CAPÍTULO 20

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"El arte es la razón por la que me levanto por la mañana, pero mi definición termina allí. Sabes, creo que no es justo que viva de algo que ni si quiera puedo definir."

Ani DiFranco

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Alonso

Después de revisar algunas cifras y conversar un rato con Leonardo, la ninfa prohibida irrumpe en su oficina. Al viejo se le ilumina el rostro al contemplarla y ella lo saluda encantada, con un par de besos, incluso infantiliza el tono de voz, solo falta que se siente sobre su regazo y saque una paleta, ¡es ridículo! Y más ridículo aún, que me encante cómo se ve, yo en cambio recibo un frío "buenos días".

Leonardo: ¡Mi niña!, justo estaba platicando de ti con Alonso.

Camila: Ah sí, ¿sobre qué?

Leonardo: Me comentaba que fue con su madre al ballet el domingo, hace mucho no salimos en familia, ¿por qué no revisas qué conciertos hay para este fin de semana? Y vamos tu madre, tú y yo.

Camila: ¿Con tu madre? (Pregunta incrédula).

Alonso: Sí, con mi madre, como cada domingo, (repito seriamente, y observo en sus facciones cómo cae en cuenta del gran error que ha cometido). Bueno, los dejo, tengo varios pendientes, con permiso.

Me retiro a mi oficina y veinte minutos después, Nancy me llama para anunciarme que Camila solicita verme.

*Alonso: Dile a la señorita Zambrano que estoy muy ocupado, que ahora no tengo tiempo de atenderla.

No tengo ganas de recibir una disculpa tardía por su estupidez, ni mucho menos comenzar una nueva discusión si es que acaso sigue creyendo que era una amante con la que asistí al ballet.

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Un rato después de que Nancy se ha despedido, reviso los correos electrónicos que por falta de tiempo no pude abrir en el día, me estiro y quejo por el golpe que el idiota de Emilio me dio anoche en el brazo, y por si fuera poco, me repitió la medicina hoy en la mañana, ¡estoy molido!, ¡al diablo! Cierro todos los documentos de la computadora y recojo mis cosas, dispuesto a meterme entre las sábanas cuanto antes.

Al salir de mi oficina me sorprendo al encontrar a Camila sentada en el escritorio de Nancy ¡qué demonios!

Alonso: ¿Qué haces aquí? (Inquiero en un tono más severo del que pretendía).

Camila: Tu asistente me dijo que estabas ocupado, así que decidí esperar a que estuvieras libre para que pudiéramos hablar. (Se ve tan dulce, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza, pero no debo caer bajo su encanto, ha quedado claro que fue un terrible error).

Alonso: Es tarde, será mañana.

Camila: Podemos hablar de camino al auto, no voy a quitarte mucho tiempo. (Su auto... yo también le debo una disculpa ¡demonios!, le doy el paso y el dulce aroma además de la perfecta figura, fracturan la decisión de mantenerla alejada. Caminamos en silencio hacia el ascensor, presiono el botón y una vez adentro, me contengo para no arrinconarla en una esquina y alimentarme de su aliento). ¡Lo lamento!, no debí-yo-estaba-estaba molesta, (se disculpa con las mejillas tintadas de carmín, lo que la hace lucir aún más adorable y se suelta a hablar rápidamente, nerviosa bajo mi dura mirada al tiempo que me debato entre salir corriendo, darle un par de nalgadas o arrancarle la ropa), me recibiste de mala gana en tu casa, echándome en cara lo de Antonio y tratándome como a una adolescente, al otro día desapareciste, pensé en aclarar las cosas pero luego me dijeron que ya habías recorrido medio club y que te habían visto con una mujer atractiva y yo-yo solo... Lo lamento... (Cómo se supone que me resista a tanta perfección). ¿No me dirás nada?

¿El Amor es un Arte?Where stories live. Discover now