CAPÍTULO 18

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"Un lienzo en blanco tiene posibilidades ilimitadas."

Stephanie Perkins

💜🎨
Luna

Desde nuestra discusión, no ha pintado, las últimas noches, se ha limitado a hacer algunas observaciones sobre mi trabajo y salir de casa, regresa hasta la madrugada, realiza algunos esbozos en su cuaderno de dibujo sin decir palabra, bebiendo vino y escuchando ese rock melancólico que tanto le gusta, el cual llevaría al suicidio a cualquiera.

Ayer regresó sucio y con algunos golpes, pero no me dejó atenderlo, tampoco quiso decirme qué le había sucedido, me preocupa, el carisma y la diversión de su sonrisa están ausentes y no sé cómo ayudarlo, si al menos hablara conmigo, si me dijera qué le preocupa o atormenta...

Me observa en silencio, de pie, con su taza de café como desayuno, mientras cargo de color el lienzo frente a mí.

Damián: Se te dan bien los óleos.

Luna: ¡Gracias! (Escucho que va a retirarse). ¿Hoy también saldrás? (Afirma con un sonido gutural). ¿Puedo saber a dónde?

Damián: A distraerme.

Luna: ¿Puedo ir contigo? (Responde negativamente de forma cortante). ¿Por qué no?

Damián: Porque no quieres venir.

Luna: ¿Cómo lo sabes?

Damián: Porque voy a beber, grafitear paredes, con putas, drogadictos y pandilleros en lugares malolientes llenos de porquería.

Luna: Quiero ir. (Me sorprende mi respuesta, no quiero hacer nada de eso, pero quiero acompañarlo, quiero conocer dónde se mete cada noche, ¿qué hace?, ¿por qué lo hace).

Damián: Tú no naciste para eso.

Luna: ¿Y tú sí? (Me observa con gesto severo, debatiéndose entre llevarme o no).

Damián: Cámbiate de ropa, y ponte tenis, si nos ve alguna patrulla tendremos que correr.

Lo dice como si fuera algo normal, disimulo la ansiedad que recorre mi espina dorsal, ¿huir de la policía?, ¿por qué demonios hace eso, pudiendo pintar aquí lo que le dé la gana?, pero no me voy a quedar a esperarlo, voy a ir con él.

Al salir de casa no me toma de la mano como las últimas veces, las mantiene dentro de los bolsillos, con una mochila sobre el hombro que no había visto antes. Atravesamos el centro de la ciudad donde se divierten los turistas y flota la buena vibra, los rostros sonrientes y la diversión, pero Damián es una sombra atravesándola, sin inmutarse, sin expresión, no me mira, no habla y yo me limito a seguir el paso apresurado que mantiene. Entramos a un callejón oscuro, hasta donde se vislumbra una pequeña luz, al acercarnos se va percibiendo la música estridente, escucho pasos tras nosotros y el nerviosismo recorre mi médula espinal, pero Damián me abraza desde la espalda por los hombros, pegándome a su cuerpo, percibo sus músculos tensos, en alerta, y espera a que los sujetos pasen de largo.

Damián: No te apartes de mí.

Me dice al oído, antes de llegar a la casa de la cual proviene la música. Un sujeto con mal aspecto resguarda la entrada, se saludan con un asentimiento de cabeza y nos da el paso. El sitio se encuentra en penumbras, con algunas luces de color azul que no permite ver el rostro de las personas, me golpea el olor a cigarrillo, cerveza, humedad y lo que ahora sé, es marihuana. El lugar no es muy concurrido, pequeños grupos están repartidos en las mesas. Me guía hasta la barra donde saluda al cantinero, pide dos cervezas y me entrega una sin preguntarme si la quiero o no, no deseo beber pero aun así le doy un sorbo, me encuentro alerta, con los ojos abiertos de par en par observando todo a mi alrededor; la pintura de las paredes está descarapelada, sucia, con carteles viejos rasgados por el tiempo, el piso parece no haber sido trapeado desde hace décadas y hay un montón de colillas de cigarrillos por todas partes. Siento como si en cualquier momento uno de estos sujetos se fuera a levantar con una navaja para asaltarnos o simplemente para disfrutar de un espectáculo sangriento.

¿El Amor es un Arte?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant