CAPÍTULO 3

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"Cualquier forma de arte es una forma de poder; causa impacto, puede influir en los cambios: no solo puede cambiarnos, sino que nos hace cambiar."

Ossie Davis

💜🎨

Alonso

¡Hijo de puta! Maldigo al imbécil de Emilio mientras me observo el pómulo inflamado en el espejo. Entrenamos juntos desde hace tiempo y combatimos una o dos veces por semana, pero estos últimos quince días lo hemos hecho prácticamente diario, siempre ha sido una forma de liberar el estrés de la oficina, y últimamente la tensión bajo mis pantalones cada vez que tengo la mala fortuna de toparme a la ninfa prohibida en los pasillos o al recordar su imagen por las noches.

En nuestros enfrentamientos no acostumbramos la careta, es estorbosa, así que hemos tenido la única regla de no golpearnos el rostro, ya que ninguno de los dos se vería bien en la oficina con un ojo cerrado, pero los encuentros se han prolongado, nuestra técnica se ha pulido con el paso de los meses y en el calor del combate, se le fue un codazo al imbécil. Pero mañana me la cobro.

Me acomodo la corbata y cierro mi saco antes de dirigirme a la oficina de Leonardo, en el camino extraigo del interior del saco el pequeño frasco transparente, agitándolo antes de arrojarme a la boca una cápsula de menta, al parecer el viejo quiere tratar un par de asuntos conmigo.

Un sujeto que no reconozco lo acompaña.

Leonardo: Pasa Alonso, te presento a Eduardo Assad, el nuevo representante legal de los Ibargüengoitia. (Nos saludamos cortésmente, Leonardo me observa el rostro de forma reprobatoria, pero se traga sus comentarios). Se unirá a nosotros en la siguiente junta mensual para ponerse al día. Así que si requieres de alguna información o cualquier cosa que necesites Eduardo, no hay nadie más capacitado que Alonso.

Eduardo: Se lo agradezco señor Zambrano, ya estaré molestándolos con algunos datos.

Alonso: Ninguna molestia, lo que se te ofrezca. (Se despide con un fuerte apretón de manos, de esos que das cuando quieres que te recuerden). No estaba enterado de que los Ibargüengoitia cambiarían de representante legal.

Leonardo: Yo tampoco, al parecer el anterior tuvo un problema familiar. Eduardo es un muchacho de tu edad, tiene un buen currículo, probablemente se lleven bien.

Alonso: Con que cumpla con su parte y no cause problemas o pérdidas de tiempo, me da igual quien los represente. ¿Este Assad es de los ganaderos de Tamaulipas?

Leonardo: No tengo idea.

Alonso: Hay que averiguar de dónde salió, no podemos tener a cualquiera en nuestra mesa.

Leonardo: Siempre has sido muy desconfiado, eso es bueno y me alegra tenerte en mis filas. (Como decía Maquiavelo: "Que la confianza desmedida no lo convierta en incauto, y que la confianza exagerada no le haga intolerable"). Solo espero que no regreses a tus malos hábitos. (Señala con gesto serio mi rostro).

Alonso: Nada de eso, fue un descuido en el gimnasio, me encargaré de dejar claro que no vuelva a suceder.

Leonardo: Tus puños los quiero firmando contratos, no...

Antes que pueda continuar con su absurdo discurso, ingresa al enorme despacho, la manzana prohibida, la femineidad en toda su expresión; altos tacones, piernas estilizadas, caderas deliciosas, cintura estrecha, senos perfectos, piel satinada, cabello ondeando como el de Pamela Anderson en la serie de Guardianes de la Bahía que veía cual puberto calenturiento.

¿El Amor es un Arte?Where stories live. Discover now