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24

El dulce médico estaba por volver a tomar asiento en la banca, pero volteó enseguida cuando sintió una mano sobre su hombro; encontrándose con el rostro inexpresivo de Yui.

—¡Yui! Me asustaste...

La ojiazul le vio divertida, extendiéndole unos papeles.

—Olvidaste estos expedientes en tu mostrador.

—Oh, qué descuidado —rio, tomándolos en sus manos para luego meterlos dentro de su bolso—. Gracias.

—No fue nada. ¿Todoroki-san aún no ha llegado?

—Nop, pero no debe tardar.

—Así que... son pareja ahora y no me lo dijiste —acusó, picando una de sus pecosas mejillas.

Izuku se sonrojó furiosamente.
Empezaba a creer que el verdadero kosei de Yui, es el de adivinar las cosas sin necesidad de decírselas.

—Yui-chan, ya basta —murmuró avergonzado.

La pelinegra continuó molestando mientras ambos reían, pero guardaron silencio cuando Shoto hizo acto de presencia mediante una pequeña tos falsa, robándoles a ambos médicos un susto de muerte.

—¡Sho-chan! —cariñosamente abrazó su cuello, y él tardó unos pocos segundos en corresponderle.

«Supongo que también lo sorprendí» pensó divertido.

—Qué susto —sonrió escondido allí, y un poco le desconcertó no sentir el calor de su parte izquierda.

—Lamento haberles sorprendido.

Yui negó con su cabeza e Izuku la imitó.

—Descuida, ¿vamos a casa? —el bicolor asintió, tomando una de sus manos—. Nos vemos mañana, Yui.

—Claro, adiós —la chica se despidió de ambos, viéndoles irse para luego voltear su cuerpo y devolverse al interior del hospital. Hoy le tocaba cubrir el largo turno nocturno.

Cuando se encontraron frente al vehículo, Izuku notó al instante que no se trataba del mismo que ya conocía, sino que era uno distinto. Tanto en color como en marca.

—Sho-chan, ¿cambiaste de vehículo? —preguntó confundido, abriendo la puerta por sí mismo al ver que Shoto fue hacia la del piloto.

—Es de la agencia, lo uso para hacer patrullajes —contestó automáticamente.

«Está sonriendo más de lo normal, supongo que debe estar muy feliz por lo de Akayama-chan»

—Oh, entiendo —cerró la puerta.

Shoto le ayudó a colocarse el cinturón de seguridad, y le pareció muy extraño que no le besara en el proceso. Pero nuevamente le restó importancia.

—¿Has tenido un buen día? —preguntó al mismo tiempo que ponía en marcha el vehículo.

—¡Claro! Ryan-san y Pony-chan hicieron un gran trabajo con mis pacientes mientras yo no estuve —Shoto asintió con la vista en el camino—. ¿Y tú? Debes estar muy orgulloso, ¡el debut de Akayama-chan fue increíble!

—¿Quién?

—Hablo de tu aprendiz, Yuki-chan.

—Ah... sí, claro. Fue genial —contestó algo dudoso.

El médico frunció su ceño e inclinó levemente su cabeza hacia un costado, dejando su expresión emocionada de lado.

«Algo no está bien, creí que estaba muy feliz»