Maldita costumbre

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Al principio, hablábamos a menudo. Realizábamos videollamadas y reuniones virtuales a través de Zoom. Nos lo pasábamos bien, incluso con una pantalla en medio. No pensaba en otra cosa en todo el día, más que llegara la hora de la quedada. Y cuando veía a Villa, ya no eran mariposas, sino miles de avispas asesinas revoloteaban en mi estómago. Clau decía que eran las hormonas, pero yo creía que se trataba de algo más.

Les iba fenomenal. Desprendían alegría y energía positiva. Eso sí, trabajaban duro. Mauricio les había puesto a prueba y habían compuesto una canción en media hora. En pocos días, estaba sonando en todas las escuelas de Bogotá sin conocerse los autores.

Yo por mi lado, debía estudiar para mis exámenes finales. Me costaba concentrarme, pero mantenía la ilusión de viajar a Colombia durante el verano. Villa se encargaba de avivar esa llama cada vez que hablábamos.

Sin embargo, todo se truncó a última hora. Villa ya me había cogido el billete para finales de julio. Los exámenes habían acabado y las notas habían ido bien. Justo unos días antes del vuelo, Villa me llamó por llamada normal. Eso ya me extrañó, pero no le pregunté al respecto.
- ¡Qué sorpresa! ¡Me llama el amor de mi vida! ¡Qué alegría! ¿Cómo estás?
- ¡Cuánto amor de golpe! - rió bajito- No dejamos de trabajar, de hacer música... Posiblemente grabemos un disco pronto.
- Estoy deseando escuchar vuestras nuevas canciones en directo.
Se quedó en silencio.
- Por eso te llamaba... Qué tristeza decirle esto... Ayer nos dieron la noticia de que Paulina Rubio quiere cantar y grabar con nosotros "Mi nuevo vicio" en los estudios de Los Ángeles... Las fechas coinciden con tu llegada a Bogotá.
- ¡Pero esa es una buena noticia! ¡Es un notición!- reaccioné rápida, demostrándole que me alegraba. Y así era. Ya habría tiempo para viajar. O, al menos, de eso intentaba convencerme interiormente- No te preocupes, de verdad, vive este momento que la vida os regala. Sois muy afortunados... Paulina Rubio... Madre mía... Es toda una diva... Prométeme que me enviarás fotos. Los Ángeles tienen que ser una pasada... Álex estuvo allí el año pasado y quiere regresar. Dice que es un paraíso para la cultura.

Como siempre que me ponía nerviosa, estaba hablando demasiado. Y él ya conocía esa manía mía.

- Afri, Afri... Escúcheme. Le prometí este viaje y lo mantengo. Sólo se traspasa la fecha ¿oyó? Y obviamente, le sacaré foto de todo y le llamaré para que lo vea... Será como viajar juntos...
- Claro que sí - acepté- No te preocupes por mí. Te lo digo en serio. Es una pasada todo lo que os está ocurriendo. No quiero que desaproveches ni un segundo. - le pedí con sinceridad- Entonces, ¿cuándo viajáis?

Tras el viaje a L.A y la grabación del videoclip con Paulina Rubio, la canción comenzó a escucharse en todas las radios, también en España y el nombre de Morat se hacía más y más conocido.

Un día, los chicos nos anunciaron que regresaban a España en un viaje exprés de diez días para promocionarse. El corazón me dio un vuelco cuando lo escuché. ¡Volvería a ver a Villa cuando había perdido toda esperanza de que fuera pronto! Era octubre. El inicio de curso, nueva compañera de piso, cambios... Pero nada importaba más que volver a ver a los chicos.

Llegaron de noche junto con su mánager. Álex se había comprado una furgo y me acompañó a recogerlos junto con Clau.

En cuanto Villa me vio, abandonó su maleta y corrió hacia mí para llenarme de besos. Llevábamos cuatro meses sin vernos que parecían cuatro años.

Nos sentamos en los asientos traseros para mayor intimidad. No dejaba de besarme.
- ¿Me ha extrañado?- me preguntó.
- Tampoco tanto- bromeé haciéndome la dura.

No podía creer que estuvieran allí y la relación... Era como si hubiera pasado el tiempo, como si no hubiéramos estado distanciados.

- Le he traído un regalo- dijo y sacó de su mochila un paquetito cuadrado y fino. Olía a música. Lo abrí. Era un cd. ¡Un cd de Morat! ¡Su primer cd!- Ya está grabado. Todavía no ha salido al mercado, así que es una de las primeras personas en poder escucharlo. Es una pequeña parte de nosotros. Para que esté siempre contigo.
- Lo cuidaré como un tesoro. ¡Gracias, cariño!- le di un beso en la mejilla y le pasé el cd a Clau para que Álex lo pusiera.
- Búscate. Porque está en nuestras letras.- me susurró hacíendome una carantoña.

Con los primeros acordes, nos vinimos arriba. ¡Sonaba alucinante!!
- ¡Lo vais a petar!!- gritó Clau eufórica.
- ¿Pueden bajarle un tonito? Estoy hablando por el celular- pidió Pedro. El mánager no era mucho mayor que nosotros. Se pasó todo el trayecto hablando por teléfono.

Yo también le había preparado un regalo manual. Había reunido las mejores fotos que nos habíamos sacado y le había hecho un pequeño collage. Se lo daría más tarde.

- ¿Se queda a dormir conmigo?- me preguntó Villa al llegar al hotel. Le miré como si estuviera loco y sentí que me sonrojaba- Ya lo hizo una vez- me recordó.
- ¡Quédese a dormir con nosotros! Yo comparto habitación con Villamil- me animó Isaza.
- Ni hablar. Mañana tenéis un día muy movido. Necesitáis descansar. Y ya es tarde.- afirmé dándoles un beso a cada uno.
- Devuélvame a mi novia y deje ir a mi mamá- bromeó Villa, al alejarme a despedirme de Simón y Alejandro. - ¿Nos vemos mañana para almorzar?- se aproximó de nuevo para susurrarme.
- Claro- coloqué mis brazos alrededor de su cuello- Estás más guapo que la última vez que te vi en persona ¿sabías?
- ¿Ah sí? - me tomó por la cintura y se fue acercando peligrosamente a mí- ¿No está enfadada conmigo? ¿Ni un poquito?
- Lo estaré si sigues preguntándome esas cosas. Aunque, pensándolo mejor, no puedo enfadarme con esa carita.

Me besó, apasionado. Me separé enseguida. No quería dar un espectáculo.
- ¡Villa!
- ¿Qué?
- Que busques un huequito en tu apretada agenda para nosotros dos- le guiñé con complicidad.
- Eso está hecho.

Al otro lado del banjoWhere stories live. Discover now