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El almuerzo transcurrió con normalidad, sin ningún tipo de conflicto ni nada por el estilo. Aunque los tres hermanos varones permanecieron en silencio la mayoría del tiempo al igual que su padre, mientras que Fuyumi, Rei, Izuku y Keigo hablaban animadamente sobre cualquier tema en particular; con Tomiko metiéndose en la conversación cada vez que Rei le preguntaba al médico por su trabajo, solo para adularlo con una brillante sonrisa en su rostro.

En un momento, Shoto aclaró su garganta, llamando así la atención de sus familiares y sobre todo la de su pareja, a quien volteó a ver unos segundos recibiendo una cálida sonrisa de su parte al entender la situación, sintiendo entonces su mano entrelazarse con la suya, dándole ánimo.

—Bueno —movió su mirada a su familia, que le veía expectantes—, algunos de ustedes ya saben que Izuku y yo llevamos algunos meses saliendo y... esa es la razón por la que los convoque aquí hoy, porque quería que supieran, primero que nadie, que hemos decidido formalizar nuestra relación.

—¡Aleluya! —gritaron los dos hermanos varones.

Natsuo abrió una botella de sidra —que nadie supo de dónde sacó—, y tanto Fuyumi como Enji rieron sonoramente cuando el corcho de la botella le pegó en el rostro; siendo ayudado por Toya entre risas mientras que Keigo aplaudió junto a Tomiko unos segundos.

Por otra parte, Rei, sintió que sus mejillas se caerían por tanto sonreír. Se encontraba demasiado feliz y orgullosa del menor de sus hijos, por lo que extendió sus manos sobre la mesa, tomando así las diestras de ambos.

—Me alegro muchísimo, chicos. Serán muy felices juntos... estoy segura.

—Gracias, Rei-san.

—¡Bienvenido a nuestra familia, Midoriya-san! —Tomiko se puso de pie solo para abrazarlo unos segundos y después abrazar a su tío, acción que los hermanos y hermana no tardaron en imitar.

Enji les regaló una leve sonrisa y un brindis cuando todos se encontraron con aquella sidra servida en sus vasos. A excepción de Tomiko, a ella le sirvieron jugo de manzana.

Izuku sonrió enormemente y miró a Shoto, sintiendo su corazón palpitar de alegría al ver aquella expresión de alivio plasmada en su rostro, que le dejaba en claro lo feliz que está, pero lo que más amó ver fue la pequeña y significativa sonrisa en sus labios. Logró acelerar los latidos de su corazón como cada vez que le veía, y nisiquiera se molestó en reprimir sus deseos de besarlo, simplemente tomó una de sus mejillas, volteando su rostro hacia sí, dejando un dulce beso en sus labios. Escuchándose los silbidos de Keigo seguido de las palmas y las cálidas risas de la familia Todoroki ante su muestra de afecto.

Cuando terminaron de comer, Izuku se ofreció a ayudarles a Enji, Natsuo y Rei a lavar los utensilios usados, pero estos negaron amablemente. Misma situación sucedió con Fuyumi, Toya y Keigo; ellos también se negaron a que les ayudará a levantar la mesa. Por lo que no le quedó más remedio que irse al jardín junto a Shoto y Tomiko.

—Sho-ojisan, Midoriya-san —ellos la vieron atentamente—. Quiero mostrarles algo.

—Adelante, Koko —animó Shoto.

Tomiko lentamente extendió sus alas y de forma delicada comenzó a elevarse. Obviamente que Shoto se acercó a ella enseguida, tomando sus manos cuando la vio tambalear.

—Estoy bien —le sonrió.

—Estaré cerca tuyo —murmuró antes de soltarla y dejarla elevarse más. Y de pronto, estaba volando alrededor del jardín.

«El kosei de Tomiko es precioso» fue lo único que Izuku pudo pensar.

Es sabido que heredó las alas de su padre, pero estas no solo tienen la misma función que las del ex héroe Hawks, sino que también —si la pequeña se concentra, o está en una situación de peligro— pueden desprender unas hermosas y muy poderosas llamas azules. Aún tiene que aprender a controlarlas a voluntad, así que, por el momento, no puede hacer más que revolotear en lugares cerrados.

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