CAPÍTULO 12

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"Trata una obra de arte como un príncipe. Deja que te hable primero."

Arthur Schopenhauer

💜🎨

Luna

Termino exhausta, con la piel húmeda entre sus brazos después de nuestra pasión, frente a la pintura que acaba de mostrarme, ya que ha concluido una obra más para su siguiente colección. Cubre nuestros cuerpos con una manta aún con el pecho acelerado y extiende una mano para alcanzar la copa de vino que descansa sobre un banco a nuestro lado, me ofrece un poco y tras darle un pequeño sorbo, él la bebe de un solo trago.

Disfruto de la melodía bajo su pecho por varios minutos hasta que me da un tierno beso sobre los labios en forma de despedida antes levantarse y perderse en el cuarto de baño.

Extraño su calor como si se hubiese mudado de ciudad, percibo el choque del agua contra su cuerpo, no me ha invitado a ducharme con él, lo que me hace sentir un tanto abandonada, pero trato de no darle importancia, así es Damián, en ocasiones meloso, tierno y otras... simplemente él.

Me pierdo en la enorme imagen frente a mí, es la pintura más grande hasta el momento. Apenas me reconozco, hay tanta sensualidad en la silueta adornada con una llama ardiente que rodea mi cuerpo dorado, el carmín semeja a una serpiente, desde mi mano derecha levantada, pasando por mi cuello, bajando por mi torso en medio de mis senos, rodeando mi cintura, perdiéndose entre mis piernas para finalmente rodear ambas extremidades que descansan sobre las enormes llamaradas incandescentes del astro rey bajo mis pies.

Las tonalidades son radiantes, colores cálidos repartidos por todo el lienzo iluminan el estudio.

Damián: Te veo más tarde, es tu turno de pintar. (Aclara al salir de la ducha solo con una toalla cubriendo su cintura y otra más con la que seca la rubia melena).

Luna: ¿Te vas? (Pregunto con un dejo de tristeza).

Damián: Sí, sea lo que sea que vayas a hacer, utiliza acuarelas.

Luna: No, pero yo no pinto con acuarelas. (Le aclaro).

Damián: Lo sé, por eso quiero que las uses, quiero ver cómo las manejas.

Luna: Pero es que yo...

Desaparece por las escaleras sin escuchar mis réplicas, ¡genial! No acostumbro a utilizar la acuarela porque me resulta complicado manejar las tonalidades y controlar el espesor.

Me doy un rápido regaderazo y busco el material de trabajo, muero de ganas por pintar, esta última semana lo he hecho muy poco, su última pintura le tomó siete días, lo cual en realidad es muy poco dado el tamaño del lienzo y la perfección de sus trazos.

Las últimas semanas a su lado han sido tan increíbles como extenuantes, modelar para él durante horas es agotador, pero maravilloso, me siento privilegiada de poder admirar la gracia de sus movimientos, la concentración en su mirada, la perfección de sus trazos, la elegancia en cada pincelada, los tatuajes acentuando sus músculos en cada movimiento, la dedicación... sin duda es lo que lo ha llevado a que su trabajo sea reconocido internacionalmente.

Sus jornadas de trabajo son maratónicas, me sorprende y preocupa a la vez, ya que no come, no duerme, solo bebe y fuma, en ocasiones ni siquiera eso, solo crea, el estudio se convierte en su Parnaso y el mundo terrenal deja de existir a su alrededor. No importa lo que le diga, incluso llega a molestarse si trato de apartarlo de su obra, no hay manera de despegarlo del lienzo hasta que cae agotado, prosiguiendo con esa desmesurada necesidad por crear la siguiente noche.

¿El Amor es un Arte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora