Yo más te adoro

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~ África ~

Hacía tiempo que no me sentía tan feliz. Me alegraba enormemente haber estado con ellos y que la relación entre nosotros fluyera natural, incluso con Villa. No sabía cómo se sentía él. Más de una vez, le pillé mirándome, pero era prácticamente imposible que estuviese enamorado de mí. Más que nada por el tiempo que había pasado y porque él era feliz con su pareja actual.

En cuanto a mí, no podía decir que no se me hubiese encogido el estómago cuando lo vi o que un ciempiés no hubiera recorrido mi espalda cuando nos tocamos sin querer. No obstante, el sentimiento que me invadía no era tan intenso como el de años atrás, era más sereno, más sencillo. Me conformaba con quererle de cualquier manera siempre que pudiera seguir haciéndolo. Además, nunca me metería en medio de una relación. Antes muerta que jugársela tan sucio a otra mujer, fuera conocida o desconocida.

Me moría de ganas de volver a estar con ellos. Descubrir que quedaba en su interior de aquellos que fueron y también cómo habían cambiado. Quería conocerles a fondo. De momento, Isaza ya me había dado un voto de confianza. Ese chico tenía una luz especial que no había sabido ver antes.

- ¡Al fin! - oí decir a Álex cuando entré en casa.
- ¿Qué haces despierto? - pregunté sorprendida al verlo en el recibidor.
- Me quedé preocupado. Estuve apunto de llamarte, pero soy demasiado joven para ejercer de padre si fuiste a celebrar con los compis.
- Nada de eso. Estuve con Morat.
- ¿Toda la noche?
- Desde que terminó el programa. Estuve por llamarte, pero Isaza me dijo que hablaría contigo para quedar.
- ¿Me vas a contar?

Pasamos a la cocina, nuestro espacio de confesiones y le conté lo que habíamos hecho y cómo lo habíamos pasado.
- Vale. Ahora profundiza.
- ¿Qué eres, mi director espiritual?- bromeé.
- No, soy tu amigo. Lo que me has contado son hechos, se lo puedes contar a cualquiera. ¿Cómo te has sentido?
- Bien. Extrañamente bien. Siento que puedo ser su amiga, sin rencores. Siento que hemos cerrado un capítulo que se había quedado a medias.
- ¿Brindamos por ello con un café?
- Doble, por favor- acepté.

El finde libraba, pero como Álex estaba agotado de la temporada que llevaba de viajes, coreos, clases... Le propuse tarde de peli y mantita. Antes, por la mañana, después de dormir tres o cuatro horas, salí a hacer alguna compra para estar bien surtidos.

Atravesé la Sagrada Familia para llegar al comercio local donde solíamos hacernos con provisiones y donde ya nos conocían. Y lo vi. Iba de incógnito total. Con gafas de sol, gorra... Pero tengo la sensación de que lo reconocería entre miles. Le echaba fotos a la fachada del Nacimiento.

- Caballero, ¿quiere que le saque una foto?- pregunté, dándole unos gopecitos en la espalda.
Dio un respingo y se giró.
- Caray, Áfri, qué susto. Soy yo. Soy Villa- dijo bajándose las gafas. Puse los ojos en blanco- ¿Me has conocido? ¿Cómo es posible?
- Sólo tú tendrías el valor de ponerte una camisa con ese estampado- bromeé.- ¿Qué haces aquí? ¿Estás solo?
- Sí. Necesitaba despejarme un rato. Se han quedado jugando a los videojuegos. Pensaba entrar a ver la Sagrada Familia, pero la cola de gente da la vuelta a todo el recinto. Otra vez será.
- ¿Para qué estoy yo aquí?- le guiñé el ojo- Ven.

Me siguió hasta una de las puertas y pregunté por el sacerdote que estaba a cargo de la capilla. Enseguida, el Mossèn se aproximó a mí, me saludó en catalán y nos dejó pasar. Nos dijo que le esperásemos en la capilla y luego él nos acompañaría a ver la Basílica. Siempre era un placer ver la Sagrada Familia con las explicaciones del sacerdote.

- ¿Cómo hiciste eso?- me preguntó Villa asombrado cuando nos quedamos solos.
- Cuando llegué a Barcelona tenía mucho tiempo libre y estuve yendo de voluntaria a una residencia de ancianos que llevan unas monjitas aquí cerca. Mossèn estaba allí temporalmente porque le había dado un trombo y se recuperaba. Solía ir a verlo todas las tardes. Me enseñaba catalán, cosas sobre Gaudí y Barcelona... Parte de lo que os conté anoche, lo aprendí por él. Es un buen amigo, un hombre sabio y bueno. Parece muy cerrado, pero sólo hay que conocerle.

Entrar a la Sagrada Familia siempre producía un efecto en las personas. A mí me emocionaba tanto que solía llorar. Pero en cada persona, podías ver una reacción. En Villa, explotó la fascinación.
- No había visto nunca nada tan hermoso- dijo soltando un suspiro y una sonrisa.

Disfrutó de todas las explicaciones del Mossèn, le hacía preguntas acertadas y el clérigo se alargaba aún más.
- Un placer haberle conocido. Muchísimas gracias por haberme permitido contemplar esta belleza y por la información. Es una catequesis.- le agradeció el músico.
- De piedra y Providencia- completó el Mossèn.- Un gusto conocer a jóvenes interesados en el arte y la cultura, pero sobre todo en la fe. No olvide esto: es la fe lo que mantiene la Sagrada Familia.

- Qué lástima que Alejandro no esté acá. Hubiera gozado.- comentó tras despedirnos, acordándose del ex-baterista de la banda que se había decantado por la carrera de Arquitectura- ¿Te puedo invitar a algo como agradecimiento?- me ofreció.
- Le prometí a Álex que hoy comería con él- rechacé mirando mi reloj - Otro día ¿vale? Cuando quedéis todos.
- Claro. Ha sido un regalo encontrármela.
- ¿Tú tienes prisa? Iba a hacer algo de compra. Si quieres venir...
- Está bueno. La acompaño y les llevo unas cervezas a esos perezosos- aceptó.

Podía haberle invitado a comer, incluso podía haber ido a tomar algo. Sin embargo, prefería poner cierta distancia hasta no estar segura del todo de mí misma. Aunque luego me había dado pena su cara de decepción y por eso le di la opción de ir a comprar. No era una actividad de sólo él y yo. Y eso me daba confianza.

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora