un bebé, suyo y de Eijiro.

—Sí...

—Oh, amor... ven aquí.

Se dio cuenta de que estaba llorando cuando el pelirrojo lo estrechó en sus brazos amorosamente y pudo ver cómo las lágrimas empapaban la tela de la camisa gris que estaba usando.

Katsuki, tragándose su orgullo, decidió dejar salir todas las emociones que había acumulado durante días; el llanto de felicidad y miedo que había estado conteniendo durante días.

—Va-vamos, vamos a tener un bebé —repitió.

—Sí, amor —sonrió, contagiado de sus lágrimas.

—No, Ei. Nosotros, nosotros en verdad tendremos un bebé. U-un hijo o una hija... se-seremos padres.

Habló tan rápido que por un segundo se sintió como el estúpido de Deku cuando empezaba con su insoportable murmurar. Y Eijiro, él no podía dejar de sonreír mientras acariciaba las mejillas ajenas, secando así sus lágrimas.

—Lo sé. Y seremos los mejores padres de todo el maldito mundo.

—Por supuesto que lo seremos, bastardo.

Se sonrieron y él entrelazó sus manos.

—¿Es muy pronto para pensar en nombres?

—Eijiro, por favor.

Katsuki rio genuinamente, pasando una de sus manos por su rostro, provocando que el corazón de Eijiro palpitara con fuerza al oírle reír por fin.

—Tú sabes que, sí llegáramos a tener una niña, siempre me ha gustado el nom-...

Akane. Lo sé. Es un buen nombre considerando que eres el héroe Red Riot —acomodó algunos de sus lacios cabellos detrás de sus orejas, refiriéndose a que el significado detrás del nombre Akane era rojo brillante.

—Bien, pero si es un niño lo elegirás tú —dijo besando el dorso de la mano que reposaba en una de sus mejillas.

El mayor de ambos lo pensó por varios segundos antes de responder:

Ryuu.

—Katsuki, no llamaremos a nuestro hijo Dragón.

—¡Es un gran nombre!

Eijiro se carcajeo negando con su cabeza, pero su risa disminuyó al ver el brillo desaparecer de aquellos hermosos orbes rubíes.

—¿Qué sucede, Kat? Estaba bromeando, Ryuu es un gran nombre.

—No, no es eso... estoy preocupado.

—¿Por qué, cielo?

El cenizo se dejó mimar, abrazándose a su torso y escondiendo su rostro en su fornido pecho.

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