Capítulo 38 - Vampiros arcaicos

30 8 1
                                    

Eiden y yo nos aparecemos en el palacio de Conor, y veo que está él, Jaleb, y un grupo de vampiros. Están discutiendo y no se percatan de nuestra presencia hasta que estamos cerca.

_ ¿Qué ocurre? _digo seria.

Ellos se vuelven hacia nosotros, pero ninguno habla. Yo levanto una ceja mientras los miro inquisitoriamente.

_ ¿Y bien?

_Mi reina, estábamos debatiendo sobre... la seguridad de los vampiros. Hay quienes piensan que tiene favoritismo por las manadas últimamente _dice Jaleb.

_Ajá... ¿Algo más que añadir? Lo digo porque es el momento de aclarar cosas.

_Mi reina, _dice uno de ellos _creo que es el momento de atacar, no debemos esperar más.

_ ¿Sabes dónde se encuentra Nix?

_No mi reina.

_Pues ese es el problema. Está en otra dimensión y no tenemos forma de acceder a ella. ¿Alguna otra sugerencia? _Todos se miran callados pensando que decir.

_Debería estar casada con Conor, nuestros reyes no pueden tener vidas separadas.

_Eso puedes sacarlo de tu mente. Mi vida privada no tiene nada que ver con mi trabajo.

_Todos saben de tu favoritismo por los demonios porque estás casada con su rey.

_Se equivocan, ella mira por todos por igual _dice Baltasar.

_Tú que vas a decir, eres su putita.

Baltasar da un fuerte puñetazo a ese vampiro y yo en el fondo se lo agradezco.

_Baltasar está a mi lado porque es realmente competente, y así lo demuestra en su trabajo con mis empresas todos los días. Creo que no puedo decir lo mismo de ti, tus negocios son bastante mediocres. A pesar de la edad, parece que no aprendes, Linux.

_Mi reina, a Linux lo que le pasa es que no soporta a las mujeres con poder, menos si tienen más éxito que él _dice Jaleb.

_Debería estar casada con nuestro rey y él manejarlo todo.

_Mala suerte para ti, porque eso no va a ocurrir nunca.

_Helena, quizás deberías de mostrar un poco de sumisión conmigo, siempre te he tratado como una igual y sé que confías en mí. Tenemos ciertas tradiciones y somos muy viejos.

Conor dice eso tranquilamente como el que no quiere la cosa, y podría quedarme con la boca abierta perfectamente. No me puedo creer sus palabras. Mis ojos cambian a rojo.

_Sabes que soy más poderosa que tú, ¿cierto? Sabes que yo no quería ser reina, que eras tú quien quería ser rey, pero acepté para que hubiera paz entre las razas. Y sabéis todos que seguís con vida porque os he protegido a vosotros y vuestras casas.

Estoy realmente enfadada. Baltasar se posiciona a mi lado y Jaleb también. Está claro que hay dos bandos en esta sala.

_Helena... _dice Conor poniendo una mano en mi brazo que yo aparto inmediatamente.

_No me toques... _dice digo casi gruñendo.

_Yo no quería...

_Mañana hay una reunión a media tarde en el castillo. Avisa a los vampiros.

_Espera...

Yo no lo dejo hablar, y con los tres de mi confianza me marcho de allí y aparezco en la manada de Sebastián y les digo a los vampiros que pueden irse. Ellos se van y me quedo a solas con Sebastián.

_ ¿Qué ocurre? _dice al verme sería.

Yo le cuento lo de los ataques y la reunión que habrá mañana. Veo en su cara que algo no va bien.

_ ¿Qué ocurre Sebastian?

_No te quiero preocupar más cariño, pero hay ciertos problemas con las manadas de Eneas y Diana. No terminan de aceptarlos. Ya he hablado con ellos, espero que todo esté bien.

_ ¿Por qué no me has informado?

_No quería preocuparte.

_Es tu obligación informarme, al igual que yo te informo a ti, si no esto no funciona.

_Lo sé, perdona, te mantendré informada.

Cuando voy a irme escucho una voz muy molesta en mi mente, diciendo mi nombre si fuera una película de terror con una espeluznante entonación a modo de musiquita siniestra.

_Heleeeeenaaaa...

Mefistófeles... Lo que me faltaba para remarcar un puto día de mierda...

_ ¿Qué mierda quieres? _digo exasperada.

_Tranquila fiera... Te traigo información de primera...

_Voy para allá.

_Nos vemos Sebastian.

Yo me desaparezco de allí y me aparezco donde sea que esté Mefistófeles. Yo me aparezco allí, y cuando miro a mi alrededor veo que estamos en una habitación bastante lujosa.

_Que honor, que la reina Helena se presente ante mi...

_Guárdate tu puto sarcasmo, no me interesa. ¿Qué tienes que decir?

_Veo que no estás de humor fierecilla...

_Pues no.

_Bien, voy a alegrarte el día. Sé cuándo va a atacar Nix, y que planea con tu hija Diana _dice con una gran sonrisa.

Como desearía darle un puñetazo y hacerle escupir los dientes uno a uno. Él se queda callado y no suelta prenda.

_ ¿Piensas decir más? _digo exasperada.

_Depende... Te propongo un trato. Habrás notado que no puedes acceder a mi mente... Y la verdad, merezco un pago por esta información, me estoy jugando el cuello por ti.

_Ni lo sueñes.

_Si aún no has escuchado nada...

_Ya sé lo que quieres, y la respuesta es no _digo seca y cortante.

_Bien... Entonces me marcho.

Yo empiezo a gruñir realmente enfadada y el muy maldito me mira sonriendo. Hace una semana que no puedo acceder a su mente, y no tengo forma de sacar esa información.

_Sabes que si haces esto cuando todo acabe, iré por ti, ¿cierto? Te haré sufrir...

_No me cabe duda.... _dice arrastrando su voz en un intento de ser sensual, pero a mí me da asco.

_Si dices una palabra de esto a alguien... A quien sea...

_Un caballero no presume sus conquistas, tienes mi palabra.

_Ese es el problema, ni eres un caballero ni tienes palabra. No me fio de ti.

_Pero te estoy informando de todo lo que me entero. Decídete, 3...,2..., 1...

_Está bien.... _digo con asco.

_Perfecto... _dice con una sonrisa maliciosa.

Entre los colmillos de los Bartholy VII: En el corazón de las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora