(( C · 17 ))

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— Perdona, pero voy a seguir llamándote Malen hasta que todo esto acabe.

— Pues cuanto antes, mejor...

— Quejica.

— ¡Mira quién lo dice!

La del vestido azul se encogió de hombros, seguidamente cruzándose de brazos. Todo eso para dar a entender que le daban exactamente lo mismos todas las réplicas que le soltase. A la otra le molestaba, claro, y no iba a parar hasta que retirase lo dicho.

— No, calla —exiguió de nuevo, haciendo que Malen se mostrase aún más cabreada con ella— ¿no lo oyes?

Ella frunció el ceño y seguido, no tardó mucho en ser capaz de escuchar una especie de canto. La voz era humana, sin duda, además tenía pinta de ser de una chica... y una joven.

Malen abrió la boca para gritar quién hacía ese ruido, pero la otra se lo impidió, recordándole que en la forma en la que estaban nadie les escucharía... y de todas formas habría sido algo imprudente.

La del vestido azul se levantó poco a poco, moviéndose con rapidez por toda la habitación, para así finalmente, dar con la persona de dónde provenía esa voz.

Malen se levantó por igual y miró en dirección a donde señalaba la otra.

No era exactamente una persona quien cantaba, toda su apariencia era humana, sí, pero estaba flotando además de, tener un color mucho más flojo que el de cualquier persona.

Al igual que ambas, era rubia y traía un vestido puesto. Por sus adornos comenzaron a deducir que tendría el mismo nombre que ellas... pero todo les resultaba tan desconcertante que prefirieron no asumir nada antes de tiempo.

En su lugar, lo hizo aquella especie de... ¿fantasma?

— ¿Qué miráis? ¿Tanto miedo doy? —se quejó ella.

— Ostras, que puede hablar —soltó Malen, dando un paso hacia atrás— bueno, es lógico, hace nada estabas cantando.

La desconocida suspiró, cruzándose de brazos.

— Hice eso esperando que cierta persona lo escuchase y apareciera... pero ya veo que no funciona, los humanos no me pueden oír.

Las dos rubias intercambiaron una mirada de incomprensión.

— Uh, te estamos escuchando ahora mismo —comentó la del vestido azul, arqueando una ceja.

— No, no me he explicado bien —se llevó una mano a la cabeza, suspirando con aún más desgana— sois como yo, almas fuera de sus cuerpos, nadie salvo algunas personas en particular pueden veros, ¿lo pilláis ahora?

Ah, conque era eso. Sí, ambas se habían dado cuenta de lo que una determinada persona les había hecho, pero no habían caído en la cuenta de que eso les había hecho medio fantasmas. Y eso solo empeoraba todo.

— Soy Reikon, por cierto —se presentó— bueno... en realidad me llamo Zelda, pero he visto a tantas chicas con atuendos parecidos al mío que... en fin, empecé a pensar que no era la única. ¡Y ahora estáis vosotras, que encima ni tenéis cuerpo como yo!

Una explicación completamente rebuscada, pero que tenía más sentido del que parecía si lo pensaban bien. Cuando ambas se encontraron, ya se dieron cuenta de que a pesar del nombre y la apariencia, no eran la misma persona.

Y ella tampoco, mucho menos ella.

— Yo soy Malen —se presentó por igual, al menos por educación o lo que fuese— bueno no, al igual que tú, me llamo Zelda, pero esta señorita que tengo al lado decidió ponerme ese apodo para evitar confusiones.

❛ Accident ❜ )) The Legend of Zelda [ AU ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora