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YeonJun corría por un lado a otro en la cancha del parque a unas cuadras de su casa, rebotando la pelota naranja en el suelo varias veces antes de saltar y meterla en la alta canasta

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YeonJun corría por un lado a otro en la cancha del parque a unas cuadras de su casa, rebotando la pelota naranja en el suelo varias veces antes de saltar y meterla en la alta canasta. Secó el sudor de su frente con su ante brazo y siguió encestando unas veces más.

Las imágenes de la tarde de ayer llegaron a su mente. BeomGyu demasiado cerca, sus pequeños ojos mirándolo atento, sus labios entreabiertos, su cuerpo demasiado cerca de él, la preocupación en sus ojos por haber caído encima suyo y la forma tan tierna de reírse de él mismo.

Saltó con la pelota en manos, metiéndola de nuevo en la canasta. Se dejó caer con fuerza, doblando su tobillo izquierdo de una forma poco humana, sacándole un gruñido de dolor. Llevó ambas manos hasta él, cerrando los ojos con fuerza mientras trataba de controlar su respiración, se tiró en la cancha, abriendo sus extremidades como una estrella de mar mientras trataba de controlar el dolor.

Estaba solo, su celular se encontraba en su mochila, en una banca lejos de él, por lo que no podía llamar a nadie. Tendría que esperar a que SooBin y YoonGi llegasen como habían prometido, pero el dolor comenzaba a fastidiarlo.

Miró el cielo azul, lleno de suaves y esponjosas nubes blancas. Demasiado calmado para una predicción lluviosa del noticiero de esa mañana, escuchaba los pájaros volar cerca y sentía el viento pasar por las copas de los árboles. Todo era tan tranquilo.

— ¡Hyung!

Hasta que aquella voz rompió su burbuja de tranquilidad. Se obligó a girar su cuerpo para mirarlo, BeomGyu caminaba hacia él con una gran sonrisa en su rostro, llevaba un overol bastante curioso y una gorra al revés.

— No pensé encontrarlo por aquí —dijo una vez que se había acercado.

YeonJun se acomodó para sentarse en la mejor posición para que su tobillo no le moleste.

— ¿Qué haces aquí?

— Ayudé a una abuelita con sus bolsas de mercado, vive por aquí, así que decidí pasar un rato por el parque.

Cielos, ese chico era tan amable que le daban náuseas, ¿cómo lo había soportado tanto tiempo? o quizás era el sándwich de mala pinta que se comió antes de irse.

— ¿Jugabas baloncesto? —preguntó sentándose frente a él y tomando la pelota.

— Sí.

— ¿Puedo jugar también? —lo miró con un brillo en sus ojos.

YeonJun apartó la mirada— De que puedes, puedes, pero de que yo pueda... está difícil.

— ¿Por qué?

Mordió su labio, soltando un suspiro— Creo que me fracturé el tobillo.

Quizás haberle dicho fue una mala idea, porque se había puesto histérico y decidió llevarlo al hospital. Lo había cargado aún después de que YeonJun se negase varias veces y así lo llevó corriendo al hospital, estuvieron a punto de caer en muchas ocasiones, pero BeomGyu nunca se rindió. Cuando algo se metía en su cabeza, nadie podía sacarlo de ahí.

Ya estaban saliendo, BeomGyu sostenía su cintura y YeonJun sus hombros. Le habían puesto vendas, al parecer no era grave, pero le dolía como el infierno.

— Ya puedes soltarme —le pidió, mirándolo serio.

— ¿Seguro, hyung?

Asintió. Justo cuando lo soltó y YeonJun apoyó el pie, gruñó de dolor estando a punto de caerse si no fuera por los brazos de BeomGyu.

— No te atrevas a volver a soltarme.

— Pero tú dijiste...

— Callado —BeomGyu cerró la boca— así está mejor.

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Sweetie [◇] YeonGyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora