A N N I K A | Crepúsculo [EDITANDO]

1 | Condenada [EDITADO]

Condenada

Viktor

La puerta de la cabaña se abrió casi sin hacer ruido, los Cullen eran unos fantasmas al moverse, no se hacían escuchar por el oído humano, era nuestra naturaleza después de todo.

—Carlisle dice que despertará en unas horas —informó Esme y apretó mi hombro. Yo permanecí apoyado en el marco de la puerta de la habitación donde descansaba Nika.

Ella estaba completamente pálida, con su muñeca vendada y sus ojos cerrados. Era duro verla así, como si estuviera lista para su funeral.

Siempre fue una chica alegre, positiva, nunca había conocido a una persona tan emocionante como ella. Todo lo contrario a mi. Lo extraño entre los dos era que, su espíritu libre y extrovertido lograba movilizar al mío que era igual a una roca. Era incomprensible para la gente cómo dos polos tan opuestos podían ser amigos, pero aquí estábamos.

Sin embargo, nunca creí que su espíritu se apagaría de esta forma.

Esme ayudó a limpiarla y cambiarla. Los últimos días su cabello lo mantuvo recogido, pero ahora su larga melena descansaba suelta sobre la almohada.

Me asustaba tanto verla tan quieta. Ya no podía ver su estómago subir y bajar, ya no la escuchaba respirar. Su corazón se detuvo hace horas. Eso me tenía muy inquieto, me paseaba por la habitación pisando duramente el suelo de madera sin poder evitarlo, a Esme la volvía loca escucharme dañar de esa manera el suelo, es por eso que terminaba sugiriéndome de manera amable que saliera a "despejarme", aunque realmente sabía que era su manera sutil de echarme de mi propia casa porque no me soportaba ni a mi ni a mi maldita impaciencia. Así que simplemente la obedecía y salía a dar vueltas alrededor de la casa con el oído agudizado ante cualquier cosa que pudiera ocurrir. 

Además ahí podía gruñir como un maldito animal y hundirme en mis pensamientos acerca de lo imbécil que me sentía. 

Mi subconsciente no paró de atormentarme desde el momento en que ya no escuché sus latidos, para soportarlo tuve que poner música muy alta en mi celular e intentar huir del mundo en mis auriculares.

La había condenado a esta nueva vida sin su consentimiento, no la había dejado elegir.

Pero no podía luchar contra mi egoísmo cuando se trataba de ella. No podría soportar verla morir y tampoco soportaba seguir viendo cómo sufría.

—No sé cómo haré para explicarle todo esto.

Esme junto las cejas y palmeó mi hombro.

—Tal vez deberías comenzar por el principio...

—¿Y cual es ése? ¿El de Carlisle? ¿El de cómo me convirtió? ¿O el principio de los vampiros? —Esme no respondió y yo estuve tentado a golpear un clavo con la frente.—Lo siento, no quise que sonar así...

—Esta bien, te entiendo—se detuvo—. Tal vez deberías comenzar con presentarte como quien de verdad eres. Viktor Ivanov, su mejor amigo, y luego agrégale la parte en la que eres un vampiro.

Voltee a verla.

—Lo haré.

—Oh, Han llamado de la funeraria, ¿Planeas decírselo a Nika?—ese era otro tema, uno que no quería tocar.