Sweetie [◇] YeonGyu.

O4

— Se los juro, ese niño es el mal —YeonJun abrió mucho los ojos.

SooBin intercambio miradas con su hermanastro YoonGi.

— ¿Qué hizo BamGyu para que digas eso? —preguntó SooBin, mordiendo de su pan.

— Ayudó a la señora de la tiendita de la esquina con unas cajas —enumeró con sus dedos— luego me cedió el paso cuando él había llegado primero y luego cuando le dije que olía mal no me miró feo y sólo se limitó a limpiarse con servilletas ¡y luego se despidió como si nada! —negó lentamente— es perverso.

Ambos chicos frente a él volvieron a intercambiar miradas para luego comenzar a reír.

— Sigo sin entender tu odio —SooBin negó divertido.

— Exacto, BeomGyu es un buen chico, no entiendo por qué lo odias —le siguió YoonGi.

— Sé que planea algo, nadie puede ser feliz todo el tiempo —entrecerró los ojos— cuando se revele y los asesine sin piedad, entonces me reiré de su sufrimiento.

La seriedad no duró tanto en aquella mesa bajo el gran manzanero, pues los dos soltaron carcajadas estruendosas que llamaron la atención de varias personas cerca.

— Eres gracioso, hyung.

— Gracioso será cuando te secuestre, te prostituya en un motel barato y luego  te venda al mercado negro.

Las risas volvieron a resonar por todo el jardín, incluido las maldiciones del peliazul sobre sus supuestos amigos que no hacían más que burlarse de él, llamando la atención de varios nuevamente, incluido a los tres chicos al otro lado, mirándolos con curiosidad.

— ¿De qué crees que se rían? —preguntó un curioso Hueningkai, mirando al castaño que por reír tanto, se estaba ahogando con el pan.

— Quizás YeonJun-hyung contó un buen chiste —BeomGyu se encogió de hombros.

— Hablando de hyung —TaeHyun lo miro— ¿lo hiciste?

Las mejillas de BeomGyu no tardaron en adquirir aquel lindo tono rosado.

— ¡P-Por supuesto que no! él me odia... es inútil.

— ¿Por qué dices eso? —preguntó Kai, estirando el brazo para agarrar su soda de uva.

— Ayer me dijo que olía mal —abrió mucho sus ojos— ¡y yo nunca huelo mal!

Los dos castaños se miraron para luego reírse.

— ¡No se rían! —se quejó, soltando un bufido y cruzándose de brazos— me caen mal.

— Ya, BeomGyu-ah, no te enojes —TaeHyun golpeó su hombro, sonriéndole inocentemente— la verdad no entiendo porque te odiaría, no le has hecho nada.

— ¡Exacto! —alzó sus brazos al aire— ese chico se molesta. Siempre que quiero ser amable, él es gruñón, cuando me lo topo en la calle y lo saludo me ignora, ¡no lo entiendo!

— Vaya, hyung enojado —Hueningkai alzó ambas cejas— y por un chico, quién lo diría.

El pelinegro suspiró— No significa nada.

— ¿Ah, no? —Hueningkai compartió miradas con TaeHyun— ¿recuerdas el día en que no podías dejar de ver como jugaba baloncesto y dijiste que tenía buen...?

— ¡Cállate, cállate! —se apresuró a cubrir su boca con sus manos, sintiendo sus mejillas sonrojarse— acordamos no volver a hablar sobre eso.

Ese día en especial fue muy vergonzoso para BeomGyu porque ese día se dio cuenta que también podían atraerle los chicos y Choi YeonJun fue el primero, pero aseguraba que no le gustaba actualmente.

— Sí... recuerdan lo que hay el sábado, ¿cierto? —TaeHyun los miró.

— No, ¿qué hay? —Hueningkai lo miró atento.

— El paseo de perros.

— Ah sí, lo había olvidado —BeomGyu sonrió— será divertido, ¡ya quiero que llegue el sábado!