CAPÍTULO 6

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POV JIMIN

Después de aquella breve charla con Yoongi mi pequeño no paró de mirarme y darme abrazos. Y aunque amaba que fuera tan mimoso, me hacía sentir mal que estuviera así por saber que yo estaba un poco decaído por la visita. Intenté que no se me notara, intenté tomármelo con la mayor calma posible para que Jihyun no tuviera preocupación alguna; pero era mi hijo, me conocía y sabía todas mis manías gracias a que siempre ha sido muy observador.

A la mañana siguiente lo llevé al colegio en brazos. Normalmente solo lo llevaba así durante un rato, pero aquella mañana lo llevé todo el camino cogido, abrazado a mí. De alguna manera eso se sentía tan bien que me hacía pensar que todo lo malo había pasado, que realmente no volvería a ver a Yoongi y que no tendría que sentir a mi omega suplicar por pedirle un tiempo con él. Si tan solo no hubiéramos sido parejas destinadas, todo habría sido mil veces más fácil. Puede que incluso hubiera rehecho mi vida con delectación.

Me despedí de mi pequeño ondeando la mano en el aire, sonriéndole dulcemente solo porque él lo hacía de la misma manera y no podía evitar sentirme en una burbuja de felicidad. Esa burbuja no tardó más de media hora en romperse.

De camino al trabajo intenté pensar lo menos posible en la posibilidad de volver a ver a Yoongi. Algo en mi interior decía que lo de ayer no había acabado, que el mayor quería más respuestas que yo, en realidad, no tenía por qué darle. No quería seguir con aquello, verle solo me hacía recordar el pasado.

Al llegar a la puerta del local me quedé inmóvil. Había planteado en mi cabeza el escenario de que Yoongi apareciera en mi trabajo de nuevo, pero desde luego no tan temprano. Tenía media cara envuelta con una bufanda y cargaba un café en cada mano. Respiré profundamente, acercándome y abriendo las puertas de la floristería sin decir nada. Yoongi tampoco dijo nada, pero entró detrás de mí.

—No sé si has desayunado, pero te he traído el café latte macchiato de vainilla que te gustaba —hizo una pequeña pausa, como si pensara en algo antes de avergonzarse—. No sé si te sigue gustando, lo compré impulsivamente.

Me sorprendió el hecho de que Yoongi aún se acordara de un detalle como el café que me gustaba. Lo miré por un momento antes de aceptar el café con ambas manos, aprovechando para calentármelas.

—¿Tienes las manos frías? —preguntó entonces, sorprendiéndome aún más. «¿También se acuerda de eso?».

Su pregunta me hizo recordar cuando íbamos a cafeterías en épocas frías, pidiendo bebidas calientes con las que yo me calentaba las manos. Yoongi solía preguntarme si las tenía frías, y cuando le respondía afirmativamente, tomaba mis manos y las frotaba con sus pulgares, calentándolas.

—No tienes que preocuparte por mí, te lo dije ayer, ¿verdad? —le recordé. Entre él y yo no había nada—. ¿Qué haces aquí de nuevo?, creí que ayer ya habíamos hablado de todo lo que teníamos pendiente. —Yoongi se tomó un momento para contestarme, suspirando como si darme la respuesta fuera algo complicado.

—Yo también creía que después de hablar y disculparme me iría, pero sigo sintiéndome intranquilo, Jimin. Después de irme hace seis años sé por experiencia que vivir con esta sensación en el pecho es horrible. —Fruncí el ceño al oír eso.

—Lo dices como si te hubieras arrepentido de irte desde el primer momento. —Quizás no estaba bien echarle en cara eso, pero me molestaba que dijera que se había sentido mal desde el primer momento, como si hubiera sufrido por dejarme atrás—. De ser así pudiste volver, pero no lo hiciste —Yoongi me miró fijamente, intentando ver a través de mis pupilas si mis palabras pretendían mostrar el dolor que viví.

—No volví porque sentí que estaba haciendo lo correcto, pero eso no quita que me sintiera mal por haberme ido lejos de mi pareja.

No dije nada. Simplemente no iba a entrar en el juego y hablar sobre cuando éramos pareja. Eso era algo del pasado que no merecía la pena revivir. Tras unos minutos en silencio Yoongi entendió que no diría nada al respecto.

—Siento que debo compensarte aún por lo que hice, Jimin. —Quise tirarme del pelo al oír eso.

—Mira, Yoongi, está más que superado, soy feliz con mi hijo y no tienes que compensarme nada porque la vida ya lo ha hecho, me ha dado al mejor hijo del mundo y tengo buenos amigos. No tengo una pareja, como te dije ayer, pero tener una pareja no forma parte de mi felicidad, al menos ya no —aclaré—. Así que no hay necesidad de que rememoremos que éramos pareja porque sientes que debes compensarme de alguna manera algo que pasó hace tantos años.

—Pero quiero hacerlo —dijo de manera impasible.

La puerta principal sonó, a esa hora solo podía ser Hoseok. Tras un momento en el que mis ojos estaban fijos en Yoongi, miré hacia mi jefe, compañero, y amigo, saludándolo. Se acercó al mostrador para apoyar el nuevo macetero que traía en él, y luego observó a Yoongi.

—Buenos días —saludó con una gran sonrisa, una característica de Hoseok por la que era muy querido por los clientes—. No me suena tu cara, ¿eres un nuevo cliente? —En ese momento supe que la conversación no iría del todo bien.

—Soy un viejo amigo de Jimin —Hoseok emitió un sonido de sorpresa, sonriendo contento por conocer a alguien de mi pasado—. Me llamo Yoongi —se presentó, tendiéndole la mano.

En ese momento, Hoseok perdió la sonrisa de la cara y se quedó fijo en el rostro del mayor, como si intentara memorizarlo. La mano tendida acabó bajando cuando mi amigo no correspondió el gesto. Él sabía toda mi historia con Yoongi, motivo por el cual parecía estar en un estado de shock del que salió en apenas segundos. La expresión le había cambiado por completo a una que conseguía helar el ambiente.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó mirándome, como si ni siquiera pudiera dignarse a hablar con él. Torcí mi boca, incómodo, y mordí mi mejilla internamente.

—Hoseok, no pasa nada, solo quería venir a disculparse y saber si me iba bien.

Tenía que tranquilizarlo a como diera lugar, una pelea en ese establecimiento causaría demasiados daños. Acaricié su espalda ante la atenta mirada de Yoongi. La noté sobre mí, sobre cada uno de mis movimientos, y eso hizo que tragara saliva. Mi omega se sentía pequeño, como si estuviera siendo juzgado de mala manera.

—Creo que no podemos hablar mucho ahora mismo —intervino Yoongi—, te esperaré cuando acabes de trabajar para hablar un poco más —avisó, saliendo de allí.

Tras su salida fui capaz de tranquilizar a Hoseok, explicándole todo lo que había ocurrido en menos de veinticuatro horas.






1128 palabras.

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Destined Couple 「YoonMin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora