41| Supuestos olvidados

6.5K 775 650
                                    

Lia y Nix aparecieron en la sala de espera a las once de la noche. Ginny se había ido a casa con los gemelos y Anne seguía con Félix, por lo que cuando entraron a la sala de espera y escanearon en busca de la familia, solo encontraron a Harper, derrumbada en los asientos.

Levantó la cabeza cuando les notó llegar y observó cómo Lia la miraba con los brazos cruzados y con pinta de estar muy enfadada y a Nix no parecía importarle que su mejor amigo acabara de ser atropellado.

—Habéis venido —notó.

—¡No gracias a ti! —gritó Lia.

El grito atravesó la piel de Harper y fue directo a chocar contra su cabeza.

—¿Qué quieres decir?

—¡Llevas aquí tres horas y nos hemos enterado de lo que pasaba porque Ginny nos ha llamado! ¿En tres horas no se te ha ocurrido pensar en nosotros y en que también somos sus amigos y tenemos derecho a saber si está muerto o no? ¡Imagínate que lo estuviera! ¡Nos habríamos enterado en el funeral!

—Bueno, pero ya estáis aquí, ¿no? Está bien, tranquila.

—¿Cómo quieres que esté tranquila? ¿Sabes el miedo que he pasado? ¡Creía que te había pasado algo a ti también!

—¡Claro que sé el miedo que has sentido! ¡Yo también lo he sentido!

Lia abrió la boca para volver a gritar, pero Nix se le adelantó. Le puso una mano sobre el hombro y consiguió que destensara el cuerpo.

Lia suspiró hondo, cerró los ojos y asintió. Se sentó al lado de Harper y Nix al lado de Lia y su amiga apoyó la cabeza en su hombro.

—Tengo tanto miedo —murmuró Harper, sintiendo el calor del cuerpo de Lia rodeándole el estómago—: De que no despierte, de que ya no sea el mismo, de que de repente ya no pueda hablar... No sabes el miedo que tengo.

Lia empezó a acariciar el pelo de su amiga.

—Ey, todo va a salir bien, ya verás. Todo va a salir bien. Félix estará bien.

Asintió. Poco después todo el peso de las últimas tres horas le cayó sobre los hombros y se quedó dormida sobre el hombro de Lia.

Se despertó como si se estuviera ahogando. Lia, que también se había quedado dormida, se despertó con ella, asustada.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —exclamó. Una mujer les miró desde la otra fila de asientos con medio ojo cerrado y el ceño fruncido. Nix abrió un ojo para asegurarse de que nadie estaba ardiendo y volvió a cerrarlo. Se acurrucó en la silla con los brazos cruzados.

—He... —Harper se atragantó—. He tenido una pesadilla, no es nada. Siento haberte despertado.

—Oh. No pasa nada. ¿Qué hora es?

Lia se frotó el ojo con la manga, tratando de mantener los párpados separados. Fuera seguía oscuro. El reloj de pared marcaba las dos de la madrugada.

—Las dos.

—¿Quieres un café?

—Yo sí —murmuró Nix—. Solo.

—Yo también. Espera, te acompaño.

Lia asintió. Caminaron en silencio hasta la cafetería, dejando solo a Nix. El silencio era pegajoso y crepitaba, como si intentara romperse en pedazos. Finalmente, Lia consiguió romperlo después de pedir los cafés.

—Oye, Harper... ¿Funcionó lo del periódico?

A Harper le dolió recordarlo. Como si le hubieran rasgado con una cuchilla un trozo más de corazón.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A 5 centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora