Mi nuevo vicio

397 27 0
                                    

Durante la semana, veía a Villa todas las tardes. Venía a recogerme a la universidad y me acompañaba a casa caminando. En metro llegábamos demasiado pronto.

En los tiempos muertos entre clase y clase, corría a la biblioteca para terminar trabajos y así a la noche me quedaba sólo estudiar para los exámenes de junio.

Mis compañeras y compañeros de curso se quejaban de que ya no iba con ellos a la cafetería a echar partidas de cartas, pero Clau me excusaba. Yo también les echaba de menos, pero teníamos todo el verano para quedar. Y en ese momento tenía que priorizar.

Me sentía como en un sueño al que no me había costado acostumbrarme. No quería despertar. Cada día sentía que el corazón se me iba a salir del pecho cuando veía a Villa en la puerta de la universidad. No era una relación empalagosa. Como dije antes, no lo hubiera soportado. Éramos amigos, nos vacilábamos, nos reíamos mucho juntos y a la vez, podíamos hablar de cualquier cosa. Éramos cómplices.

Más que besarle, lo que más me gustaba era abrazarle. Villa sabía dar esos abrazos fuertes, intensos y largos en los que me sentía más en mi hogar que en mi propia casa, mientras escuchaba los latidos de su corazón y sentía su calor y su olor.

Y llegó el jueves. Ese día no quedé con él porque tenían que prepararse para el concierto de la noche. No sólo irían mis compis de piso y Clau, sino que parte de mis amigas y amigos de la uni también se animaban a acudir.

Una vez en la sala, me sentí rodeada de personas amigas. Cada vez la sala era más grande y había más gente. Los chicos estaban haciendo muy bien su trabajo de promoción.

Por fin, salieron al escenario. La sala estalló en aplausos. Bailé como nunca con mi gente. Me sentía feliz.

Cuando finalizó el concierto, Álex, Fati, Chiara y Clau les esperamos en la calle. Tenía muchas ganas de ver al resto de la banda. Los estudiantes de la uni que me conocían, me daban la enhorabuena y decían que les había encantado su música y yo me alegraba como si me lo dijeran por mí.

- Yo también me he enamorado- soltó Álex.
- A ver de quién... Que Simón es para mí- bromeó Clau
- El del sombrero ¿cómo se llama?
- Isaza. Tiene una voz muy bonita.
- Preciosa. Como todo él.- suspiró y todas nos reímos de su expresión.
- Son todos bellos, pero el que más el tuyo, Afri- me dijo Chiara.

Por fin salieron y los presenté. Fue emocionante hacerlo, que los Morat conocieran a mis amigos me hacía mucha ilusión.
- Oigan, tenemos que ir a celebrar el éxito de hoy. ¡Ha sido nuestro primer sold out!- anunció Alejandro- Ni en Bogotá lo conseguimos.
- También tenemos que celebrar que tenemos cuñadita nueva- Simón me puso un brazo sobre el hombro- Nos han tenido olvidados toda la semana- añadió mirando a Clau.
- Esta noche os compensamos- respondió ella con desparpajo.

Fuimos a cenar pizza. Por el camino, Villa y yo intentábamos estar separados, incluidos con el resto, pero a menudo nos mirábamos como mandándonos mensajes. "Quiero estar contigo". Y si pasábamos cerca, nos rozábamos o nos dábamos la mano por una fracción de segundo.

Álex se había acercado a Isaza para tantear el terreno. Pobrecito... A Álex solo se le notaba la pluma cuando tenía mucha confianza, así que Isaza no sospecharía nada. En cambio, Clau y Simón no dejaban de coquetear.
- La he echado de menos ¿oyó?- oí que le decía en una ocasión el colombiano mientras se acercaba a ella.

Me alegraba por ella. Clau se merecía todo lo bueno que le sucediera.

Después de cenar, fuimos a un garito a tomar una copa, pero la mayoría teníamos que madrugar al día siguiente y no nos alargamos mucho. Sin embargo, lo habíamos pasado muy bien juntos y quedamos para salir de fiesta el sábado después del concierto.

Antes de despedirnos, Villa y yo nos separamos un poco del resto.
- ¡Por fin!! Llevo toda la noche queriendo estar a solas con usted- dijo acariciando mi mejilla y poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja.
- Y yo. - le di un besito.
- Llevo 24h sin esta medicina, ¿cómo cree que me puede afectar?- bromeó.
- Te ayudará para cuando tengas mil conciertos y no pasemos tiempo juntos.- contesté- De todas formas, voy a añadirte varias raciones de besos y te las voy a guardar aquí- hice como si los metiera en un bolsillo de su cazadora en el pecho- Aquí, cerquita de tu corazón.
- Nunca voy a permitir que pase mucho tiempo sin verla- dijo abrazándome fuerte.- Mañana después del concierto les hemos preparado una sorpresa a Clau y a usted.
- ¿Qué es?- me podía la curiosidad.
- Si se lo digo deja de ser sorpresa. ¿Podrá aguantar?
- Lo intentaré...

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora